Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos de ciencia y cine

‘Viuda negra’: todo lo que una superespía necesita saber sobre bioluminiscencia

Madre no hay más que una (o no, porque la de Yelena y Natasha es una impostora) pero definiciones hay unas cuantas. Y este gazapo les saca brillo aprovechando que todas coinciden y arrojan luz sobre lo mismo: no se debe confundir la capacidad y/o el efecto con la reacción.

Fotograma de la película ‘Viuda Negra’ (Cate Shortland, 2021).
Fotograma de la película ‘Viuda Negra’ (Cate Shortland, 2021).
Marvel Studios, Truenorth Prod. / Walt Disney Pict.

Tras reencontrase con su hermana Yelena, Natasha Romanoff, la Viuda Negra de Los Vengadores, volverá a reunir a su supuesta familia para desentrañar el pasado de ambas y acabar con la red de espías de élite controladas desde la misteriosa Habitación Roja por el siniestro personaje Dreykov.

Encuentra el gazapo científico en este diálogo de la película ‘Viuda Negra’ (‘Black Widow’), dirigida en 2021 por Cate Shortland, con guion de Eric Pearson, con un reparto que incluye a Scarlett Johansson (Natasha Romanoff/Viuda Negra), Florence Pugh (Yelena), Rachel Weisz (Melina Vostokoff/mamá), David Harbour (El Guardián Rojo/papá)...

El diálogo de película

"–Mira, estrellas del bosque –exclamó fascinada (en el ‘flashback’ inicial que nos traslada a 1995) Yelena, la hermana pequeña de Natasha Romanoff.
–Sí, ¿sabes qué? –comenzó a explicarles su madre a Yelena y Natasha–: en realidad son insectos; parte de la familia de los lampíridos. Y el brillo que veis viene de una reacción química llamada bioluminiscencia.
¿Biominiscencia? –intentó repetir titubeante Yelena.
–Biominiscencia, eso es –le rio su madre antes de decirles que era hora de cenar".

El gazapo

He de reconocer que si esta explicación nos la hubiese brindado a mi hermano y a mí nuestra madre; o se la hubiese oído a cualquier otra madre ‘normal’, todavía hoy la estaría aplaudiendo –y a lo mejor hasta diseccionando ‘estrellas’ en lugar de escribiendo sobre gazapos–.

Pero cuando la madre en cuestión es ni más ni menos que Melina Vostokoff, una Viuda Negra, y sobre todo una experta y excepcional científica encargada de desarrollar y perfeccionar el programa de manipulación mental empleado con sus sucesoras; pues qué quieres que te diga, la verdad, esperaba una explicación un poco más precisa. Especialmente si se asume que, dada su capacitación y la investigación que efectúa, ha de tener acceso a las mejores fuentes de consulta en el campo de la biología y la bioquímica.

Y antes de continuar, y a fin de justificar la asunción precedente, merece la pena presentar una pequeña pero selecta –por las fuentes- colección de definiciones de ‘biominiscencia’:

Según el ‘Diccionario de la Real Academia Española’, la bioluminiscencia se define como: "De bio- y luminiscencia. 1. f. Biol. Propiedad que tienen algunos seres vivos de emitir luz. 2. f. Biol. Luz emitida por un ser vivo".

Para la ‘Encyclopedia Britannica’: "Bioluminiscencia, emisión de luz por un organismo o por un sistema bioquímico de laboratorio derivado de un organismo. La bioluminiscencia resulta de una reacción química". 

Según la ‘Encyclopedia of Ocean Sciences’: "La bioluminiscencia es la capacidad de los organismos vivos para emitir luz visible".

Y en la ‘Encyclopedia of Analytical Science’: "Bioluminiscencia (‘luz viva’) es el nombre que se da a la emisión de luz visible de los organismos vivos".

Podríamos seguir, pero supongo que tras este puñado de definiciones queda claro cuál es el gazapo: que la bioluminiscencia no es el nombre de una luminosa reacción química (y tampoco ‘biominisencia’, lo siento Yelena); sino la capacidad que exhiben ciertos organismos para producir luz mediante una reacción química –o, en todo caso, la luz emitida por aquellos– que tiene lugar en su interior; concretamente en unos órganos especiales llamados fotóforos. Y que depende (casi) siempre de la presencia de un tipo de moléculas denominadas luciferinas en presencia de la enzima luciferasa.

Desde un punto de vista (bio)químico, la bioluminiscencia se produce mediante una reacción de oxidación en la que el combustible es la luciferina y la luciferasa, el catalizador. Y el color de la luz producida depende del tipo específico de luciferina que biosintetice cada especie.

Porque, aunque el ejemplo más conocido es el de las ‘estrellas del bosque’ emisoras de luz amarilla, la gran mayoría de los organismos bioluminiscentes emiten en el rango verde-azul. Algo lógico, ya que es en los océanos donde este fenómeno se manifiesta en todo su esplendor, hasta el punto de que se estima que más de las tres cuartas partes de los seres vivos que habitan en ese entorno son bioluminiscentes. Y la radiación azul es la que mejor se transmite en el agua y, por tanto, la que alcanza una mayor distancia; seguida de la verde.

Camarones que arrojan luz sobre la bioluminiscencia

Se considera que la bioluminiscencia surgió y evolucionó en el medio marino. No obstante, hasta ahora apenas se sabía nada sobre cómo pudo ser esta evolución. Pero un reciente descubrimiento ha comenzado a iluminar esta cuestión: se ha descubierto una familia de camarones con diferentes órganos fotóforos dependiendo de la profundidad a la que habiten. Los que viven en los fondos oceánicos, donde no llega la luz, carecen de fotóforos. Los que viven en las aguas superficiales presentan los fotóforos de mayor tamaño, pero simples. Y los que viven en aguas intermedias presentan fotóforos más sofisticados, equipados con lentes que les permiten filtrar y modular la intensidad de la luz. Esto parece sugerir que el motor de la evolución de la bioluminiscencia (al menos uno de ellos) fue el camuflaje. 

La contrailuminación es una técnica de camuflaje que permite ‘borrar’ la silueta del organismo ocultando así su presencia a los potenciales depredadores. Los organismos bioluminiscentes marinos lo logran emitiendo una luz que se equipara a la que llega desde la superficie. Cuanto más cerca de esta, más intensa es la luz y por tanto la necesidad de unos fotóforos grandes. En tanto que aquellos organismos que se desplazan en vertical por la columna de agua (descansan en el fondo y ascienden para alimentarse y reproducirse) necesitan unos fotóforos más sofisticados capaces de regular la intensidad de la luz conforme suben o bajan.

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