¿A qué edad se deja de ser considerado como joven?

En pleno siglo XXI, tiempo en el que los 50 son considerados como los nuevos 40 y de estos, a su vez, se dice que son los sucesores de su década anterior, la fina línea que separa la juventud de la edad adulta está cada vez más difusa. Es usual escuchar, al informar sobre una noticia de cualquier índole, que tal suceso le ocurrió a un joven de 37, 38 o, incluso, 39 años. Pero, ¿dónde está realmente la frontera entre ambas etapas vitales?

Se trata de una disyuntiva que no encuentra consenso entre sociólogos y demógrafos, si bien existen algunos datos objetivos que podrían delimitar el periodo en el que se produce el salto de una edad a la siguiente.

En la actualidad, y según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la esperanza de vida de los hombres nacidos en 2017 es de 80,37 años, frente a los 85,73 de las mujeres. Esta cifra ha experimentado un paulatino ascenso a lo largo del último siglo. En 1975, por ejemplo, estos números se situaban una década por debajo de los actuales, mientras que, en 1900, la esperanza de vida al nacer era de tan solo 34 años (debido a la alta mortalidad infantil). Esta elongación, junto a la mejora de la calidad de la vida, constituye una de las claves para entender por qué, a día de hoy, la juventud dura más.

Entre los 30 y los 40

La actual coyuntura económica ha producido un cambio en el paradigma del empleo, lo que ha repercutido en el acceso de los jóvenes al mercado laboral. Al retrasarse el momento de su inserción, también lo han hecho las tres transiciones que marcan el inicio de la edad adulta: la económica (independencia), la residencial (emancipación) y la familiar (tener pareja y/o hijos).

Por estos motivos, en 1985 el Instituto de la Juventud (Injuve) aumentó esta edad desde los 20 hasta los 30 años, cifra que, en estos momentos, para algunos organismos llega hasta los 35.