Sociedad

EDUCACIÓN 

El respeto, base de la educación de los hijos

Hay faltas de respeto que ya sabemos que lo son y por ello las evitamos. Pero hay otras muy sutiles, igual de perjudiciales, que hay que tratar de evitar.

A veces, nuestra mala gestión del tiempo hace que ellos sufran nuestro estrés
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El respeto es una importante base para la autoestima de los niños y niñas en un futuro y una especie de garantía para una buena salud mental. Hay faltas de respeto que ya sabemos que lo son y por ello las evitamos. Pero hay otras muy sutiles, igual de perjudiciales, que hay que tratar de evitar. Y, para lograrlo, podemos seguir estas sencillas pero eficaces pautas.

Hablar de los niños delante de ellos como si no estuvieran

Obviarles de esta manera, les transmite el mensaje de que no existen, de que no son dignos de ser tenidos en cuenta, de que no tienen opinión, de que no se pueden defender porque no les damos la opción de que participen en la conversación.

Contagiarles nuestras prisas

A veces, nuestra mala gestión del tiempo hace que ellos sufran nuestro estrés. Cada uno tiene su ritmo. Trata de evitar frases como: "Venga, date prisa, vamos tarde, eres un lento...". Respetar sus ritmos es importante.

Sus sensaciones corporales

La cantidad que quieren comer, el frío o el calor que tienen… Está claro que hay unos mínimos para que su salud no se resienta. Pero, a veces, nos empeñamos en que coman más o se abriguen a pesar de que no sientan esa necesidad. Así, les hacemos desconfiar de sus percepciones, además de no ser respetuosos con ellos.

Evitar siempre amenazarles

Las amenazas sirven de poco. Es mejor utilizar normas en vez de castigos improvisados. Fijadas con antelación, negociadas y razonables, las normas les dan la opción de saber a qué se atienen. Cuando les amenazamos, estamos transmitiéndoles que son malos. Para ellos es muy importante sentir que son buenos. Es un concepto que va más allá de la bondad. Está relacionado con ser dignos, importantes y ‘queribles’.

Me has decepcionado

Los hijos no están para hacernos felices o agradarnos. Utilizar fórmulas, como decirles: "Me has decepcionado" son útiles para modificar su conducta, pero son muy poco respetuosas. Tratarles así es hacerles chantaje emocional. Además de que es perjudicial para su desarrollo y nuestra relación, estaremos enseñándoles una forma de comunicarse bastante tóxica, como es la manipulación.

Descalificarles

"Eres un vago, eres una bruta…". Cada vez que empezamos una frase por un "eres...", la palabra que le siga va a formar parte de la idea que nuestros hijos tengan de sí mismos. No hace falta que se trate de insultos, un simple calificativo negativo puede ser una falta también de respeto.

Demasiado exigentes

Cuantas más exigencias les pongamos, más insuficientes se sentirán: es muy difícil lograr tantos objetivos. Lo mejor es dosificar el número de exigencias y equilibrarlo con refuerzo positivo. Hay muchas cosas en su día a día que hacen bien, pero no siempre se las decimos.

Faltas de respeto.

No tolerar las faltas de respeto hacia nuestra persona, como padres, es igualmente importante para enseñar el respeto.