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"Las notas de este curso son un espejismo: las vacaciones no pueden ser de tres meses"

Sí ya de por sí la disyuntiva: deberes, sí, deberes, no, levanta polvaredas en la comunidad educativa -y sobre todo entre los padres-, ahora, tras un final de curso tan atípico la cuestión de los deberes, este verano, se torna en la tormenta perfecta.

Las vacaciones no deben prolongarse durante los tres meses de verano
Las vacaciones no deben prolongarse durante los tres meses de verano
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“Los padres responsables deben entender que sus hijos se merecen unas vacaciones, literales, es decir, como las que queremos los adultos, sin obligaciones; pero esta situación no puede durar los tres meses de verano”, afirma la psicopedagoga zaragozana Olga Lázaro. 

Y no puede prolongarse durante tanto tiempo porque, en opinión de la experta, las notas de este curso de nuestros hijos han sido “aupadas”; en otras palabras, que no se corresponden con la realidad. “Niños que no llevaban un buen ritmo académico durante las primeras evaluaciones han conseguido, de manera no real, superarlo, incluso, con buenas notas. Y esto es un problema muy serio”, argumenta Lázaro. Y este espejismo, esta falsa realidad, confunde a niños y adolescentes, “porque ellos deducen que sus dificultades, sus malos hábitos y ritmos han desaparecido y se creen con más derechos, cuando en realidad -insiste- han conseguido unas notas que no se ajustan a la realidad, aunque luego cada docente haya emitido un informe particular”. “Niños que tenían 4 y 5 suspensos han terminado el curso con todo aprobado, por lo que el mensaje que reciben es: “Tranquilo, todo está muy bien”.

"Septiembre va a ser duro, en el mundo real, sobre todo para los alumnos de secundaria" 

La psicopedagoga carga las tintas en la actitud de los padres, que debemos ser conscientes, en todo momento, “del hijo que teníamos antes del confinamiento y de cómo iba avanzando en sus estudios” y seguir las orientaciones del centro educativo para alcanzar, de una manera ‘normalizada’, septiembre, “porque va a ser duro, en el mundo real, sobre todo para los alumnos de secundaria”.

Pero lo peor de todo es que ese mensaje de tranquilidad lo están recibiendo también los padres, que “piensan que sus hijos han conseguido los objetivos, cuando ni han tenido exámenes presenciales ni un contexto educativo real. Sencillamente -argumenta la psicopedagoga- se han tomado medidas excepcionales ante una situación única. Los chavales tienen que desarrollar no solo sus capacidades, sus conocimientos, que los pueden reforzar el curso que viene, sino también determinadas actitudes de esfuerzo, interés sostenido y automotivación, que no han desarrollado durante el confinamiento, y que se crean a través de hábitos, que no se han desarrollado en todas las casas".

Pero... ¿y el tema emocional? Son muchos los padres y docentes que afirman que este debe primar, en estos momentos, por encima del académico... "Si yo no tengo éxito escolar, pasando de curso -responde tajante Lozano- por mucho que tenga desarrollado el ámbito social y emocional, no voy a ser feliz. Nos equivocamos cuando pensamos que los niños tienen que vivir siempre en un mundo feliz, sin frustraciones. Y, sin embargo, tienen que estar preparados para vivir estas experiencias, para aprender también de las emociones negativas". "Tenemos que prepararlos, porque un suspenso, también puede ser un fracaso, para ellos y para muchos padres".  

Los repasos de verano

El miedo de los padres ante posibles contagios y la psicosis generada por la covid-19 se ha notado mucho este verano en el volumen de alumnos que acuden a Piquer Enseñanza, en Zaragoza, un centro que cuenta ya con más de 30 años de experiencia en el ámbito educativo, a la hora de mejorar el rendimiento académico de los alumnos. De hecho, esa "psicosis” ha sido una de las principales causas por las que este verano no abrirá sus puertas El Colegio de Verano Piquer -todo un clásico-, al que todos los años acudían cientos de alumnos de ESO y bachiller, procedentes de Aragón y de otras comunidades autónomas, en régimen de internado, a prepararse para superar los exámenes de septiembre y a convivir con otros compañeros.

En estos momentos, en las instalaciones de Piquer Enseñanza, se preparan para el curso que viene, refuerzan sus conocimientos y competencias, de forma presencial -principalmente en matemáticas, física y química, lengua e inglés-, 60 alumnos de Primaria, ESO y bachillerato, “cuando lo habitual, en un mes de julio, era contar con unos 300 alumnos”, señala Miguel Ángel Heredia, director general del Grupo Piquer. Un descenso considerable que Heredia califica de “preocupante, ya que los alumnos han pasado mucho tiempo confinados trabajando con un metodología ‘online’, totalmente diferente, que ha cambiado sus rutinas, y, ahora, es necesario recuperar esos hábitos de estudio en el aula y su autonomía. Además, lamentablemente, el nivel ha bajado muchísimo”. “Si un chaval de ESO o bachiller no ha adquirido esas competencias necesarias en las asignaturas troncales, el año que viene irá perdido, porque, además -y en esto Heredia coincide con el punto de vista de la psicopedagoga- va a ser un curso muy duro. Va a ser muy difícil recuperar todo lo que se ha quedado atrás durante el confinamiento”.

"Lamentablemente, durante estos meses de confinamiento, el nivel ha bajado muchísimo" 

Al haber promocionado de curso la inmensa mayoría de los alumnos, muchos padres, reflexiona Heredia, “piensan que ya no tienen nada que estudiar este verano, y como, además, los exámenes de septiembre se han trasladado a junio…”. Este cambio, precisamente, es muy criticado por el director general del Grupo Piquer, que califica de "barbaridad" que un alumno que ha suspendido cinco asignaturas el 10 de junio tenga que presentarse a las recuperaciones a los pocos días. "Esta -afirma- es una manera de condenarlo a que al final repita curso”. 

Con décadas de experiencia a sus espaldas, para Heredia "la educación deber ser presencial, exige un seguimiento personalizado por parte de los tutores, sobre todo de esos alumnos que necesitan refuerzos especiales”. Y con respecto a la educación ‘online’, de la que ahora tanto se habla, opina que, “efectivamente, puede ser un refuerzo, una solución puntual, pero nunca una alternativa, porque los chavales necesitan socializar”. “Estoy convencido -concluye- de que si el confinamiento hubiera durado más tiempo, nos encontraríamos ahora con serios problemas psicológicos”.

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