Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La ciencia del cambio horario

Este último fin de semana de octubre empieza el horario de invierno. ¿Sabías que el cambio horario fue idea de un político, científico e inventor?

Adiós al horario de verano.
Adiós al horario de verano
Joxean

Este último fin de semana de octubre empieza el horario de invierno. A las tres de la madrugada del domingo 29 hemos retrasado los relojes una hora y han vuelto a ser las dos. Se terminará así lo que conocemos como horario de verano, que este año nos ha acompañado desde el domingo 26 de marzo. Por el contrario, en el hemisferio sur el horario de verano empieza entre septiembre y noviembre y termina entre marzo y abril.

En inglés el horario de verano se denomina 'daylight saving time', literalmente 'horario de ahorro de luz' y parece que el origen de esta práctica, pensada para ahorrar energía, se remonta a una idea que tuvo el político, científico e inventor, Benjamin Franklin, considerado uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América. La anécdota cuenta que en 1784, siendo primer embajador en Francia de su joven nación, Franklin se levantó un día a las 6 de la mañana y se percató de cuántos parisinos todavía estaban en la cama, con las contraventanas cerradas para evitar que entrase la luz. Con el día ya amanecido, las personas todavía dormían y, como consecuencia, por la noche tenían las velas encendidas durante más tiempo. Franklin se preguntó qué pasaría si la gente ajustarse sus horarios para aprovechar mejor los días más largos de verano. Al mismo tiempo, ¿eso no ahorraría grandes cantidades de cera?

Aún así, el horario de verano imaginado por Franklin no empezaría a aplicarse realmente hasta más de un siglo más tarde y a causa de la guerra. Durante la Primera Guerra Mundial, la escasez de carbón como combustible y la necesidad de ahorrar energía fueron los responsables de que en Alemania se implantase el horario de verano en mayo de 1916. Le siguió Gran Bretaña poco después y, finalmente, también Estados Unidos hacia el final de la guerra, en 1918. En total se implantó en 31 países. Después de la Gran Guerra, la mayoría anularon su aplicación y volvieron al horario estándar.

No fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando se volvió a implantar, como 'horario de guerra'. Esta vez fueron 52 países, algunos solo durante los meses de verano y, otros, como Estados Unidos, lo mantuvieron durante todo el año, entre el 9 de febrero de 1942 y el 30 de septiembre de 1945.

El verano ruso y la anarquía estadounidense

Un caso curioso es el de la URSS. En la primavera de 1930, Stalin instauró el horario de verano, pero en octubre de ese año se 'olvidó' de indicar a los soviets que retrasaran los relojes una hora. Y así fue como las repúblicas soviéticas permanecieron en un largo horario de verano que duró ni más ni menos que 61 años, hasta que en marzo de 1991 se corrigió el error.

En 1945, el Congreso de Estados Unidos derogó el 'horario de guerra', pero dejó en manos de los distintos estados, condados, e incluso localidades, la decisión de continuar aplicando o no el horario de verano. De esta forma, algunos lo hicieron y otros no, produciéndose situaciones un tanto kafkianas.

Una de ellas cuenta la historia, en 1965, de un edificio de oficinas de St Paul, en Minnesota, de 18 plantas, la mitad de las cuales albergaban empleados de la ciudad, que sí observaban el horario de verano, y la otra mitad empleados del condado, que no lo hacían. O la de una línea de autobús entre Moundsville, en West Virginia, y Steubenville, en Ohio, que a principios de los años 60, transcurría por distintos pueblos algunos de ellos en horario de verano y otros no, con lo que los pasajeros tenían que ir cambiando la hora en sus relojes hasta en siete ocasiones a lo largo de un trayecto de poco más de 50 kilómetros.

Actualmente, en el mundo, solo el 40% de los países (unos 76) aplican el horario de verano. Las fechas de inicio y final son arbitrarias, pero a lo largo de los años, los países han ido adoptando pautas similares.

En Estados Unidos, desde 1966, hay leyes que regulan las fechas del horario de verano, aunque los estados y territorios pueden solicitar una exención para eludirlo. Por ejemplo, Hawai, Puerto Rico, la Samoa Americana, Guam, las Islas Vírgenes y la mayor parte de Arizona (excepto la Nación Navajo) pasan todo el año en horario estándar. La Unión Europea adoptó en 1996 un horario de verano común que empieza el último domingo de marzo y termina el último domingo de octubre.

¿El horario de verano ahorra energía?

El ahorro de energía en tiempos de guerra está en el origen de esta práctica, pero en la actualidad ¿sigue siendo así, si tenemos en cuenta las diferencias de consumo energético de nuestras sociedades con las de hace un siglo? Existen pocos estudios que lo analicen sistemáticamente y los hay desde los que apuntan que solo se ahorra un 1% del consumo (estudio realizado durante la crisis del petróleo en los años 70 en Estados Unidos) a los que incluso indican un ligero repunte del gasto eléctrico (estudio realizado en Indiana en 2006 que indicaba que, aunque la demanda de luz en las casas disminuía, en los meses de verano aumentaba el consumo de aire acondicionado, que la contrarrestaba). Cuando, en 2007, en Estados Unidos el inicio del horario de verano se adelantó dos semanas y su finalización se retrasó una semana, se vio que el consumo energético en California solo disminuyó un 0,2%.

¿Qué otros impactos puede tener?

Investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo estudiaron la tasa de infarto de miocardio en Suecia desde 1987 y vieron que el número de ataques al corazón aumentaba un 5% durante la primera semana del horario de verano. El estudio, publicado en 'New England Journal of Medicine', apuntaba que el aumento podría estar relacionado con la alteración de los patrones de sueño y de los ritmos biológicos.

Por otro lado, se ha visto que el horario de verano puede tener un impacto positivo en los accidentes de tráfico. La extensión del horario de verano en Estados Unidos en 1986 se acompañó por una reducción del 8 al 11% de los atropellos y del 6 al 10% en los choques. Aun así, también existen estadísticas que indican que el primer lunes de horario de verano aumentan los accidentes de tráfico y los laborales, debido al cansancio por el cambio de hora. Y la pérdida de una hora de luz al atardecer cuando volvemos al horario estándar, es decir, al horario de invierno, se ha estudiado como factor desencadenante de enfermedades mentales, entre ellas, el trastorno afectivo estacional, conocido también como depresión de invierno.

La pérdida o la ganancia de una hora de sueño, aunque pueda parecer poco, tiene efectos en nuestro cuerpo en forma de cansancio, disminución de la productividad, de la concentración y del bienestar general. Estos efectos se regularizan a los pocos días.

Para reducir el impacto del horario de verano, los expertos aconsejan:

levantarse un poco más temprano los días de antes comer bien durante el desayuno dar un paseo, ya que la luz solar ayuda a que nuestro reloj biológico se ajuste al cambio.Normalmente nuestro cuerpo se aclimata mejor cuando 'ganamos' una hora de sueño (en el de invierno), que cuando la 'perdemos' (en el de verano), también lo hace mejor al 'jet lag' que se produce en los viajes hacia el oeste. Los expertos afirman que esto es así porque el reloj circadiano tiene tendencia a retrasarse; en concreto, una media hora si nos mantenemos aislados de señales temporales externas. Por lo tanto, en otoño, necesitaremos, por regla general, menos días para aclimatarnos a la hora de retraso que marcan los relojes.

Nos despedimos del horario de verano y, como en Juego de Tronos, la vuelta al horario estándar, nos anuncia que “se acerca el invierno”.

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