Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

La patata, inocente hasta que se demuestre lo contrario

Un estudio publicado el pasado mes de septiembre sugiere que el consumo de patata no estaría relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Patatas fritas en compañía
Patatas fritas en compañía
Pxhere

Pese a ser una de nuestras preferidas por su precio económico y su gran versatilidad, la patata siempre ha sido la fea del baile en lo que a alimentos de origen vegetal y salud se refiere. Se han escrito páginas y páginas acerca de las bondades de la zanahoria o la cebolla, mientras la humilde patata quedaba relegada a un segundo discreto plano. Incluso se la ha llegado a considerar poco recomendable, ya que algunas investigaciones apuntaban que podría aumentar el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. Sin embargo, nuevos resultados sugieren que se podría haber malinterpretado el efecto de la patata sobre la salud cardiovascular.

Más que carbohidratos

La mala fama de la patata es consecuencia de su elevado índice glucémico, un valor que hace referencia a lo rápido que aumenta el nivel de glucosa en sangre tras consumir ese alimento. Esto es debido a su alto contenido en carbohidratos. Aquellos alimentos que poseen un índice glucémico alto pueden resultar problemáticos para las personas con diabetes, enfermedad que, a su vez, supone un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. De ahí que se haya considerado que un consumo alto de patata pueda estar relacionado con problemas a nivel cardiovascular, ya que podría aumentar el riesgo de padecer diabetes tipo 2. Además, otros estudios habían mostrado previamente que el consumo de patata podría estar relacionado con el riesgo de hipertensión.

No obstante, la patata es más que su índice glucémico. Contiene altos niveles de fibra y potasio, que algunas investigaciones han relacionado con el control de la hipertensión. Por tanto, el punto de partida es confuso. Los resultados obtenidos por diferentes trabajos parecen contradecirse unos a otros. Un nuevo estudio llevado a cabo por cinco investigadores de la Universidad de Boston proporciona nuevos datos al respecto para desentrañar el misterio que rodea a las propiedades de la patata.

En este nuevo estudio, los investigadores han seguido a 2.523 adultos de más de 30 años durante varios años, tomando nota de su ingesta de patatas, incluyendo la forma de cocinarlas, su dieta en general y sus niveles de actividad física. Es decir, han ido más allá del mero consumo de patata teniendo en cuenta otros factores que pueden afectar a la salud cardiovascular. Además de registrar estos datos, se analizaron la incidencia de diabetes tipo 2, hipertensión y niveles altos de triglicéridos a lo largo del estudio.

La importancia del estilo de vida

Tras analizar todos los datos obtenidos a lo largo de los años, los investigadores de la Universidad de Boston no han encontrado relación entre el consumo de patata, fritas o cocinadas de otra forma, y un aumento en el riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión o niveles altos de triglicéridos. Por tanto, estos resultados sugieren que comer patatas no estaría relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Durante este estudio se han realizado, además, otras observaciones bastante interesantes. En primer lugar, los investigadores han notado que el consumo de patata suele ir ligado al de otros alimentos de origen vegetal. Por lo tanto, parece que el consumo de patata podría ayudar a cumplir los requerimientos diarios de fruta y verdura. El hecho de que la patata suela tomarse acompañada de otros alimentos como la carne podría, además, contribuir a rebajar su índice glucémico. Los investigadores plantean esta como la posible causa de la ausencia de relación entre el consumo de patata y la diabetes tipo 2.

Además, los investigadores destacan que el riesgo de diabetes es incluso menor cuando el consumo de patata frita va acompañado de niveles altos de actividad física, en comparación con el resto de grupos estudiados. Estos resultados sugieren que, dentro de un estilo de vida saludable con un consumo alto de fruta y verdura y actividad física adecuada, el consumo de patata frita (o cocida, asada, etc.) podría no suponer ningún problema a nivel cardíaco.

Los resultados de la Universidad de Boston no son los únicos que establecen esta relación, solo los más recientes. De hecho, estos investigadores se apoyaron en un estudio previo en el que intervinieron investigadores de varias universidades españolas y que fue publicado en 2017. Esta fue una de las primeras evidencias a favor de que el consumo de patata no se relacionaba con hipertensión si se ingiere en el marco de una dieta saludable. En concreto, en este estudio se centraron en la dieta mediterránea.

No obstante, debemos tener en cuenta que, aunque estos estudios trabajen para quitar la etiqueta de ‘mala’ a la patata, no necesariamente le garantizan la condición de ‘buena’. Todavía son necesarios más estudios para aclarar las discrepancias que mencionábamos en párrafos anteriores. De momento, los datos obtenidos apuntan que, manteniendo un estilo de vida saludable, no debería preocuparnos que el consumo de patata se traduzca en enfermedad cardiovascular. Una buena noticia para las legiones de fans de este sabroso alimento.

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