INVESTIGACIÓN

La genética vasca no ha cambiado desde la Edad del Hierro

El estudio del genoma de la Península Ibérica arroja nuevos datos sobre la llegada de romanos, griegos, fenicios, visigodos y musulmanes.

Bronze Age-Lloma de Betxi (Paterna)
Restos humanos encontrados en el yacimiento de la Lloma de Betxi (Paterna, Valencia) y que han sido analizados para el estudio publicado en 'Science'
Museo de Prehistoria de Valencia

Otra de las conclusiones del estudio internacional sobre el genoma prehistórico de la Península Ibérica publicado en 'Science' y 'Current Biology' es que la genética de los vascos actuales apenas ha cambiado desde la Edad del Hierro (hace 3.000 años). Aunque algunas teorías situaban a los vascos como descendientes de cazadores mesolíticos (de hasta 12.000 años de antigüedad) o de los primeros agricultores que vivieron en la Península Ibérica, los resultados de este trabajo de muestran que no es así y que la influencia genética relacionada con los hombres que llegaron de las estepas de Europa del Este hace entre 4.000 y 4.500 años, y que rápidamente se difuminó por todo Centroeuropa, también llegó al País Vasco. Por el contrario, apenas presentan influencias de migraciones posteriores, como las de romanos, griegos o musulmanes, de las que quedaron aislados.

El estudio internacional prueba también que la corriente genética desde África a la Península es mucho más antigua de lo documentado hasta ahora. Y es que se ha confirmado la presencia en el centro de la Península Ibérica, en el yacimiento de Camino de las Yeseras (Madrid) de un individuo procedente del norte de África que vivió hace unos 4.000 años, así como de un nieto de emigrante africano en un yacimiento gaditano de la misma época. Ambos individuos tenían en su ADN abundante material genético de ancestralidad subsahariana. Pero se trata, sin duda, de contactos esporádicos que dejaron poca huella genética en las poblaciones ibéricas de la Edad del Cobre y del Bronce. Además, los resultados indican que hubo flujo génico norteafricano en el sureste de la Península en época púnica y romana, mucho antes de la llegada de los musulmanes en el siglo VIII.

Además, los resultados muestran que, cuando comenzó la Edad Media, al menos la cuarta parte del genoma ibérico había sido reemplazado por material genético de los nuevos flujos de población provenientes del Mediterráneo oriental (romanos, griegos y fenicios). Según ha señalado Íñigo Olalde, investigador de la Universidad de Harvard, "esto revela que las migraciones durante este periodo seguían teniendo una gran fuerza en la formación de la población mediterránea".

El material genético de 24 individuos cuyos restos se han encontrado en la colonia griega de Ampurias prueba bien esto último. Por un lado hay algunos con ancestralidad típica griega y, por otro, población genéticamente indistiguible de los íberos.

Según ha destacado Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva, se ha estudiado también "la llegada a la Península de los visigodos y los musulmanes. Entre los primeros se han localizado dos individuos en el yacimiento de Pla de l'Horta (Gerona) con clara ancestralidad del este de Europa y un ADN mitocondrial típico de Asia. Del periodo islámico se han analizado individuos de Granada, Valencia, Castellón y Vinaroz, que muestran un componente norteafricano cercano al 50%, mucho mayor que el residual 5% que se observa en la población ibérica actual. En este caso se trata de una ancestralidad que fue casi eliminada durante la Reconquista y la posterior exclusión de los moriscos".

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