¿Quién era Abundio, para ser más tonto que él?

El refranero lo señala como alguien tan bobo que no tiene competencia. ¿Qué dice su historia?

¿Quién era Abundio, para ser más tonto que él?
¿Quién era Abundio, para ser más tonto que él?

Frases que apelan a la estrechez de miras de Abundio hay muchas: "Eres más tonto que Abundio... que se hizo una carrera a sí mismo y se quedó segundo". ...que vendió una oreja porque la tenía repetida". ...que vendió la vaca para comprar leche". ...que vendió los zapatos para comprar cordones".Y, así, un largo etcétera. Pero, ¿tan tonto era Abundio?

Lo cierto es que este nombre era antes muy popular en España, por lo que existen diversas teorías sobre cuál de todos los ‘abundios’ que han trascendido a lo largo de la Historia es el blanco del refrán.

Uno de los agraciados podría ser el capitán de fragata Abundio Martínez de Soria quien, allá por la segunda mitad del siglo XIX, según trascendieron los rumores, pudiendo huir, decidió enfrentarse a toda la flota estadounidense durante la Guerra Hispano-Americana y acabó por hundirse con todo el navío cerca de las islas Filipinas. Quienes no entendieron su respuesta como honrosa o heroica, bien pudieron haberle otorgado el título de ‘el más tonto’.

Otra de las teorías apunta a que todo viene de San Abundio, un sacerdote cordobés que, como otros durante la época del emirato, injurió a Mahoma y al Corán. Según se cuenta, los musulmanes le ofrecieron el perdón hasta en 11 ocasiones si se retractaba de sus palabras, pero Abundio no lo hizo y fue finalmente condenado a muerte y ejecutado.

También en Córdoba se ubica otra breve historia fechada en el siglo XVIII sobre un campesino con el mismo nombre que regaba su cortijo con su propio orín, y otro, por las mismas fechas, de un hombre al que los dueños de un cortijo lo enviaron a buscar bolados, un dulce de repostería que solía tomarse acompañado de chocolate caliente y, según José María Iribarren en su libro ‘El porqué de los dichos’, el hombre fue mojándolo en las acequias de vuelta a casa para mantenerlos frescos.

Pobre Abundio. Aunque, en realidad, no es el único nombre que carga el peso de la necedad, porque también puedes ser más tonto que Perico de los Palotes, que mi tío Pepe, que Pichote…

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