Risas con calor

Paco Collado: "A José Mota no le digo 'buenos días', sino 'arrancabaules'"

Le gusta hacer humor con "los silencios", el gesto y los susurros, y lamenta no haber llevado cámara de fotos cuando en los 80 conoció a Bowie o se fue de farra con los Spandau Ballet.

Paco Collado
Paco Collado
Vocento

Paco Collado (Vallecas, 1960) no es una, sino muchas identidades. Desde, El Aberroncho y Ricardo Boquerone, dos personajes que han conseguido un espacio fijo y reconocible para todo un país, hasta Serrat o aquel Cantinflas al que imitaba de chico pintándose el bigotillo con la ceniza que encontraba en los ceniceros de casa. Pero, sobre todo, el también llamado Burriagas es una excelente persona y un actor de larguísimo recorrido que ha hecho de su garganta, los silencios y los gestos un arma para reír.

Para las vacaciones, usted será más de campo que de playa.

He estado rodando un capítulo de 'El pueblo', la serie de los hermanos Caballero, que son como para comérselos, pero miré por dónde este año ha tocado playa. También me gusta la montaña.

La última película de Santiago Segura, la nueva temporada de la serie con José Mota, la gira de espectáculos y el estreno de 'García y García'. ¿Tiene tiempo de ver el mar?

Se hace lo posible. He ido con mi mujer y las dos pequeñas, que ya estaban 'Papá, papá...', a Alicante. Mis otros tres hijos ya han volado del nido. Si es que parecíamos el corral de la Pacheca...

¿Es fácil mantener el semblante serio en un sketch absurdo?

Grabando un sketch de Ricardo Boquerone en un ascensor, José y yo nos tiramos en una ocasión desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde. En cuanto mi personaje empezaba a susurrar esas palabras que solo conocemos nosotros dos... No había forma de mantener la seriedad. Me encanta hacer silencios y meter frases por lo bajo del tipo «ella se pone ofrecida y el otro se ve obligado y le ha dado». Eso, y gritar "¡Aooorrrrggg!", a José le mata. Dice que es como tener un oso polar al lado.

Es cierto que ustedes dos se gastan un lenguaje particular.

Sí, claro, pero forma parte de nuestro modo de ser. Cuando la gente se llama por teléfono dice 'buenos días' u 'hola'. Nosotros nos decimos 'arrancabaules' o 'destrozavallas'. Es inevitable que esa actitud se traslade a la pantalla.

Usted y José Mota llevan 32 años juntos. ¿No se cansan?

¡Qué va! Le conocí cuando tenía 27 años y él, 22. Pero es que, aparte del mejor genio del humor, José es mi mejor amigo y le quiero con locura. Si un día toso, él ya está: '¿Paco, ¿qué pasa?'. No se puede ser mejor gente. Dos de nuestras hijas, Rocío y Daniela, se han criado juntas. Una vez tuvimos un percance en una piscina con la pequeña que no sabía nadar. Y Danielita, que es un cielo, fue la que nos alertó. "Rocío se ha metido en el agua sin manguitos". Fuimos corriendo y la pudimos rescatar tirando de ella, la puse boca abajo y echó como dos litros de agua.

Un buen susto...

Luego me decía: "Yo te llamaba, papa". Y yo: "Ya, pero es que debajo del agua no se te oía".

¿Las imitaciones son un punto fuerte del humor?

Yo imitaba a Cantinflas con Pepe Navarro en 'el Missisippi'. Y fui el único hetero que trabajo en el Gay Club en los 80 en Madrid. Allí imitaba a Julio Iglesias, Víctor Manuel, Serrat... Hice muchos amigos.

Como Serrat se presentó usted en 'Lluvia de estrellas'.

En realidad, me presenté para hacer de Elvis Presley, pero resulta que me caí de la moto y se me puso la rodilla como un balón. Entonces me dijeron: "El director dice que no puedes hacerlo". Y terminé imitando a Serrat.

Su relación con la música viene de largo.

Joaquín Luqui fue mi mentor, como el padre que no he tenido. Yo iba a la emisora, ponía voces y él me llevaba cuando quedaba con Bowie, Elton John, Sting... "Pero hazte fotos con ellos", me regañaba. Y yo, tonto de mí, nunca llevaba la cámara. Una vez nos llevamos a los Spandau Ballet todo el día de cañitas por Madrid. Eran unos jovencitos. Lloré mucho el día en que Joaquín murió. Tropezaba continuamente con todo, yo solía decirle que se parecía a Peter Sellers y él se tiraba por el suelo. Era muy creyente. Y un gran fan de los Beatles. "A estos les ha enviado Dios", decía.

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