Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La vida de las piedras

Una biopsia al Pirineo

Aceptadme un consejo: cuando vayáis por la montaña, desconfiad de las zonas llanas. En el reino de las verticales, su existencia no es normal. Siempre que vuestras piernas o vuestra mirada den con una, aceptad el reto que plantean y preguntaos cómo es posible que esa llanura haya llegado hasta allí.

Las llanuras de Plan d’Escún en el valle de Chistau (Sobrarbe).
Las llanuras de Plan d’Escún en el valle de Chistau (Sobrarbe).
Geoparque Sobrarbe-Pirineos

El valle de Chistau es uno de los más espectaculares y escabrosos del Pirineo. De principio a fin, un ejército de montañas escarpadas acompaña al río Cinqueta hasta su desembocadura en el Cinca. Un camino que, según el clima reinante, el río o el glaciar abrieron como un ariete implacable al compás de los tiempos. Sin embargo, en pleno valle hay una amplia llanura enmarcada entre paredes altivas. La propia toponimia ya lo delata, estamos en Plan d’Escún. Y no lejos se encuentran dos pueblos, Plan y San Juan de Plan, para cuya ubicación estos llanos han sido determinantes al proporcionar prados y zonas de cultivo de cómodo laboreo.

La mayor parte de los procesos geológicos ocurren muy despacio. En términos de tiempo humano su velocidad es exasperantemente lenta. Sin embargo, el origen de esta llanura entre montañas se debió a un evento súbito. Un enorme desprendimiento rocoso cayó desde las paredes de la Peña de Artiés y obturó el valle por completo en cuestión de minutos. Desconocemos la causa. Pudo ser ocasionado por un movimiento sísmico o tal vez por la descompresión de las paredes del valle que generó la retirada de la gran lengua de hielo del Cinqueta. La cuestión es que el Cinqueta quedó represado por una ingente cantidad de bloques de roca, gravas y arenas. El estruendo de tal caída tuvo que retumbar de un modo terrible por todo el entorno. La nube de polvo generada tardaría horas en sedimentarse. Al volver la calma, la visión debió de ser impresionante: el valle había cambiado por completo.

El río Cinqueta fue el principal damnificado. Semejante obstáculo le obligó a represarse, al menos parcialmente. La sedimentación fue el proceso reinante aguas arriba del desprendimiento y el nivel del fondo del valle ascendió progresivamente. Cuando esa presa natural quedó colmatada, el paisaje comenzó a parecerse al actual. Pero, ¿es posible averiguar realmente cómo sucedió todo esto? ¿Podemos saber el cuándo y el cómo? Podremos. La geología despliega distintas estrategias para lograrlo, tratando a esta acumulación de sedimentos casi como a un paciente. Con técnicas de geofísica se ha ‘radiografiado’ el subsuelo. Así podemos dimensionar el volumen de material allí almacenado y diferenciar unidades de características diferentes. Pero también es posible sacar una muestra de este formidable registro sedimentario. Como si de una biopsiase tratase, un sondeo extrajo una columna de una veintena de metros de gravas, arenas y limos. Igual que las ciencias de la vida estudian los tejidos, las ciencias de la Tierra hacen lo propio con los sedimentos. El material del sondeo permitirá poner fecha a este capítulo y reconstruir de qué manera fue cambiando la fisonomía del valle a lo largo del progresivo relleno que dio lugar a Plan d’Escún, una llanura entre montañas.

El Pirineo es un paisaje joven labrado sobre viejas rocas. Sucesos como el que se investiga en el valle de Chistau van mudando la piel de las montañas y el camino de los ríos. A veces incluso interfiriendo radicalmente en la vida del recién llegado a este escenario sublime: el ser humano. Pero eso ya es otra historia…

Ánchel Belmonte Ribas Geoparque Mundial de la UNESCO Sobrarbe-Pirineos 

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión