Tercer Milenio

En colaboración con ITA

​Un signo no es una palabra

La gente sorda alrededor de todo el mundo se comunica empleando distintas lenguas de signos. Según la Federación Mundial de los Sordos, 70 millones de personas con una discapacidad auditiva emplean uno de estos idiomas como su primera lengua. A esta cifra se suman familiares y especialistas que también la usan de forma habitual, así como sordociegos, que utilizan la lengua de signos por medio del tacto o el sistema dactilológico.


Las lenguas de señas emplean códigos gestuales para establecer la comunicación interpersonal y se articulan como idiomas completos que permiten elaborar mensajes de elevada complejidad y precisión. A pesar de que existe la creencia de que los signos son la representación de una palabra en una lengua oral, estos idiomas señados no tienen una relación con una lengua hablada, sino que desarrollan su propia gramática, vocabulario y sintaxis. Tal y como ocurre en cualquier idioma, hay frases hechas difíciles de traducir y ciertas palabras/signos que no tienen una traducción literal.


De la misma manera que en el caso de los idiomas orales, puede haber más de una lengua en un mismo país. En España, por ejemplo, coexisten la lengua de signos española y la catalana. En Bélgica, la francófona y la flamenca.


Además, hay diferentes lenguas de signos en países donde se habla el mismo idioma oral: un signante de lengua británica y un signante de lengua norteamericana serán incapaces de entenderse, ya que la norteamericana desciende de la primitiva lengua de signos francesa.


Existe la idea generalizada de que existe una lengua internacional que hace que todo el colectivo sordo pueda comunicarse. A pesar de que esto no es real, sí que existe un Sistema de Señas Internacional. A menudo se utiliza en conferencias y reuniones con participantes que no comparten una lengua de signos común. Sin embargo, no cuenta con una gramática ni un léxico: una gran parte de él se compone de gestos que tienen significado únicamente dentro de un contexto y hace uso del vocabulario procedente de la lengua materna del usuario. Se trata de lo que se conoce como pidgin: una lengua simplificada, creada y usada por individuos de comunidades que no tienen un idioma común ni conocen suficientemente ninguna otra lengua para usarla entre ellos.

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