La madre de dos niñas asesinadas por su padre lucha contra la violencia a través de la educación

Itziar Prats, madre de Nerea y Martina, asegura que en el ámbito educativo es "donde se puede producir el cambio" y ha fundado con Isabel Gallardo el proyecto contra la barbarie machista ‘El latido de las mariposas’.

La madre de dos niñas asesinadas por su padre lucha contra la violencia a través de la educación
La madre de dos niñas asesinadas por su padre lucha contra la violencia a través de la educación
Vocento

En la madrugada del 25 de septiembre, Itziar Prats supo que su expareja había asesinado a sus dos hijas, Martina y Nerea, de dos y seis años. Desde varios meses antes había recurrido a los jueces, fiscales y policías para que impidieran que el amenazante padre de las niñas disfrutara del régimen de visitas. Sus denuncias habían sido despreciadas por las autoridades, hasta que ese día su mundo se derrumbó. Unas horas después, Isabel Gallardo vio el crimen en las noticias y apagó la televisión. Sin conocerse, en ese momento el dolor de Itziar y la empatía de Isabel se cruzaron. Mientras la primera encaraba el horror en Castellón, la otra trató de comprender las caras de la violencia de género en Valencia.

Unos días después del injusto destino de las hijas de Itziar, la casualidad quiso que ambas se encontraran en un café de Madrid. Tenían una amiga en común, que había participado en una iniciativa contra la violencia machista que Isabel había puesto en marcha conmovida por la historia de Itziar y sus niñas. «Hablar, la verdad, no hablamos mucho», recuerda Itziar, que se había mudado a la casa de sus padres en la capital. «Isa tenía bastante miedo de decirme algo que pudiera molestarme o me hiciera sentir mal. Al final, la que más lloró fue ella. Llevamos nuestra lucha al ámbito educativo, porque es allí donde se puede producir el cambio».

Así nació El Latido de las Mariposas, que comenzó sus primeras charlas en los colegios del municipio Torrent, Valencia, donde vive Isabel. Frente a los estudiantes, ellas se presentan y cuentan sus historias y qué les unió. «Somos mujeres y madres que creemos que podemos generar un cambio», explica Isabel, quien reconoce que se emociona cada vez que habla. «Para abordar la violencia de género hacemos un camino para que se sepa la importancia de una educación en valores, igualdad, tolerancia, respeto».

Poco después Itziar empezó a trenzar mariposas moradas, tras la manifestación feminista del 25-N. «Pensé que junto al proyecto educativo también podíamos crear un símbolo que se podía llevar y compartir con facilidad», asegura Itziar. Con esta actividad nacieron los «grupos de tejido» en «espacios de tranquilidad y confianza», explica Itziar. «Tejiendo puedes hablar de un montón de cosas, desde problemas hasta alegrías. Facilita la socialización de personas que pueden terminar encerradas en su casa con tristeza o desánimo. Vienen a conocer el proyecto, y si no saben tejer se les enseña, porque el fin es ayudar a los demás».

En contraste con la trágica historia de Itziar, Isabel no ha sido víctima de violencia de género y su implicación se debe a que «debes escuchar una noticia como la de Itziar sin indiferencia. Una sociedad que no se implica frente a estas injusticias está rota», reflexiona.

¿Está cambiando la sociedad española? «Hay más sensibilización, pero se mantienen muchos patrones del patriarcado, del machismo, que cuesta vencer», responde Itziar que, un mes después de que el Estado reconociera «fallos en cadena» en el caso de sus hijas, acusa a las instituciones de sortear un cambio profundo. «Cuanto más vamos subiendo, más difícil es el cambio, sobre todo en el campo judicial. Los que están en la cima son intocables, y hay poco que hacer. Supuestamente cualquier ciudadano podría tener acceso a un juez, y la realidad es que no».

Por todo el país

Ahora sus voces se escuchan en Madrid, Comunidad Valenciana, Galicia, Almería, Granada, Córdoba, Alicante o espacios 'on line' que no frenaron con la pandemia. «Leyes como la de la Infancia y Adolescencia tienen una teoría que hasta que se aplique pasará mucho tiempo y tendrá que superar barreras», prosigue Itziar. «A nivel educativo la formación en igualdad debería ser obligatoria en todos los centros, desde infantil hasta universidades, y todos los que trabajan con violencia de género en los juzgados, como forenses, fiscales, jueces y demás deben tener formación específica. La que reciben ahora es ridícula».

Entre las dos acumulan un centenar de charlas, «más de 20.000 mariposas» y tres campañas de participación «para que esto (la violencia machista) frene, cambie, cese», dice Isabel, que aprendió a tejer con Itziar, que sí sabía gracias a su madre. «Vamos a rescatar a todas las mujeres que están invisibles todavía, y a hablar de las científicas, escritoras, cuidadoras, obreras, agricultoras que tienen gran valía».

Isabel e Itziar se reparten el país. Van a cualquier espacio que les permita presentar su idea educativa y cualquiera que les escriba un correo, aseguran, recibe una mariposa que tejen «todos los días, con muchos ratitos». Ambas también las reciben de otras personas que se las envían para que ellas las regalen. «La mariposa es transformación, cambio, efecto», dice Isabel. «Cuando nos invitan a un acto, nosotras no vamos de vacío, vamos con un gran mensaje, que es la esencia: en tus manos está que esto cambie. Y además llevamos un símbolo».

Desde el primer café que se tomaron las dos «ha pasado un mundo entero», resume Itziar. «Hemos crecido a todos los niveles, de conocimiento y personal. Hemos llegado a cantidad de sitios por el boca a boca». Lo ratifica Isabel: «Esto nació desde el dolor, pero se está convirtiendo en un arco iris; en algo maravilloso que genera el cambio en niños y niñas llenas de color, esperanza y lenguaje en positivo. La educación es la mejor herramienta; y la hermandad es la riqueza de este proyecto».

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