jóvenes que inspiran

"En mayor o menor medida, todos hemos perdido algo este año, pero no podemos acabarlo sin haber aprendido nada"

Raquel Andía es enfermera y Lucas García terapeuta ocupacional en una residencia. Son pareja, y ambos saben lo que significa trabajar en primera línea contra el virus.

Las auxiliares María José, Silvia y Lara y la enfermera Raquel, colocándose los equipos de protección para la jornada.
Las auxiliares María José, Silvia y Lara y la enfermera Raquel, colocándose los equipos de protección para la jornada.
Raquel Andía

El coronavirus ha tocado a la puerta de muchas familias desde marzo, aunque lo ha hecho de manera diferente. En ocasiones, ha entrado hasta el salón y se ha marchado solo. En otras, ha salido acompañado por algún ser querido. Y, en otras, hacen lo que pueden por que no cruce el umbral, aunque salgan a convivir con él casi cada día. En esta última se enmarca el hogar de Raquel Andía, enfermera en la planta de Neurocirugía del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, y Lucas García, terapeuta ocupacional, que ejerce en la residencia de la Fundación Rey Ardid de Juslibol. Sus labores, como las de tantos otros sanitarios, se vieron trastocadas en marzo por la pandemia, y ambos coinciden en que ha sido una de las situaciones más duras que les ha tocado vivir.

"A mitad de marzo mi servicio en el Clínico se convirtió en planta de sospechas Covid y de un día para otro la forma de trabajar cambió", explica Raquel Andía. "Había un trasiego continuo de pacientes. Los protocolos cambiaban a diario, la falta de equipos de protección hizo de las primeras semanas un caos hasta que nos ubicamos y aprendimos a trabajar de aquella manera, que después se convirtió en una rutina más. Trabajamos en un equipo donde las tareas quedaron un poco desdibujadas, todos hemos hecho labores de enfermería, de auxiliares de enfermería, celadores, limpieza, administración o psicología. Se intentaba tener todo limpio cada turno por la seguridad de todos... Y, a día de hoy, seguimos limpiando todo aquello que manipulamos con más frecuencia y seguimos los protocolos establecidos en cuanto a visitas o las habitaciones cerradas, por ejemplo", añade.

Por su parte, Lucas García, recuerda que desde que comenzó todo esto, en la residencia tuvieron que hacer frente a muchos cambios y muy drásticos, desde el cierre de las puertas a las familias, reestructuración de las unidades de convivencias, uso de EPIS, medidas de seguridad… "El día a día se ha visto alterado principalmente porque en la residencia ya no hay familiares, y esto para los residentes ha sido una situación en algunos casos difícil de entender y asumir. Al principio usábamos tablets para hacer videollamadas y hemos tenido que adaptar espacios para hacer visitas sin contacto, así como designar nuevas funciones o cometidos a los diferentes profesionales del centro, con el fin de seguir dando una atención y un trato lo más centrado posible en las necesidades de todos nuestros residentes", prosigue el joven.

"Luego llegas a tu casa y lloras, y no le cuentas a tu familia todo porque también los quieres proteger"

Debido a sus profesiones, en casa de esta pareja zaragozana las precauciones debían continuar con el mismo ahínco. "Los primeros días dudamos sobre si separarnos en casas distintas, porque la nuestra es pequeña y no sabíamos muy bien qué se nos venía encima, pero los dos tenemos personas de riesgo a nuestro alrededor y era peligroso, por lo que decidimos asumir el riesgo juntos", comienza la enfermera. "Por suerte, Lucas puede ir andando a trabajar, así yo puedo ir con el coche evitando exposición en el transporte público", razona.

"Como en todo, hemos tenido que incluir nuevas rutinas en cuanto a medidas de seguridad o limpieza. as rutinas de limpieza en casa se han intensificado: cuando llegamos a casa, nos lavamos las manos con gel hidroalcohólico, nos descalzamos y sacamos los zapatos y la ropa a la terraza para dejarla en "cuarentena" y nos duchamos", prosigue él. 

"Las reuniones sociales las hemos tenido que adaptar a la situación actual. Somos conscientes de los sitios en los que trabajamos. Todo influye y hace que intentes tomar las medidas de seguridad oportunas tanto en el ámbito personal como en el familiar y social".

Lucas García y Raquel Andía, en sus respectivos lugares de trabajo.
Lucas García y Raquel Andía, en sus respectivos lugares de trabajo.
L. G. y R. A.

"Creo que todo esto nos ha cambiado la vida, ha significado un cambio en la forma que tenemos de vivir el día a día y de relacionarnos. Ahora analizamos mucho más las situaciones y valoramos si son seguras o no en lo referente al COVID. Intentamos llevar una vida lo más normal posible, pero sabiendo convivir con el hándicap que este virus supone", reflexiona el profesional sanitario, ante lo que elle añade: "El ser humano necesita de otros para vivir y ahora la distancia ha resultado ser la mejor forma de quererse. En mayor o menor medida todos hemos perdido algo este año, pero no podemos acabarlo sin haber aprendido nada".

¿Qué es lo peor que habéis vivido durante la pandemia?

"Para mí una de las cosas más difíciles fue cuando tuvimos que comunicar a los familiares que, debido a las noticias del avance del COVID, se cerraba la residencia a las visitas", comienza Lucas. "Estuvimos toda la mañana llamando entre todos a los familiares para explicarles la decisión y dar un mensaje de calma y positividad. En nuestro caso, decidimos cerrar unos días antes de que saliera la normativa, por lo que había una mezcla de opiniones y sensaciones entre los familiares. Creo que aquella mañana no la olvidaremos nunca y no fue fácil para nadie".

"Para mí fue demoledora la primera vez que escuché in situ cómo un médico transmitía nefastas noticias a una hija", relata la joven enfermera. "En un contexto como este, todo tiene mayor carga emocional y la energía es diferente, ningún ser humano está preparado para comunicar tan malas noticias con tanta frecuencia como lo hace el equipo de medicina, ellos tienen una labor muy dura. Luego llegas a casa y lloras, y no le cuentas a tu familia todo porque también los quieres proteger. Es muy duro escuchar al teléfono a familias rotas pidiendo noticias de sus seres queridos cuando tienes prohibido dar información. Y es que a lo mejor su familiar puede que fallezca en tu turno y te parten frases como “Cógele la mano y dile que le quiero, que ha sido el mejor padre del mundo”. Y lo haces, porque esto también forma parte de cuidar". 

"Es muy duro que te digan “Cógele la mano y dile que le quiero, que ha sido el mejor padre del mundo”. Y lo haces, porque esto también forma parte de cuidar"

Pero a pesar de todo lo que han visto estos meses, también quieren sacar algo positivo de esta experiencia que ha marcado, por el momento, este 2020. "Si hay algo que hemos destacado ha sido el aprender a trabajar en equipo, a ser menos individualistas. Sin duda haberlo vivido de cerca también tiene la parte positiva de la conciencia de las cosas importantes que ahora tienen más valor si cabe, el amor, la lealtad de una buena amistad, el privilegio de tener una familia completa y sana", destaca Raquel. 

Para el terapeuta ocupacional, lo mejor de todo es la situación actual que tienen en la residencia. "Está muy a la orden del día que los centros de mayores son de los lugares más castigados por esta pandemia. Pero la verdad que en mi residencia no hemos tenido ningún brote por COVID en los residentes, y eso indica que estamos haciendo las cosas bien y te motiva a seguir en la línea de trabajo que estamos llevando. Por otro lado, cuando se nos autorizó a realizar las visitas sin contacto, fue un momento muy emotivo. Aunque aún no se han podido abrazar ni besar, es muy bonito cuando se ven y pueden compartir un rato juntos o cuando mandamos fotos o videos de los residentes a sus familiares haciendo las actividades del día a día. Hemos intentado que su rutina se vea alterada lo menos posible y hacerles llegar a los familiares estas noticias genera unos mensajes de cariño y felicidad muy positivos".

Mucho por reivindicar

"Creo que vivimos una situación muy compleja y cambiante y tenemos que tener paciencia", opina Lucas. "Me gustaría que todos los que podemos poner algo de nuestra parte para favorecer que esta situación se revierta, lo hagamos. También creo que no nos debemos olvidar de todos los esfuerzos que hemos hecho, tenemos que estar unidos como sociedad y seguir respetándonos y trabajando unidos. Por otro lado, me gustaría que dotasen de los materiales y recursos necesarios a aquellas profesiones y sectores que lo necesiten para poder trabajar de forma segura".

Raquel, por su parte, quiere romper una lanza en favor del colectivo de su profesión. Para esta enfermera hay muchas cosas que reivindicar, pero hay una que desea subrayar especialmente: "Que las especialidades de enfermería tengan sus propias bolsas de trabajo, y que se cree de una vez por todas especialidades de urgencias, cuidados intensivos, quirófano... Por desgracia creo que está situación tampoco será el detonante que la cree. Yo misma me he tenido que ir a estudiar a Murcia para formarme en emergencias y, a día de hoy, soy enfermera en una planta de hospitalización. Y no tiene ningún sentido. Que una persona que no ha estado nunca en contacto con un paciente crítico, se vea abocada a que su primer día de trabajo sea en una urgencia o una UCI no es seguro para nadie. Ni para el paciente, ni para los compañeros, ni mucho menos, a nivel de salud mental, para la persona que va a trabajar".

"Tenemos esa creencia de que la enfermera vale para todo y, sin embargo, a nadie se le ocurriría pedirle a un traumatólogo que opere una catarata"

Para ella, el sistema falla desde la base. "Bajo amenaza de penalización sin trabajar durante incluso un año, tienes que aceptar los contratos, te vengan bien o mal, sepas o no del servicio, y sean de un día, una semana o tres meses. Tenemos esa creencia de que la enfermera vale para todo y, sin embargo, a nadie se le ocurriría pedirle a un traumatólogo que opere una catarata, ni a un oftalmólogo que te ponga una prótesis de cadera. Y es que el Estado se gasta mucho dinero en formar en especialidades ya creadas que no tienen reconocimiento, y puedes tener una persona formada en pediatría trabajando en otro servicio, y sin embargo tener en un servicio infantil a alguien que no sabe y no quiere trabajar con niños porque no le ha quedado alternativa. Es de locos", subraya.

¿Héroes?

Lucas García y Raquel Andía, antes de la pandemia.
Lucas García y Raquel Andía, antes de la pandemia.
Raquel Andía

Mucha gente ha tildado de héroes a los sanitarios, añadiéndoles una capa y unos superpoderes que, en el fondo, son un cóctel de fuerza de voluntad, madurez, sentido de la responsabilidad, predisposición, valentía y un gran corazón. Pero, ¿cómo se ven ellos mismos?

"Yo no me considero como tal, elegimos libremente nuestra profesión, y por ello hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos, pero exigimos las condiciones que merecemos, la vocación no justifica la explotación, porque esos “héroes” agotados no podrán cuidar de nadie si no se les cuida" reivindica la joven. "Sin duda la humanización es uno de los pilares fundamentales de nuestras profesiones, pero queda mucho que trabajar en este aspecto. Es indiscutible que, si tuviéramos más personal implicaría menos ratio, y esto nos permitiría dedicar más tiempo a nuestra labor aportando unos cuidados de calidad", añade ella.

"Tampoco creo que seamos héroes, pero con esta situación sí que se ha dado más visibilidad a ciertas profesiones y se ha podido ver lo importantes que son. Intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor que sabemos y podemos. Al final, no creo que tengamos superpoderes ni nada por el estilo. En nuestro caso, desempeñamos nuestras profesiones por vocación, lo hacemos involucrándonos al 100% y lo seguiremos haciendo", le sigue su compañero.

De joven a joven

"A los jóvenes les diría que no desaprovechemos la oportunidad de demostrar al mundo que somos capaces de poder con esto, que cada uno de nosotros forma parte de esta realidad y tiene algo que aportar. No podemos controlar todo en esta situación porque hay variables que se nos escapan, no se trata de vivir con miedo pero sí de respeto y conciencia. Nosotros daremos el 200% en nuestro trabajo si hace falta pero necesitamos de vuestra ayuda", asegura Raquel.

"Muchos somos el presente y el futuro de muchas profesiones, tenemos que demostrar que estamos ahí"

"Muchos somos el presente y el futuro de muchas profesiones, tenemos que demostrar que estamos ahí, que podemos aportar muchas cosas buenas y debemos potenciarlas y ponerlas en valor. No creo que debamos vivir con miedo o dejar de vivir, pero es el momento de hacerlo con prudencia y concienciados de que a día de hoy tenemos una situación que requiere de la colaboración de cada uno de nosotros y nuestras acciones de hoy pueden ser muy relevantes para un futuro cercano", concluye Lucas.

¡Únete a nuestra newsletter!

Apúntate a la newsletter de Heraldo Joven y recibe cada semana en tu correo recomendaciones de libros, series, acertijos... y otras propuestas que no te dejarán indiferente.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión