Sociedad

«Conocer el genoma del orangután ayuda a entender enfermedades humanas»

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lópez otín
SOLEDAD CAMPO

Carlos López Otín es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Oviedo. Ha coordinado, junto a Tomás Marqués-Bonet y Arcadi Navarro, de la Universidad Pompeu y Fabra de Barcelona, la aportación española a la secuenciación del genoma del orangután. Su grupo de la Universidad de Oviedo ha estudiado en detalle diversas familias de genes frecuentemente asociados con enfermedades y que muestran importantes diferencias entre humanos y orangutanes.

La semana pasada, un equipo internacional de investigadores publicaban en la revista ‘Nature’ las conclusiones de la secuenciación del genoma del orangután, que ha resultado ser en un 97% idéntico al humano.


PREGUNTA ¿Ese 3% de no coincidencia genética entre humanos y orangutanes encierra una gran diferencia o una gran semejanza?

RESPUESTA Encierra la gran semejanza que existe entre especies más cercanas de lo que a algunos les gusta admitir y las diferencias entre una especie que habita exclusivamente dos islas y otra que se extiende por todo el planeta e incluso se ha atrevido a dar sus primeros pasos fuera de él.


P. A la vista de los resultados obtenidos, ¿deberíamos mejorar nuestro trato a nuestros 'primos evolutivos'? ¿Deberíamos limitar la investigación con ellos?

R. La respuesta a la primera pregunta es un rotundo sí, independientemente de estos resultados. Empujar a una especie al borde de la extinción es algo intolerable, y más en el caso de un animal tan parecido al humano, aunque solo sea por la fuente de conocimientos que supone para entender enfermedades humanas a las que ellos son resistentes, como diversas enfermedades infecciosas y algunos tipos de tumores. La investigación con primates está en la actualidad severamente limitada y es posible que esa tendencia se acentúe, pero los estudios genómicos no representan ningún daño para ellos. De hecho, todo este trabajo se ha hecho a partir del ADN extraído de unas mínimas muestras de sangre de distintos animales de Sumatra y Borneo.


P. El estudio comparativo de los genomas humano, de chimpancé y de orangután, ¿qué nos dice acerca de la evolución humana?

R. De manera general, nos da una información clave acerca de los genes y funciones biológicas que se han ido adquiriendo, modificando o incluso perdiendo, a medida que nuestra especie fue evolucionando. Centrándonos exclusivamente en nuestros resultados, el estudio comparativo detallado de alrededor de 1.000 genes en estos tres genomas indica que en la evolución humana ha habido una presión evolutiva importante sobre los sistemas inmune y reproductivo. Así, podemos aventurar que nuestros antepasados sufrieron importantes ataques patogénicos, a los que solo sobrevivieron los individuos con un sistema inmune más activo. Pero al mismo tiempo no podemos olvidar que, en ausencia de presión, un sistema inmune demasiado activo es una desventaja, ya que requiere un gran gasto energético y puede llevar a enfermedades autoinmunes. También hemos encontrado evidencias de presión diferencial sobre el sistema reproductivo, lo cual puede tener que ver con el proceso de especiación, por el que a partir de una especie surgen dos o más. En suma, no ha sido fácil llegar hasta aquí, hemos tardado más de 3.000 millones de años en lograr la armonía molecular precisa que nos permite sobrevivir en las condiciones actuales del planeta.


P. ¿Cuál ha sido la aportación española al estudio y, concretamente, la de la Universidad de Oviedo?

R. La participación española en este proyecto deriva del trabajo de los grupos de Tomás Marqués-Bonet y Arcadi Navarro en la Universidad Pompeu y Fabra de Barcelona y de nuestro propio grupo en la Universidad de Oviedo. En nuestro laboratorio hemos estudiado en detalle diversas familias de genes frecuentemente asociados con enfermedades y que muestran importantes diferencias entre humanos y orangutanes. Todos estos estudios son fundamentales para entender la evolución humana, pero nuestra mirada a estos problemas trata siempre de explorar las posibles claves genómicas para comprender mejor el origen de las enfermedades humanas y especialmente el cáncer.


P. ¿Y qué relación pueden tener estas investigaciones con el conocimiento acerca de enfermedades como el cáncer?

R. Nuestro grupo ha estudiado un grupo importante de genes asociados con el desarrollo tumoral. Nuestro objetivo general es conocer estos genes desde todos los puntos de vista posibles y este trabajo en concreto nos permite saber cómo llegaron estos genes a ser tal como son en la actualidad. Además, de manera indirecta pero muy importante para nuestro laboratorio, todos estos estudios genómicos desde el chimpancé o el orangután al ornitorrinco o el pinzón cebra, nos han permitido adquirir una experiencia tecnológica muy valiosa para acceder al estudio preciso y profundo de los genomas del cáncer. Este es nuestro proyecto actual más importante y en el que tenemos puesto todo nuestro esfuerzo, tratando de descifrar el genoma tumoral de al menos 500 pacientes con leucemia.


P. Una de las sorpresas de este trabajo ha sido comprobar que el orangután apenas ha evolucionado genéticamente en los últimos 15 millones de años. ¿A qué puede deberse esta estabilidad genética? ¿Qué consecuencias ha tenido para esa especie?

R. Más que hablar de estabilidad genética, tal vez sería más apropiado decir que no muestran signos de presión evolutiva más allá de cambios en el sistema visual y en determinadas rutas metabólicas. La consecuencia de esta ausencia de presión evolutiva, lógica en poblaciones insulares sin grandes cambios ambientales, es un aumento de la variabilidad genética entre individuos.


P. A la vista de la amplia diversidad genética encontrada en los orangutanes de Borneo y Sumatra estudiados, ¿qué reflexión puede hacerse sobre el futuro de la conservación de estas especies?

R. La alta diversidad genética mejora las probabilidades de evitar la extinción del orangután, a pesar de que el bajo número de individuos significa que será necesario un gran esfuerzo. Lamentablemente, la mayor amenaza para este fascinante animal tan próximo a nosotros y del que tanto podemos aprender, proviene de la colisión del meteorito humano con el planeta Tierra. La destrucción masiva de las selvas tropicales de Sumatra y Borneo en las que viven los orangutanes representa una presión enorme a la que muy probablemente su genoma no se podrá adaptar.


P. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Qué principales preguntas quedan por resolver?

R. En los últimos cuatro o cinco años, se ha obtenido un gran caudal de información genómica, pero es todavía fragmentaria e incompleta, especialmente en lo que se refiere a los aspectos de regulación funcional de los genomas. Hay varios frentes abiertos impulsados por el reciente desarrollo de nuevas tecnologías que permiten secuenciar genomas en unos pocos días y a un precio mucho menor. Entre las iniciativas más ambiciosas está el denominado proyecto genoma 10K, que aspira a crear un zoo genómico a través de la secuenciación de los genomas de 10.000 especies distintas de vertebrados. Además, los proyectos Encode están tratando de deducir los mecanismos de regulación de genomas a través de estudios comparativos en distintas especies. Finalmente, el proyecto 1.000 genomas pretende elaborar un catálogo detallado de las variaciones genéticas más comunes en la especie humana.


P. De alguna manera, es como si la secuenciación de los genomas de los primates vivos -hombre, chimpancé, bonobo, orangután, gorila- y extinguidos -neandertal- estén trazando nuestra 'foto de familia'. Conocer la intimidad genética ¿nos acerca o nos separa como especies? ¿Cuál es su sensación personal?

R. Acercar o alejar son términos que dependen del punto de partida. La cercanía entre todas estas especies ya se había mostrado más allá de toda duda, por lo que estos estudios no hacen sino añadir evidencias. Hay una cierta resistencia social a aceptar que somos una especie más, aunque tengamos nuestras particularidades genéticas que nos han permitido progresar de manera extraordinaria en dimensiones como el lenguaje o la planificación del futuro, pero no deberíamos olvidar que el planeta Tierra no nos pertenece, somos dominantes pero a la vez frágiles y vulnerables.


P. Ya van varios genomas de animales secuenciados, ¿cuál será el siguiente? ¿Estamos más cerca de entender qué nos hace humanos?

R. En nuestro caso, el próximo genoma en el que trabajaremos es el de uno de los primates del Nuevo Mundo, que en inglés llamamos ‘marmoset’, que nos permitirá estudiar etapas más tempranas de la evolución humana. Es difícil contestar a la segunda pregunta. Cada paso científico nos acerca a la respuesta, pero por cada respuesta que se obtiene surgen más preguntas, aunque, como dijo Severo Ochoa, «es posible que el hombre nunca halle la clave de la naturaleza del sentido de la vida, pero podemos dirigir la vista adelante con confianza y antelación, hacia una mucha mejor comprensión de un gran número de sus misterios».


ENLACES:

>>>'El pensador del bosque'.