Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquellos maravillosos inventores

La larga historia de la afeitadora 'philipshave' y la Philips Company

Desde hace más de cien años, la I+D como pilar de la empresa no cesa de dar frutos: de las bombillas de argón al CD, pasando por la exitosa 'philipshave'.

Primera afeitadora Philipshave, 1939
Primera afeitadora Philipshave, 1939
Royal Philips

Alentado por su padre Frederik, un próspero banquero y comerciante de tabaco y café, quien, según parece, estaba convencido de que la luz eléctrica era el negocio del futuro, y apoyado por la estabilidad financiera que aquel le garantizaba, el joven Gerard Philips se formó como ingeniero eléctrico concienzudamente. 

Así, tras graduarse como ingeniero mecánico en la Escuela Politécnica de Delft en 1883, comenzó a trabajar en una naviera holandesa antes de trasladarse, en 1885, a Glasgow, donde se matriculó en su prestigiosa universidad, a fin de completar su formación. Apenas un año después se incorporaba al grupo universitario liderado por William Thomson y dedicado a la investigación en electromagnetismo

En 1887 comenzaba a trabajar en la compañía londinense Anglo American Electric Light Pincel Corp Ltd., donde dirigió diversos proyectos de electrificación tanto en Gran Bretaña como en el continente. Y en 1890 se convertía en el representante para los Países Bajos de la potente AEG alemana.

Un periplo profesional y formativo que además le proporcionó numerosos contactos y que desembocó, en 1891, en la fundación de su propia compañía electrotérmica, la Philips Company, en asociación con su padre, quien se encargó de financiarla. 

Bombilla incandescente con filamento de carbono, 1892
Bombilla incandescente con filamento de carbono, 1892
Royal Philips

Establecida en la localidad holandesa de Eindhoven, la empresa se centró en la fabricación de lámparas incandescentes de filamento de carbono. A pesar de ser un mercado ya bastante explorado y explotado a esas alturas, la Philips consiguió hacerse con un hueco en el mercado aprovechándose de que en Holanda la ley de patentes estaba suspendida, lo que permitía a la compañía aplicar y trabajar sobre diseños ya existentes. Ello, unido al talento y capacidad que demostró Gerard para refinar y optimizar el diseño y el proceso de producción de los originales, permitió a la compañía fabricar componentes eléctricos - sobre todo bombillas- de mayor calidad, fiabilidad y durabilidad a un precio asequible.

Personal de Philips & Co en 1893
Personal de Philips & Co en 1893
Royal Philips

Un prestigio que, sin embargo, no evitó que desde el principio la compañía se enfrentase a graves dificultades económicas, al no poder competir en volumen de producción con las grandes empresas eléctricas ya bien establecidas del continente, especialmente las alemanas. De tal suerte que, en 1894 y acuciados por las pérdidas del negocio, padre e hijo decidían poner fin a su aventura empresarial y poner a la venta la empresa. Algo que, sin embargo, no llegó a consumarse, ya que la única oferta que recibieron les resultó inaceptable.

De este modo, los Philips se vieron abocados a jugársela al todo o nada y darle una última oportunidad a su compañía. Una apuesta para la que incorporaron a Anton el hermano pequeño de Gerard. Fue este quien, gracias a su pericia comercial, iba a conseguir reflotar la compañía y favorecer su progresivo crecimiento económico, hasta llegar a establecerla como una de las más importantes de sector en Europa. 

Entre 1895 y 1905 la producción de bombillas se multiplicó por 10, para alcanzar las 20.000 unidades diarias. En 1908 creaba su propio laboratorio químico y un año después, una fábrica de máquinas eléctricas, todo ello para no depender de suministradores externos. Medidas que propiciaron que en ese periodo la plantilla pasase de 400 a 2.000 trabajadores.

Finalmente, en 1912 la Philips & Company se convertía en sociedad limitada y comenzaba a cotizar en bolsa con la denominación de NV Philips Gloeilampenfabrieken y bajo la presidencia de ambos hermanos.

Visión empresarial

Sin embargo, el éxito a largo plazo de la Philips no se cimentó ni en el talento como ingeniero e inventor de su fundador ni en el de su hermano en el ámbito comercial, sino en la visión empresarial que ambos mostraron, y que les llevó a adoptar dos novedosas y a la postre definitivas líneas de actuación. 

Plantilla de Philips en Eindhoven (Países Bajos) en 1910.
Plantilla de Philips en Eindhoven (Países Bajos) en 1910.
Royal Philips

Por un lado, y ya desde un primer momento, los Philips entendieron que el éxito de una empresa dependía irremediablemente de sus empleados, de contar con una plantilla de trabajadores competente y leal. Lo que les llevó a implementar toda una serie de medidas y beneficios sociales: sus trabajadores tenían garantizado el acceso a vivienda, escuelas para sus hijos, hospitales propios y asistencia médica gratuita. Contrataban a mujeres que ya eran madres y les ofrecían una flexibilidad horaria para que pudiesen volver antes a casa. Además, se preocuparon por que las condiciones en sus fábricas fueran lo más seguras para sus operarios, con sistemas de extracción de vapores, gases y polvo. Y también adoptaron la medida de delegar y repartir la autoridad y la toma de decisiones, consiguiendo de este modo que todo el mundo se sintiese partícipe del éxito de una compañía que aspiraba a ser una gran familia. 

Y no solo eso, sino que su preocupación y atención se extendió al impacto que sus fábricas tenían en la ciudad, lo que les llevó a fundar, en 1913, un club deportivo, el PSV, que pasease el nombre de la localidad por todo el país para disfrute y orgullo de sus vecinos.

Experimentación con luz en el laboratorio de física de Philips en 1916.
Experimentación con luz en el laboratorio de física de Philips en 1916.
Royal Philips

La otra gran y decisiva medida adoptada por los hermanos Philips consistió en la creación, en 1914, de un potente laboratorio de desarrollo e investigación. Con ello la compañía no sólo iba a evitar depender de tecnologías y patentes foráneas –y de las constantes demandas y litigios que ello implicaba-, sino que se elevaba a un nuevo nivel y ella misma se iba a convertir en pionera e impulsora de nuevas tecnologías, además de permitirle diversificar sus áreas de actuación, que con el tiempo abarcarían la medicina, las comunicaciones y los pequeños electrodomésticos. 

Para dirigirlo, contrataron al joven físico Gilles Holst (1886-1968), quien venía avalado por su decisiva contribución en el descubrimiento del principio de superconducitividad mientras trabajaba en el grupo de investigación liderado por Onnes en la Universidad de Leyden. Holts estuvo hasta 1946 al frente del laboratorio que, bajo su dirección, se convirtió no solo en uno de los pilares de la empresa, sino también en una de las más prestigiosas instituciones científicas y tecnológicas del mundo, donde iban a trabajar importantes científicos e ingenieros como Casimir o De Vries.

Por otro lado, la neutralidad de Holanda en la I Guerra Mundial jugó a favor de la compañía. La disminución de la producción de carbón y con ello de gas propició que se potenciase el uso de la electricidad. Y con el resto de grandes empresas europeas limitada por el conflicto, la Philips alcanzó un gran éxito de ventas con su novedosa bombilla de gas argón (desarrollada por Holst en 1915). El enfrentamiento también propició que, a fin de evitar las dificultades y prohibiciones derivadas del mismo en el suministro de gas argón y vidrio, la Philips estableciese sus propias factorías en 1916.

Ya antes de la guerra, en el año 1914, la compañía había abierto sus primeras fábricas en Estados Unidos y Francia, comenzando así su expansión mundial. Una expansión que, al finalizar el conflicto, recibió un importante impulso, con el establecimiento de sucursales en otros 14 países europeos, China, Brasil y Australia.

Primer tubo de rayos X de Philips, 1918
Primer tubo de rayos X de Philips, 1918
Royal Philips

Además de la exitosa bombilla de argón, durante ese periodo el laboratorio liderado por Holst se centró en la investigación de los rayos X –y su aplicación en medicina-, y en las comunicaciones por ondas de radio. Lo que propició el desarrollo de novedosos productos en ambos campos y, en consecuencia, el establecimiento de nuevas líneas de producción de tubos de rayos X y válvulas de radio. Mercados que capitalizó la Philips.

El crecimiento de la compañía resultaba imparable, lo que se tradujo en la creación, en 1920, de la sociedad financiera N.V. Gemeenschappelijk Benzit van Aandeelen Philips Gloeilampenfabrieken (conocida como N.V. Benzit), que, presidida por Gerard y Anton, asumía el control de la compañía Philips. En 1922, Gerard se retiraba, dejando al mando de la misma a su hermano Anton, quien en los siguientes e inmediatos años iba a impulsar un nuevo y decisivo cambio de estrategia que llevó a la Philips a abandonar su tradicional producción de componentes para equipos para pasar a producir y comercializar equipos completos, empezando por el grabador acústico Philigraph y el pentodo Miniwatt, ambos en 1926 y, un año más tarde, el primer modelo de receptor de radio Philips.

Como no podía ser de otra forma, la Gran Depresión del 1930 también sacudió a la Philips, que se vio obligada a grandes recortes y despidos. Pero pudo recuperarse merced al éxito de sus equipos de radio domésticas –que le iban a convertir en el primer fabricante mundial del sector en 1933- y a nuevos productos desarrollados en su laboratorio, como la lámpara de vapor de sodio, en 1932, y, en 1939, la exitosa máquina de afeitar eléctrica 'Philipshave', que se convirtió en un hito de la compañía y que marcó un nuevo giro en su estrategia comercial, que viró a los pequeños electrodomésticos. Ese mismo año de 1939 y con la compañía ya totalmente recuperada, Anton abandonaba la presidencia de la misma, dejándola en manos de su yerno Frans Otten y con su hijo Frits Phlips como director.

Ambos debieron afrontar nuevas dificultades. Empezando por la creciente amenaza que representaba la Alemania nazi, lo que motivó la fundación la North American Philips Corporation en EE. UU. en previsión de una presumible ocupación de los Países Bajos. Y cuando esta se produjo, con el traslado de la dirección de la compañía a Londres, mientras Frits Philips permanecía en Holanda supervisando el trabajo de las fábricas.

Primer televisor Philips, 1950
Primer televisor Philips, 1950
Royal Philips

Tras el fin de la II Guerra Mundial, gran parte de las numerosas fábricas de la Philips que se habían visto afectadas y dañadas fueron restauradas, al tiempo que la compañía iniciaba una nueva fase de expansión mundial que implicaba asimismo dotar de una mayor autonomía y capacidad a las organizaciones y sucursales de los distintos países para evitar dificultades legales y administrativas. Al tiempo que el laboratorio de desarrollo e investigación se consolidaba como pilar fundamental de la compañía y se convertía en una organización internacional con ocho laboratorios independientes distribuidos por Europa occidental y EE. UU. Todo ello sin dejar de generar nuevos productos e innovaciones tecnológicas como nuevos materiales magnéticos y semiconductores; o transistores y circuitos integrados que garantizaron e impulsaron el tránsito a la era electrónica.

Laboratorios de los que salieron el CD y el lector láser

Desde los años sesenta y hasta la actualidad, la compañía ha conseguido mantener su privilegiada posición –a partir de 1997 rebautizada como Koninklijke Philips Electronics N.V.- a pesar de la creciente competencia proveniente del mercado asiático y a su fracaso en el campo de la informática. Algo que ha conseguido gracias sus omnipresentes laboratorios de investigación capaces de desarrollar productos tan exitosos como el CD (1983) o el lector láser (1975) en el ámbito de los electrodomésticos, a la vez que sus innovaciones en el campo de la medicina permitían un giro hacia la industria médica, en la que la Philips se ha convertido en líder en producción de equipos como desfibriladores, equipos de ultrasonidos y TAC. Y todo ello sin renunciar a sus orígenes, como lo demuestra la pervivencia del PSV convertido en un histórico del fútbol europeo.   

Miguel Barral Técnico del Muncyt

Esta sección se realiza en colaboración con el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología

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