Tengo un tractor amarillo... y a pilas

Un ingeniero mallorquín inventa un prototipo eléctrico de seis horas de autonomía adaptado a pequeñas explotaciones agrícolas.

Miquel Ordinas junto a su tractor amarillo
Miquel Ordinas junto a su tractor amarillo
R. C.

Como si de un juego de Lego se tratara, Miguel Ordinas fue montando pieza a pieza y con paciencia su tractor amarillo que ha acabado convirtiéndose, a sus 47 años, en el mejor aliado para trabajar la tierra en la finca de almendros de su familia en Santa María del Camino, un pueblo del interior de Mallorca, a 15 kilómetros de la capital. Miguel, ingeniero mecánico de formación y socio de una empresa de instalaciones industriales para edificios, es el clásico manitas que se siente como pez en el agua trasteando en un taller. Durante los largos días del confinamiento, empezó a darle vueltas a una idea que le rondaba tiempo atrás: construir un tractor agrícola eléctrico adaptado a la explotación familiar, un par de plantaciones de 10 hectáreas.

Poco a poco fue armando el prototipo con piezas compradas por internet y encargando a una herrería las chapas con las que soldó el chasis. Luego instaló las baterías y fue perfeccionando el ingenio con el manejo diario y la insuperable experiencia de su padre, de 82 años y agricultor. Y lo pintó de amarillo, como el de la canción de Zapato Veloz que hizo furor en los 90. "Había que ponerle un poco de cachondeo".

Va equipado con pilas de litio de 25 kilovatios, equivalente a la potencia de un tractor convencional de 45 caballos. Sin el pesado traqueteo de un motor diesel, el ingenio de Miguel se desliza silencioso entre los almendros y sin soltar un gramo de humo, un paso más para la producción sostenible y la reducción de gases de efecto invernadero. Tiene una autonomía de entre dos y seis horas, "que puede ser mayor ampliando las baterías". Él las recarga con la electricidad generada por la placas solares instaladas en la misma parcela. "Lo bueno de este prototipo es su sencillez. Yo mismo lo he podido fabricar desde cero en mi casa. Es cuestión de ir ensamblando piezas y de cierta tecnología, pero nada que no se pueda hacer en un taller normal. Es más sencillo de construir que un tractor convencional". Y también un 20% más económico. "Es más barato porque lleva menos piezas". Él cree que puede salir por unos 25.000 euros, "pero depende de cuántos fabriques".

El mallorquín ha patentado la máquina con su nombre y ahora busca una empresa que se anime a producir más unidades. "Yo tengo mi trabajo y no tengo tiempo. Esto fue como un reto personal durante la pandemia, lo hice como un 'hobby'".

Miguel subraya que su prototipo está más pensado para pequeñas y medianas explotaciones hortofrutícolas que para grandes extensiones como las de La Mancha. "Es un tractor pequeño, de tres metros de largo y 1.700 kilos, adaptado para trabajar en fincas de almendros y viñas como las que tenemos en Baleares, que no requieren potencias y autonomías muy elevadas. Yo digo que es un tractor frutero". De momento, el dueño de una bodega local ya le ha pedido uno adecuado a sus viñedos. "Lo he visto y funciona muy bien", apunta Ramón Servalls, su primer cliente.

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