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Aló estilista: cómo sobrevivir a la elección de un vestido de invitada de boda

Las zaragozanas Paula Amoretti y Mila Falcón dan trucos y señalan los errores más frecuentes.
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Para vestirse de invitada de boda y no morir en el intento lo ideal es tener claro lo que no hay que hacer.
Para vestirse de invitada de boda y no morir en el intento lo ideal es tener claro lo que no hay que hacer.
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¿Has dicho alguna vez probándote un vestido para la boda a la que estás invitada eso de "con unas zapatillas lo llevaré a diario" o "esto con un vaquero me sirve para ir a cenar un sábado" y jamás te lo has vuelto a poner? ¿Has deambulado por un cóctel andando con la gracilidad de un pony sobre unos tacones de palmo? ¿Has echado de menos una de tus manos al lanzarte a por un canapé porque tienes que sostener el clucht (donde no cabe el móvil)? ¿No has sabido dónde parar a la hora de añadir complementos al 'look'? ¿O cómo ponerte un tocado? ¿O si ponértelo?

Tranquila, le pasa a la mayoría. Lo saben profesionales como las estilistas Paula Amoretti y Mila Falcón, quien además es diseñadora de moda para ceremonia.

Ambas coinciden: acertar con el modelo pasa, sobre todo, por tener claro lo que no hay que hacer. En este sentido, el elevado componente aspiracional de una ceremonia nupcial añadido a la, por lo general, falta de costumbre, son los mayores enemigos del 'look' más adecuado. Aun aceptando lo de que para gustos están los colores, conviene tener presente lo que le sienta bien a cada uno. Por encima de tendencias y protocolos, lo mejor es aprender a sacarse partido.

La idea de invitada perfecta ha hecho mucho daño", sostiene Mila Falcón, quien observa con frecuencia cómo se considera "un sacrilegio no hacerse nada ante una boda y se acaba haciéndose de todo: pestañas postizas, peinados rocambolescos, uñas, complementos... Es algo así ser como reina por un día". Un esfuerzo que pocas veces desemboca en acierto.

"La idea de invitada perfecta ha hecho mucho daño". Mila Falcón

La diseñadora y estilista explica que en ocasiones es muy difícil luchar contra conceptos preconcebidos y arraigados de lo que debe ser una invitada de boda y que, a menudo, son sinónimo de exceso. A la par que reconoce que conocerse bien para ir favorecida no es una tarea fácil.

Amoretti barre para casa. Defiende la labor que en este sentido pueden hacer los profesionales: "Si alguien te asesora para conocer tu estilo y tu cuerpo, la vida se simplifica mucho". En cualquier caso, sugiere algunos trucos para empezar. El primero y a su juicio más importante es "pararse y pensar". Y hacerlo metódicamente. Primero recomienda reflexionar sobre la emoción que produce en uno la boda en cuestión y cuál será el papel en ella: ¿protagonista o secundario? Después, tener claro el escenario, no solo en términos estéticos, sino también relativos a la comodidad ("si la boda es en un jardín y llevas tacones de aguja te pasarás el día hundida en el césped"). Por último, darle una vuelta a la imagen que se quiere transmitir. Para ella, en la base de todo tiene que haber equilibrio y armonía, tanto en colores, estampados y complementos como desde el punto de vista de la silueta, el volumen y la fisonomía.

"Si conoces tu cuerpo y tu estilo, la vida se simplifica mucho". Paula Amoretti

Mila se expresa en la misma línea. Lo de "sé tu misma" puede estar ya muy trillado, pero insiste en que es necesario conocerse para optimizarse. Una tarea que pasa por asumir nuestras pros y contras físicos. "A veces me da un poco de miedo decir esto, porque parece que funciona en contra de una mujer empoderada o libre de complejos, pero simplemente se trata de tener en cuenta qué es lo que favorece. Precisamente, la idea es no tratar de imitar a nadie ni de encajar a toda costa en las modas del momento, sino de adecuar la elección a nuestros fuertes. "El error más común es disfrazarse", dicen ambas estilistas.

Para evitarlo, el margen de maniobra es más amplio de lo que pueda parecer, más aún cuando ni Falcón ni Amoretti creen que los protocolos sean ya tan rígidos. "Se lleva todo". Eso sí, con algunas limitaciones. "Nada de ir de blanco si eres invitada, por una pura cuestión de respeto a la novia. Tampoco veo adecuado el negro para el día", recomienda Amoretti. Igualmente, aunque desde el punto de vista de las tendencias  señala que se lleva "enseñar piel", recomienda tener presente que una boda, al final, es una fiesta, pero sobre todo es un ritual: "Ojo a determinados escotes o aberturas, hay que tener cierto respeto".

"Las bodas son cada vez más experienciales", describe Paula. "Una gynkana", llega a decir. "Hay bodas en las que el invitado va de un lado a otro, tienen cócteles larguísimos de pie, hay que levantarse varias veces... Hay que ir lo más cómodo posible o, por lo menos, lo más adaptado a las exigencias. Si nunca llevas un tacón de diez centímetros, ¿por qué lo haces para una boda?".

En cuanto a tendencias, Mila se decanta por, incluso, obviarlas. Su entorno de inspiración es el vintage y la elegancia clásica de los años 30 y 40.

No obstante, Paula Amoretti resume algunas modas del momento, marcadas, comenta, por el fin de la pandemia. "Creo que hay ganas de celebrar la vida, lo que se traduce en una paleta de colores como el fucsia, los verdes potentes o, incluso, el color block, que contrapone colores fuertes. También se lleva mucho la gama de colores sorbete, con el rosa sobre todo, amén de los neones de la mano del fuerte regreso de los 90".

ALGUNOS TRUCOS DE EXPERTA

Según presupuesto | Para los ajustados, si hay que elegir, echar el resto en los zapatos. Si es posible disponer de un poco más de margen, mejor invertirlo en el tejido (aporta caÍda, vuelo, se arruga menos).

Una cosa después de otra | Orden de elección de los elementos del atuendo: primero el traje, después los zapatos, por último, otros complementos.

Tendencias con prudencia | Tratar de no dejarse llevar por las tendencias del momento ni por bodas de famosos. El vestido debe ajustarse a nosotros, no al contrario.

De dentro a fuera | La ropa interior es fun-da-men-tal. Un bonito vestido con un tirante de sujetador que se ve o una braga que se marca quedará arruinado. Al revés, una adecuada elección de la corsetería no hará milagros pero sí maravillas.

El escenario | Es importante tanto en términos estéticos, relativos a la formalidad o informalidad de la ceremonia, como de comodidad. Ayudará saber cuanto más mejor de si es en interior, en un jardín, en la playa...

No disfrazarse |Hay que tratar de apaciguar el ímpetu aspiracional: no puedes convertirte en un solo día en alguien que no eres. Por ejemplo, subirte a unos tacones de vértigo si nunca llevas. ¿Alternativas? Un buen zapato-joya en forma de bailarinas o sandalias con tacones cuadrados, que además están de moda.

El bolso | Cuidado con los bolsos de mano que acaban llevándose como si fuera un ladrillo. Una idea es elegir un modelo al que se le pueda añadir una correa una vez pasada la ceremonia y poder disfrutar del baile llevándolo en bandolera.

La comodidad |  Es una de las patas de la elegancia: que el modelito no nos haga pasarnos el día pendientes del escote que se baja, de un tirante que se cae o una pamela que se tuerce.

No obsesionarse con el protocolo |  La pandemia ha terminado por barrer cualquier tipo de norma con respecto a ceremonia de día o de noche. Eso sí, mejor evitar ir de blanco por respeto a la novia y de negro para la mañana.

¿Blanca en una boda de primavera? | Los autobronceadores han mejorado mucho, pero Paula Amoretti apuesta por una alternativa: cremas con brillo que aunque no aportan color acaban con el efecto mortecino del blanco invernal.

No te engañes |  Si vas a una boda, vístete de boda, no pensando en cómo reutilizar después el modelo. Seguramente, aunque lo intentes, nunca te pondrás ese top con unos vaqueros ni ese traje con unas zapatillas.

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