SOCIEDAD

Quince autonomías han duplicado el nivel de riesgo extremo fijado por Sanidad

La decisión del Ministerio de evitar medidas comunes por la diferencia de casos entre regiones choca con el análisis de las incidencias acumuladas.

- La decisión del Ministerio de evitar medidas comunes por la diferencia de casos entre regiones choca con el análisis de las incidencias acumuladas
Personal médico en una uci del hospital Puerta de Hierro de Madrid
Personal médico en una uci del hospital Puerta de Hierro de Madrid
JuanJo Martín/EFE

Seis comunidades y el país en su conjunto registraron el viernes, último día con datos nacionales disponibles, la mayor incidencia acumulada de toda la pandemia. Aun así, el Gobierno central se resiste a tomar medidas comunes y continúa dejando en manos de las comunidades las restricciones esgrimiendo, entre otros argumentos, que los contagios son asimétricos, es decir, que la covid-19 no está castigando a todas las regiones por igual. Pero un análisis de las incidencias acumuladas desde agosto muestra que casi todas las regiones comparten los altibajos de los positivos y cuando no es así, no es porque las que peor están mejoren, sino porque las que mejor están empeoran.

El puente del 1 de noviembre se produjo un hecho chocante para quienes han seguido el desarrollo de la covid-19 en España. Ese fin de semana largo, por primera vez, la incidencia acumulada de Asturias superó a la de Madrid. El Principado, que, junto con Galicia, había sido la comunidad peninsular con menos casos de coronavirus durante la primera ola, contabilizó 416 contagios por cada 100.000 habitantes a 14 días. Madrid, la región más castigada, se situaba en 414.

Desde el fin del primer estado de alarma y con el comienzo de la desescalada, el Ministerio de Sanidad ha justificado que las comunidades decidieran sus propias medidas, más allá de unas cuantas directrices comunes, pero flexibles, en la convicción de que la pandemia estaba golpeando al país de forma asimétrica. Mientras algunas autonomías mantenían incidencias acumuladas de riesgo bajo o medio, otras eran incapaces de bajar del riesgo extremo durante semanas.

Pero este indicador, el que más relevancia ha tenido a la hora de tomar restricciones, muestra que quince comunidades (todas salvo Canarias y Galicia) han tenido en algún momento desde finales de agosto (inicio de la segunda ola) incidencias acumuladas superiores a los 500 casos por cada 100.000 habitantes, el doble de los 250 contagios que el Ministerio de Sanidad y las autonomías marcaron como riesgo extremo y veinte veces más que el objetivo marcado por el Gobierno, una tasa inferior a 25 positivos. La asimetría, en todo caso, era entre las que estaban muy mal y las que estaban peor todavía.

Además, los picos en todo el país han coincidido: en las primeras semanas de noviembre y en el periodo actual, mediados de enero, se han registrado los máximos de casi todas las regiones. Con pequeñas diferencias, las curvas de la incidencia acumulada de todas las autonomías desde el verano coinciden.

"Respecto a las restricciones, tiene que existir un común denominador entre las autonomías. Cuando todo el país está en riesgo extremo, las decisiones no deben estar en manos individuales", señala Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Microbiología en la Universidad CEU San Pablo.

Nistal expone dos casos concretos en los que la falta de medidas comunes perjudicó a los territorios. El primero, Asturias, que dados sus buenos datos de la primera ola, decidió relajar las restricciones durante el verano. El resultado, un aumento de la incidencia paulatino, continuo y sin freno desde los 31 casos por 100.000 habitantes del 20 de agosto a los 649 del 19 de noviembre. El segundo ejemplo es Extremadura, que el 7 de diciembre, en pleno puente de la Constitución, tenía una 'envidiable' incidencia de 187 casos. La Junta no decretó el cierre perimetral de la región, que recibió turistas sobre todo desde Madrid, una de las pocas comunidades que también estaba abierta, y un mes y una semana después, Extremadura está en transmisión comunitaria descontrolada, con 1.220 casos por cada 100.000 habitantes.

"La clave está en la restricción de la movilidad. Mientras haya comunidades que permitan el tránsito, será muy difícil controlar la tercera ola. Lo hemos visto también en países como Hungría, Polonia o Grecia, que sobrellevaron mejor la primera ola, pero que después, al relajar las medidas, se han visto igual de castigados que el resto por las siguientes", señala Nistal.

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