Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Especies invasoras: un desafío para la biodiversidad del planeta

En algunas islas, la introducción de especies alóctonas ha causado auténticos estragos. Animales procedentes de otras partes del mundo también se han establecido en España.

Mosquito tigre (Aedes albopictus)
Mosquito tigre (Aedes albopictus)
James Gathany, CDC

Una ruidosa bandada de cotorras argentinas surca a gran velocidad el cielo y se posa en un enorme nido comunal en lo alto de un árbol. El sol del atardecer se filtra entre las ramas y da a la escena un aire un tanto bucólico. No obstante, no nos encontramos en un bosque del país austral, sino en una ciudad de España. De hecho, la escena podría pertenecer a cualquier ciudad de la península ibérica, porque en las últimas décadas, esta especie de loros autóctona de América del Sur se ha ido extendiendo por numerosos países de todo el mundo a causa de la liberación accidental o deliberada de ejemplares comercializados como mascotas y de su rápida aclimatación a nuevos hábitats.

Las cotorras argentinas son un buen ejemplo de especie exótica invasora: se adaptan fácilmente a una nueva área y se reproducen rápidamente. Representan una amenaza para las especies autóctonas, a las que desplazan compitiendo con ellas por un mismo tipo de alimento, y pueden tener un impacto económico negativo. Por ello, junto con muchas otras especies, como el mejillón cebra o el mapache, forman parte del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras donde se incluyen aquellos animales y plantas no nativos, introducidos en nuestro país y que ponen en riesgo la biodiversidad de los ecosistemas.

Repasemos algunos ejemplos destacados de animales procedentes de otras partes del mundo que se han establecido en España y viajamos a algunas islas donde la introducción histórica de especies alóctonas ha causado auténticos estragos.

Mosquitos y avispas de Asia

Desde los años sesenta del siglo pasado, el mosquito tigre (Aedes albopictus), originario de las áreas tropicales y subtropicales del sudeste asiático, se ha ido extendiendo por el resto de continentes, excepto la Antártida. Su rápida expansión por el mundo podría representar una amenaza para la salud pública. Esta especie de mosquito, que recibe su nombre por la característica coloración negra con franjas blancas de sus patas, tórax y abdomen, actúa como vector en la transmisión de distintos virus como el dengue, la fiebre amarilla, o la chikunguña, y es un vector potencial del Zika. Por ello, es imprescindible el control de sus poblaciones. 

El rápido crecimiento en el último siglo de la población humana y del comercio internacional han favorecido la expansión global del mosquito tigre, que se ha adaptado a vivir y criar en entornos urbanos cerca de puntos de agua de origen humano. Neumáticos usados, macetas y platos de plantas ornamentales u otros recipientes que contienen pequeñas cantidades de agua, son hábitats propicios para el desarrollo y transporte de sus larvas a través de los cinco continentes. Su plasticidad ecológica, con huevos resistentes a la desecación, ha permitido al mosquito tigre adaptarse a climas más fríos y superar inviernos rigurosos en los que los adultos no sobreviven. 

En Europa, fueron detectados por primera vez en Albania en 1979, a donde llegaron en una carga de mercancía procedente de China. A inicios de los noventa, fueron introducidos en Italia, y una década más tarde en Francia. En España, se detectaron por primera vez en 2004 en Cataluña. Actualmente, se encuentran por toda la costa mediterránea y se adentran hacia el interior de la península.

Avispa asiática (Vespa velutina)
Avispa asiática (Vespa velutina)
Gilles San Martin

Otro insecto originario del sudeste de Asia presente en nuestro país es la avispa asiática (Vespa velutina). Se estableció en el centro y el sur de Francia a partir de 2004, donde llegó probablemente en un barco que transportaba mercancías, y se extendió más tarde a otros países entre los que se encuentran España, Portugal, Italia, Alemania, Bélgica y el Reino Unido. 

Como otras avispas, la asiática se alimenta de distintos tipos de insectos, pero sus presas principales son las abejas, con las que da de comer a sus larvas. En Asia, las abejas de la miel de la especie Apis cerana, que llevan más tiempo coexistiendo con las avispas asiáticas, han desarrollado mecanismos de defensa contra ellas. En cambio, la abeja europea (Apis melifera) y otros insectos polinizadores propios del continente son presas fáciles. Por este motivo, la expansión de la avispa asiática en Europa está teniendo un impacto negativo en las poblaciones de abejas. A pesar de ello, se ha observado recientemente que las abejas melíferas europeas empiezan a desarrollar estrategias de defensa equivalentes a las de la especie asiática: esto es, creando un enjambre alrededor de las avispas para provocar un aumento de su temperatura corporal y así acabar con ellas. En Europa, algunas aves actúan como depredadores de la avispa asiática y ello también podría ayudar a controlar su número.

Moluscos invasores en el Ebro

A partir del siglo XIX, con la construcción de canales navegables que conectaban algunos ríos europeos, se empezó a extender por el continente un molusco bivalvo autóctono de las cuencas fluviales de los mares Negro, Caspio, y Aral: el mejillón cebra (Dreissena polymorpha). Este mejillón de agua dulce y salobre se encuentra en ríos, lagos y lagunas, donde forma colonias de miles de individuos sobre sustratos duros y se alimenta de plancton y materia orgánica en suspensión. A partir de 1985 empezó a colonizar también Norteamérica a partir de los Grandes Lagos, donde llegó posiblemente como polizón en el agua de lastre de un barco de mercancías, y a través del Misisipi se fue extendiendo hacia el Caribe.

Mejillón cebra (Dreissena polymorpha)
Mejillón cebra (Dreissena polymorpha)
Bj.schoenmakers

Los mejillones cebra colonizan nuevas cuencas fluviales porque son transportados adheridos en el casco de las embarcaciones o bien en las aguas de lastre, y también por los trasvases de agua entre cuencas. En España se detectaron por primera vez en septiembre de 2001 en el río Ebro. Más tarde, en el Júcar y el Segura y, progresivamente, en tramos más altos del Ebro, en las provincias de Burgos y Álava. En la actualidad siguen extendiéndose en todas las áreas donde se han introducido. 

Se considera una de las especies invasoras más dañinas del mundo, tanto por los estragos y pérdidas económicas que producen sus densas colonias en las infraestructuras acuáticas, en las que taponan conducciones y filtros de agua, como sobre todo por su impacto ecológico desplazando especies autóctonas amenazadas y reduciendo la biodiversidad. En el Ebro, constituyen una amenaza para la náyade auriculada (Margaritifera auricularia), un molusco bivalvo autóctono en peligro crítico de extinción.

La erradicación del mejillón cebra en las áreas ya colonizadas es una tarea extremadamente difícil, por no decir imposible, por su rápida proliferación y su gran resistencia a las fluctuaciones de temperatura, salinidad e incluso a la presencia de cloro. Las acciones se han centrado principalmente en mitigar sus efectos negativos donde ya se ha establecido y evitar su aparición en nuevas áreas.

Caracol manzana (Pomacea maculata)
Caracol manzana (Pomacea maculata)
Jess Van Dyke, Snail Busters, LLC, Bugwood.org

Otra especie de molusco que causa estragos en el Ebro, específicamente en los arrozales del Delta, es el caracol manzana (Pomacea maculata), una especie de gasterópodo de agua dulce originaria de Argentina, Brasil y Bolivia, que habita aguas tranquilas o estancadas, como pantanos, marismas, lagos, o humedales. 

Fue detectada por primera vez en 2009 cuando una empresa comercializadora de especies acuáticas exóticas establecida en el Delta del Ebro vertió en la red de riego el sobrante de sus piscinas. En 2011 se tomaron medidas para evitar la propagación del caracol manzana desde la margen izquierda del Delta a al derecha o a otros humedales, y para impedir la introducción en España de especímenes de las especies Pomacea maculata y Pomacea canaliculata. Y, en 2013, se prohibió su posesión, cría, transporte y comercialización. 

Se trata de un animal adaptado a soportar periodos de sequía alternados con precipitaciones y con una gran voracidad por la vegetación acuática. Por ello, constituyen una plaga muy dañina para el cultivo del arroz. También pueden ser huéspedes intermediarios de un gusano nemátodo parásito (Angiostrongylus cantonensis), causa común de meningitis en el sureste de Asia. Su control consiste en medidas preventivas como sistemas de inspección y cuarentena y barreras físicas para evitar su propagación a nuevas zonas, y cuando se detectan, actuar sobre las puestas, juveniles y adultos de la especie recolectándolos de forma manual y desecando los campos.

Desastres ecológicos en las islas

En 1787, los primeros colonos británicos que llegaron a Australia trajeron consigo a unos animales muy habituales en el viejo continente pero inexistentes en el nuevo: los conejos comunes europeos (Oryctolagus cuniculus). En estos dos siglos y pese a los esfuerzos para contener su proliferación, el número de conejos no ha parado de crecer y en la actualidad su número supera los 200 millones de individuos salvajes. Desde su introducción, los conejos han contribuido al declive de especies nativas de plantas y animales, a la destrucción de tierras y cultivos, y a la erosión del suelo.

Conejo común europeo (Oryctolagus cuniculus)
Conejo común europeo (Oryctolagus cuniculus)
Marie-Lan Tay Pamart

Inicialmente, su población se ceñía a animales criados en jaulas alrededor de las casas de los colonos. No obstante, un periódico de Tasmania relataba en 1827 que los conejos se estaban volviendo muy numerosos en toda la colonia y miles de ellos corrían ya por algunas grandes propiedades. En Australia, la cría de conejos se fue generalizando y, a finales de la década de 1850, varios ejemplares fueron liberados para la caza. Se cita a un adinerado colono inglés, Thomas Austin, aficionado a las cacerías, como responsable en 1859 de la introducción deliberada tanto de conejos silvestres procedentes de Inglaterra como de conejos de granja.

Los inviernos suaves del sur de Australia favorecieron su reproducción durante todo el año: los conejos tienen más de cuatro camadas cada año de dos a cinco crías cada una. Y la agricultura había convertido vastas áreas forestales en hábitats con vegetación baja, ideales para este mamífero. En menos de una década se produjo una explosión de su población: incluso cazando un par de millones al año, su número no paró de crecer y empezó a tener un impacto también para la agricultura. Por ello, entre 1901 y 1907, el Gobierno construyó una valla a prueba de conejos en el oeste de Australia en un intento fallido de contenerlos.

Los conejos han tenido efectos devastadores en los ecosistemas terrestres de Australia al alimentarse de forma intensiva de muchas especies de plantas y entrando en competición con especies de marsupiales como los canguros o los wómbats. En 1950, el Gobierno inició un programa de biocontrol liberando conejos infectados por el virus de la mixomatosis, una enfermedad letal propia de estos mamíferos. Fue el primer virus introducido deliberadamente en la naturaleza para controlar la proliferación de un animal. Aunque este gran experimento de selección natural redujo inicialmente el número de conejos, a la larga no tuvo los efectos esperados porque terminaron por desarrollar inmunidad al virus. En los años noventa se intentó con otro virus específico de conejos, el de la neumonía hemorrágica vírica. Especialmente en áreas secas, el virus redujo su número un 90%, pero nuevamente los conejos desarrollaron inmunidad y volvieron a proliferar, por lo que en la actualidad los científicos siguen buscando alternativas para controlar la población de conejos, por ejemplo empleando cepas más letales del virus.

Culebra arbórea café (Boiga irregularis)
Culebra arbórea café (Boiga irregularis)
Pavel Kirillov

En otras islas han sucedido situaciones similares con distintas especies invasoras. En Guam, en el sur del Pacífico, a finales de los años cuarenta o inicios de los cincuenta del siglo pasado, se introdujo la culebra arbórea café (Boiga irregularis), una especie de serpiente nativa de Papúa Nueva Guinea y de las costas norte y este de Australia, que llegó a la isla probablemente como polizón inesperado de un barco carguero. En Guam, las culebras arbóreas encontraron un hábitat propicio, sin prácticamente depredadores y con multitud de aves y musarañas de las que alimentarse, y se multiplicaron rápidamente provocando un daño ecológico irreparable. Son responsables de la extinción de numerosas especies nativas de vertebrados, incluida casi la totalidad de aves forestales de la isla (nueve de las once especies endémicas). También se han detectado culebras arbóreas en otras islas del Pacífico, como Rota, Tinián y Saipán más al norte de Guam en el archipiélago de las Marianas, en Okinawa (Japón) y en Hawái.

Isla de Guadalupe (México)
Isla de Guadalupe (México)
Ignacio March Mifsut

Otro ejemplo lo tenemos en la isla Guadalupe, perteneciente a México, situada en el océano Pacífico a 241 kilómetros de la península de Baja California. Desde mediados del siglo XVIII, el ecosistema virgen de Guadalupe recibió el impacto humano por la actividad de balleneros rusos y peleteros que trajeron consigo cabras como fuente de alimentación. Las cabras se aclimataron rápidamente a la isla y se asilvestraron. En ausencia de depredadores, su población aumentó de manera desmesurada y, a finales de siglo, ya se contaban por decenas de miles. Estos herbívoros insaciables acabaron con varias especies de plantas endémicas y destruyeron casi por completo los bosques de enebros. Por otro lado, gatos y perros introducidos fueron responsables de la desaparición de distintas especies de aves, entre ellas seis de las nueve especies propias de la isla.

No obstante, en tiempos recientes, Guadalupe también es un ejemplo de cómo gracias a los proyectos de conservación se puede corregir, aunque sea parcialmente, el efecto dañino de los humanos y de especies invasoras sobre los ecosistemas. Entre 2002 y 2007 se inició un esfuerzo para erradicar las cabras basado en su caza y, actualmente, vuelven a florecer algunas plantas que incluso se habían considerado extintas. En 2005 isla Guadalupe fue declarada por la Unesco Reserva de la Biosfera.

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