La cirugía sin precedentes que salvó a la pequeña Sara, con una aguja en el cerebro

La niña, de 4 años, tenía una aguja de dentista incrustada tras el tratamiento de una caries. Fue operada en el hospital San Joan de Déu de Barcelona.

No es nada habitual que un quirófano estalle en aplausos al finalizar una intervención. Pero cuando el neurocirujano pediátrico José Hinojosa logró extraer la diminuta aguja del cerebro de la pequeña Sara, de cuatro años, los 22 profesionales que allí estaban rompieron a aplaudir. "Fue también una manera de liberar toda la tensión acumulada", confesaba este lunes el propio Hinojosa, jefe del Servicio de Neurocirugía del hospital San Joan de Déu de Barcelona, donde se obró el milagro. Con más de 30 años de experiencia médica, era la primera vez que Hinojosa y un equipo multidisciplinar de especialistas se enfrentaba a la delicada cirugía de extraer una finísima aguja que había acabado alojada bajo el lóbulo temporal derecho -un área cerebral que podía comprometer la vida de la niña- tras un 'viaje' inverosímil iniciado en la consulta del dentista.

EFE

Montse, la madre de Sara, había llevado a su hija al odontólogo para curarle una carie bastante profunda que requirió adormecer la zona. Cuando la dentista retiró la jeringuilla de la anestesia vieron que no llevaba la aguja. Se había quedado clavada en la parte inferior de la mandíbula derecha. Intentaron extraerla con el instrumental pero cada vez que la tocaban se hundía más y más. Les mandaron entonces a la unidad de maxilofacial del Sant Joan de Déu para tratar de sacarla. Allí, mediante imágenes TAC, se dieron cuenta de que la aguja, empujada sutilmente por el propio proceso de masticación de la niña y los latidos del corazón, había migrado hasta colarse por uno de los orificios por donde pasan los nervios y los vasos sanguíneos en la base del cráneo.

Sara se quedó ingresada, y al día siguiente comunicaron a sus padres que la aguja se había movido de la boca al cerebro, y que había que operar para evitar un mal mayor. También les explicaron los riesgos de que durante la cirugía se pudiera lesionar algún nervio o arteria. La pequeña había pasado en unas horas de una simple visita al dentista a jugarse la vida en un quirófano. De algún modo la comprensible angustia de los padres redoblaba la presión sobre los médicos. De no haber sido extraída podría haber seguido su viaje hacia capas más profundas del cerebro. "Habría podido causar daños graves y hubiera sido más difícil de extraer", contaba en una entrevista Hinojosa.

La operación se prolongó "entre cuatro y cinco horas", pero fueron muchas más las que llevaron planificarla y coordinar a los equipos. Hasta 22 profesionales de distintas especialidades (neurocirujanos, cirujanos maxilofaciales, anestesistas, radiólogos...) se congregaron en un quirófano en el que se ayudaron de neuronavegación. Cuando Hinojosa extrajo la aguja, todos estallaron en un aplauso. "Había una carga de tensión extra en esta operación, fue un momento muy emocionante", describía el doctor.

A Sara no le ha quedado ninguna secuela y ya hace vida normal. En realidad la lleva haciendo desde mayo del año pasado cuando se realizó la intervención, que, sin embargo, ha trascendido ahora al divulgarse en el transcurso de un congreso médico y ante su próxima aparición en una publicación especializada.

Todavía estando en el hospital, Sara pedía a su madre hacer el pino. ¿Qué hago doctor, le dejo? Le preguntaba Montse a Hinojosa. "Si no le duele, ¡que lo haga!".

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