Beatriz Barrabés, periodista: "Memoricé todas las canciones de Sabina"

La Puebla de Roda, Huesca, 1974. Periodista. Se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Toda su carrera profesional ha estado vinculada a RTVE. Ha sido presentadora, redactora, jefa de informativos y, desde 2020, directora del Centro Territorial de Aragón.

Beatriz Barrabés, con 14 años, en Salou, riendo.
Beatriz Barrabés, con 14 años, en Salou, riendo.
B.B.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?Fue intensa (como yo). Alegrías, tristezas y pocos términos medios.

¿Qué le hizo reír por primera vez?La primera vez no sé, pero supongo que mi hermano. Crecimos juntos, inseparables, y era el más gracioso del mundo.

¿Qué le hizo llorar?Lloré mucho por mi abuela, era una mujer que sufría y yo con ella. En otro orden de cosas, ‘E.T. el Extraterrestre’, ¡madre mía! a moco tendido. Sigo llorando con E.T.

¿Qué era en el patio del colegio?La formal, la responsable.

¿Qué solía hacer durante el recreo?En un pueblo tan pequeño como el mío, siempre estábamos en la calle, salvo en el recreo, porque no teníamos patio. Supongo que doña María Rosa no quería que nos desmadráramos si nos sacaba a la calle o a la plaza. Así que cuando llegaba la hora del recreo abría un armario y podíamos coger el libro que quisiéramos. No nos parecía raro porque no conocíamos otra cosa. Leí mucho Tintín.

¿Se sentía rara, especial, diferente?Siempre me he sentido rara, pero bastante menos desde que aprendí a frivolizar, me salvó.

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?Jugar con mis amigos en la calle al potet (bote bote en castellano, creo), a polis y cacos… y a ‘V’, oh, ¡éramos muy fans de ‘V’! Nos repartíamos los personajes de la serie y a mí siempre me tocaba ser Diana, la lagarta malísima, porque era morena con el pelo rizado… me daba mucha rabia.

¿Cuál fue la calle de su infancia?La calle Mayor de La Puebla de Roda.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gustaba del lugar en el que vivía?Lo que más, el sentimiento de pertenencia: ‘yo soy de aquí, ésta es mi gente, me ven’. Luego, con la adolescencia, crees que ‘te ven’ demasiado. Pero es importante tener un lugar así cuando a los once años tienes que irte de casa a una escuela hogar (la de Barbastro) para seguir estudiando.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?¡Haber sido más trasto! Me gané la fama de buena chica y ya no me la quité. Un fallo histórico en mi vida que trato de corregir a diario. 

¿Tenía mucha conciencia política?Con 17 años o así leía a Carlos Marx para llevarle la contraria a mi padre… Estudié BUP y COU interna en la Universidad Laboral de Huesca en un ambiente bastante abierto y con una profe de filosofía que nos descubrió el movimiento feminista.

¿Era religiosa?No. Yo quería ser misionera, eso sí. Pero en segundo de BUP tuve un joven profesor de religión que me dijo: “eso de ser misionera está muy bien, ayudar a los pobrecitos negros que ves en la tele, pero antes, para saber si realmente tienes vocación de ayuda al prójimo, ven conmigo un mes a levantar ancianos enfermos de sus camas y asearlos. Cuando lo hayas hecho, me dices si sigues queriendo ayudar a los demás en sus miserias”. Nunca fui misionera.

¿Qué obsesión, fobia o filia forjó claramente en esos años?Tengo pánico a los pájaros dentro de casa. Si vuelan en el exterior, mientras no estén muy cerca, vale… pero si entra un pájaro en casa, horror. (Me preguntaba antes si me sentía rara… a lo mejor es que lo soy jajaja)

¿Vivió algún episodio que retrate el clima moral de la época?El machismo a diario. Solo mi hermana y yo hacíamos nuestra cama, nuestra maleta, ayudábamos en casa… mi hermano jamás. Era lo normal.

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del "qué dirán"?Siempre nos decían que no llamáramos la atención, no había que destacar. Eso, en una niña de natural tímida como yo, fue un enorme muro que por suerte llegué a saltar.

¿Cuál fue su primer contacto con la muerte? ¿Pensaba a menudo en ella?La muerte de mi abuela. Tenía 11 años, justo dos meses antes de tener que marcharme al internado. Lloré mucho, la adoraba. Entonces no pensaba para nada en la muerte, ahora intento evitarlo todo lo que puedo.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?Todas las de Joaquín Sabina. En un pueblo de montaña lo primero que haces a los 18 es sacarte el carné de conducir. Nos íbamos a las fiestas de los pueblos en el R5 de mi madre, que no tenía radio y con mi hermano cantábamos a Sabina como si no hubiera un mañana. Antes de eso, supongo que las de misa.

¿Qué libros o películas le deslumbraron?Libro ‘Momo’, de Michael Ende. El cine es una de mis pasiones. Vino un médico a mi pueblo que nos descubrió las cintas de vídeo con la trilogía de ‘La Guerra de las Galaxias’, fue lo más. Luego llegaron Steven Spielberg, Alfred Hitchcock… Y la música. Comprábamos los discos en la mítica revista Discoplay. El primero me lo compré con 15 años, un vinilo de U2 con B.B. King, ‘When love comes to Town’.

¿Quiénes fueron sus grandes amigos o amigas? ¿Cuál es el recuerdo más poderoso que le ha quedado de ellos?Los amigos del pueblo. El mejor recuerdo son los veranos, cuando nos juntábamos todos. La calle después de cenar, el río… En invierno, el carnaval.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?Lo que más me gustaba era escribir y me metí en periodismo, pero no tenía esa vocación de años queriendo serlo. Ahora no lo cambiaría por nada.

¿Hay algún defecto o debilidad que detectara en su infancia y que aún no ha logrado superar?Soy excesivamente perfeccionista y eso, a veces, te impide disfrutar a tope. También lo estoy corrigiendo.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a qué día volvería?A un día de carnaval. Pasábamos por las casas recogiendo huevos y dinero. Luego, en el bar del pueblo, nos hacían tortillas de atún para merendar.

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