Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Adelgazamos más cuando hace frío?

¿Hay algo de verdad en la creencia de que pasar frío ayuda a perder grasa?, ¿tendrá algo que ver eso que los científicos conocen como ‘grasa parda’? El Desmitificador trae hoy hasta Tercer Milenio un mito con algo de verdad, pero ni se os ocurra poneros a pasar frío para adelgazar.

Celebración de la Epifanía en Belgrado haciendo deporte y pasando frío.
Celebración de la Epifanía en Belgrado haciendo deporte y pasando frío.
Reuters

El mito

Parece que fue ayer cuando estábamos engullendo uvas como posesos y, como quien no quiere la cosa, ¡ya ha acabado enero! Por fin hemos ingresado la primera nómina del año y nuestras cuentas corrientes respiran tras este mes de gastos descontrolados y rebajiles. Espera… ¿ya ha acabado enero?... ¿y todavía no he empezado la dieta? Claro, con tantos roscones, es difícil tener fuerza de voluntad. Pero aún quedan unos cuantos días de invierno. Vamos a aprovecharlos bien. Porque todo el mundo sabe que el frío adelgaza. ¿O no?

Verdadero o falso

Por primera vez en ‘El Desmitificador’ traemos un mito con algo de verdad: el frío adelgaza. Ojo, no vayáis a salir a la calle como dios os trajo al mundo para quemar las toneladas de turrón que os zampasteis en casa de la abuela. Lamento comunicaros que para adelgazar vais a tener que comer sano y hacer ejercicio. Pero si salís a correr, mejor que os dejéis la camiseta térmica en casa. Pasar un poquito de frío puede ayudaros a perder más grasa.

Todo ocurre gracias a lo que los científicos conocen como ‘grasa parda’. En el cuerpo la grasa se almacena en un tipo de células llamadas adipocitos. Sí, se llaman así de verdad. Estos adipocitos son como los osos, pueden ser blancos o pardos. Los primeros almacenan energía para tiempos de crisis y, como son blanditos, proporcionan un mullidito acolchado a nuestros órganos internos. Los segundos son más raros. Son células capaces de, literalmente, quemar la grasa y convertirla en calor.

Los bebés suelen nacer con muchos adipocitos pardos (en ocasiones pueden representar hasta un 5% de su peso). Así, si algún padre despistado se olvida de taparlos bien por la noche, su cuerpo tiene reservas para asegurarse de que no pasará frío. Y, aunque hasta hace poco se pensaba que estas células se perdían al hacernos mayores, resulta que no. Los científicos han demostrado que los adultos mantienen algunos adipocitos pardos. No solo eso, sino que nuestro cuerpo es capaz de activarlos como respuesta a ciertos estímulos.

Imagino que ahora estaréis deseando saber cómo activar estos adipocitos ‘mágicos’ capaces de transformar los michelines en calor. Habréis visto cientos de ofertas este mes, pero ninguna como este dos por uno maravilloso: adelgazas y te ahorras una pasta en calefacción. Aquí llega la trampa. Para activar la grasa parda (o convertir la grasa blanca en parda) es necesario que nuestro cuerpo libere una hormona llamada irisina, que se produce sobre todo cuando hacemos ejercicio. Las contracciones musculares son la señal para que empiece a mandarse irisina a los adipocitos y estos se ‘oscurezcan’ y transformen la grasa en calorcito.

¿Y qué pasa con el frío? Hay varios estudios que apuntan a que pasar frío también hace que nuestro cuerpo libere irisina. Pensadlo… Cuando tenemos frío temblamos, y esas contracciones musculares también estimulan la producción de grasa parada. Y viene genial, porque gracias a esto tenemos una especie de calefacción natural. En teoría, quince minutos pasando frío podrían quemar tantas calorías como una hora de ejercicio. Pero no seáis locos, ¿eh?

De propina

Grasa parda, grasa blanca… Hemos hablado de sus diferentes funciones, pero, ¿por qué tienen un color tan diferente? La respuesta la tiene el mismo metal que da color a nuestra sangre: el hierro. Todas nuestras células tienen dentro unos orgánulos llamados mitocondrias, encargados de llevar a cabo la respiración celular (las células ‘respiran’, quemando glucosa para obtener energía). La glucosa no se quema así porque sí. Para que la reacción funcione hace falta que unos catalizadores la aceleren. En el caso de las células, estos catalizadores se llaman enzimas. Y da la casualidad de que muchas de estas enzimas tienen átomos de hierro en su interior. Como las células de grasa parda necesitan generar mucha energía, tienen más mitocondrias, muchas más enzimas con hierro que les dan su color parduzco característico.

Para saber más

Yo vivía en la ignorancia. No sabía lo que era la grasa parda ni sus funciones hasta que Ricardo Moure, del grupo de monologuistas científicos Big Van, nos lo contó hace un par de años en las Jornadas de Divulgación Innovadora. Os animo a ver su monólogo sobre el tema. Ah, y creo que lo he dicho tres o cuatro veces, pero ni se os ocurra poneros a pasar frío para adelgazar. Ni seguir dietas milagro. Esas sí que son un mito: no funciona ninguna. Echad un ojo al libro de Juan Revenga, nutricionista y profesor de la Universidad San Jorge, ‘Adelgázame, miénteme’ (Ediciones B) y descubrid cómo la dieta de la alcachofa… al final siempre se queda en agua de borrajas. ACS Reactions: ‘The cold truth about fat’.Fernando Gomollón-Bel Químico y divulgador científico @gomobel

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión