Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El desmitificador

Hay algo más contagioso que el coronavirus: los mitos sobre su origen

Un estudio de la Universidad de Cambridge estima que un 37% de los españoles creen que el SARS-CoV-2 lo crearon unos científicos malvados en un laboratorio de Wuhan. Pero las pruebas apuntan en otra dirección. Y, hace unos días, la OMS dio por zanjado el asunto. El coronavirus es una zoonosis, una enfermedad infecciosa originada en animales que ha ‘saltado’ al ser humano.

Partículas del virus SARS-CoV-2, coloreadas en azul, vistas al microscopio de electrones.
Partículas del virus SARS-CoV-2, coloreadas en azul, vistas al microscopio de electrones.
Europa Press

El mito está extendidísimo. Ha corrido como la pólvora por grupos de Whatsapp y ha triunfado en los canales más conspiranoicos de Youtube. Tampoco ayudó demasiado que el expresidente Trump diera pábulo a esta teoría. A pesar de que parecía una locura (y de que ningún estudio científico serio respaldaba la idea de un virus artificial), la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió investigar esta posibilidad. Por eso, hace unas semanas envió a una comitiva de expertos a la zona cero de la pandemia: la ciudad china de Wuhan. Tras la correspondiente cuarentena de quince días, la misión de la OMS se puso manos a la obra para destapar la verdad.

Verdadero o falso

"Es extremadamente improbable que el coronavirus haya salido de un laboratorio", anunció la OMS en una rueda de prensa el 9 de febrero. No es nada nuevo, en realidad. Ya en abril del año pasado, la viróloga zaragozana Nerea Irigoyen decía, en una entrevista a Heraldo: "El SARS-CoV-2 […] tiene su origen en una especie animal". Por esas fechas, un estudio publicado en la prestigiosa revista ‘Nature Medicine’ también explicaba el origen del coronavirus. Tras analizar su genoma en detalle, concluyeron que era "improbable" que el bicho fuera fruto de la manipulación genética: "Nuestros resultados muestran claramente que el SARS-CoV-2 no se ha fabricado en un laboratorio", dice el trabajo en sus primeros párrafos.

Aun así, la delegación de la OMS estaba dispuesta a estudiar todas las hipótesis posibles y, durante este último viaje, visitó también el Instituto de Virología de Wuhan, un centro de investigación de la Academia China de las Ciencias. Algunos rumores (sobre todo los difundidos por Trump) apuntaban a esos laboratorios en concreto como un posible origen del brote. Pero nada más lejos. De hecho, Peter Ben Embarek, jefe del equipo enviado por la OMS, destacó los estrictos protocolos de seguridad del centro, especializado en estudiar patógenos de nivel 4. Estos bichos son malos malísimos, microbios que causan enfermedades muy contagiosas para las que todavía no tenemos curas eficaces, como el ébola. Los laboratorios de este tipo se consideran de ‘máxima bioseguridad’, los científicos llevan trajes presurizados, dos pares de guantes, y no pueden salir de ahí sin darse una duchita desinfectante. Es prácticamente imposible que un bicho se escape de un sitio así. Además, el informe de la OMS destaca que no hay ninguna publicación científica, ni tampoco informes y notas de los laboratorios de Wuhan que hablen del virus antes de la pandemia

Zoonosis

Las enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos se conocen como zoonosis. Ojo, el proceso contrario también existe, a veces los ‘malos’ somos nosotros y les pegamos infecciones a nuestras mascotas y ganado. En el caso del SARS-CoV-2, todo parece indicar que proviene de los murciélagos. El bichillo ha podido estar evolucionando y mutando durante años en murciélagos mientras ellos seguían su vida tranquilamente. Ya lo decía Irigoyen: "Los murciélagos tienen un sistema inmune muy peculiar que permite que sean portadores de varios virus sin que se vean afectados".

Los investigadores de la OMS sospechan que, antes de saltar a los humanos, el coronavirus pasó por alguna otra especie. Algunos indicios preliminares apuntaban a los pangolines, una especie de ratón con armadura. Ya se hizo famoso el año pasado cuando los científicos encontraron coronavirus con un genoma muy similar al SARS-CoV-2 y una estructura de la proteína espícula muy parecida a la del coronavirus. Pero nadie pudo demostrar su culpabilidad, aunque, seguramente, hubo algún intermediario entre murciélagos y humanos, según la OMS. "Nuestros hallazgos iniciales sugieren que la introducción a través de una especie anfitriona intermediaria es la vía más probable", dijo Embarek durante la rueda de prensa.

El trabajo de la OMS apunta a que el virus no salió de un laboratorio, y también sirvió para identificar casos que no estaban directamente relacionados con el mercado de Wuhan. Todo esto abre muchas otras preguntas: ¿cuál es la especie animal intermedia? ¿Cuál fue el primer caso en humanos? Habrá que seguir investigando.

De propina

Para qué engañarnos, la idea de un científico malvado creando un virus en un laboratorio para desestabilizar la economía mundial mola bastante. Sería un taquillazo. Pero, en general, los científicos suelen usar sus superpoderes para hacer el bien. Y, de hecho, hay un montón de grupos de investigación que estudian cómo modificar algunos virus para que nos ayuden a combatir enfermedades. En concreto, hay un tipo de virus conocidos como ‘fagos’ (casi como el famoso vino de Borja) que se dedican a matar bacterias a diestro y siniestro. Aislando los fagos adecuados, podríamos luchar contra varias enfermedades bacterianas y, modificándolos en el laboratorio con ingeniería genética, quizás incluso podríamos diseñar fagos a la carta para exterminar células tumorales. Aunque la mayor parte de terapias con fagos están todavía en fase experimental, ya se han utilizado para tratar infecciones de ‘superbacterias’ resistentes a antibióticos, como la que infectó al psiquiatra americano Tom Patterson durante unas vacaciones en Egipto. Virus de laboratorio que curan enfermedades: eso sí que mola. Muy pronto en los mejores cines.

Para saber más

En 1854, una devastadora epidemia de cólera azotaba Londres. El libro de Steven Johnson ‘El mapa fantasma’ (Capitán Swing) narra las labores detectivescas de John Snow y Henry Whitehead para localizar el origen el brote. Más allá de lo interesante que resulta descubrir los paralelismos entre ambas epidemias, el libro da un mensaje esperanzador. La ciencia y la investigación pueden ayudarnos a entender mejor cómo se transmiten los patógenos. Ahora mismo, puede haber millones de virus pululando por ahí que, en algún momento, salten a los humanos como el coronavirus. Los descubrimientos de Snow sobre el cólera transformaron las metrópolis modernas. Y entender mejor el origen del coronavirus nos ayudará a cambiar nuestro estilo de vida para evitar otra pandemia como esta.

Fernando Gomollón Bel (@gomobel) Químico y divulgador científico

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