Los cribados contra el cáncer, una historia de éxito

Los expertos reclaman la implantación de pruebas para la detección precoz de los tumores de pulmón tras los buenos resultados en cérvix, colon y mama.

Microscopio, en una imagen de archivo.
En 1968 se realizó el primer cribado masivo, orientado a los niños
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Por si no es suficiente con los tirones de orejas y la tarta, ningún español olvida su 50 cumpleaños. Cuando llega a esa edad recibe una carta: es su consejería de salud, que le recuerda que debe hacerse un cribado para la detección del cáncer colorrectal. Las mujeres pueden incluso tener en su buzón dos misivas, porque si no se han hecho todavía una mamografía, con el medio siglo ha llegado el momento de realizarla. Los cribados son las pruebas que tratan de identificar problemas de salud en un determinado grupo de población, un regalo para pacientes y médicos porque pueden detectar una enfermedad en sus primeras fases, lo que facilita los tratamientos.

En España, los cribados son una historia de éxito. En 1968 se realizó el primer cribado masivo, orientado a los niños, el neonatal para la fenilcetonuria (un trastorno hereditario). Desde entonces, los programas de cribado poblacional que forman parte de la cartera común de servicios del Sistema Nacional de Salud han ido aumentado hasta los seis actuales: tres para embriones y niños (cribado neonatal de hipoacusia, neonatal de enfermedad endocrino-metabólicas y cribado prenatal) y tres para detectar cánceres en adultos (mama, colorrectal y cérvix).

El cribado de cáncer de mama, el más extendido y el de más larga tradición en los adultos, se inició en 1990 y se dirige a las mujeres de entre 50 y 69 años, con un intervalo entre exploraciones de dos años. El segundo cribado, el del cáncer colorrectal (sangre oculta en heces), se incorporó a la cartera de servicios en 2014 (las comunidades tuvieron cinco años de margen para implementarlo) y está enfocado a hombres y mujeres de entre 50 y 69 años, con un intervalo de dos años entre exploraciones. Y el tercer cribado universal es el de cáncer de cérvix (cuello de útero), que aunque comenzó hace 50 años, se convirtió en un programa poblacional en 2019. Llega a todas las mujeres de entre 25 y 65 años y también incorpora la prueba de detección del virus del papiloma humano.

Según el último informe monográfico del Ministerio de Sanidad sobre cribados, publicado en 2017, el 81,5% de las mujeres se hacían entonces una mamografía en el periodo indicado, una cifra similar a la cobertura del programa de detección precoz del cáncer de cérvix (80,7%). El dato de los cribados de cáncer colorrectal, 21,8% de la población, ha quedado desfasado, ya que un buen número de autonomías no se lo ofrecían al 100% de su población.

Lo que no está desfasado, ni mucho menos, es el índice de supervivencia de los pacientes a los que se les diagnosticó un cáncer en los cribados. En los tres casos, cuando los tumores se detectan de manera precoz, esta tasa a cinco años se encuentra por encima del 90%.

El éxito de los tres cribados contra el cáncer que ofrece la sanidad pública es evidente, pero el debate sobre la incorporación de más pruebas de detección temprana se ha agitado en las últimas semanas. Un informe encargado por el Ministerio de Sanidad al Servicio Canario de Salud y a la Agencia Gallega para la Gestión del Conocimiento de Salud considera que el cribado de cáncer de pulmón, el que está actualmente en la mesa de estudio, no es rentable. Aunque los autores admiten que reduce "ligeramente" el riesgo de muerte, no ven beneficios globales en su extensión a un grupo más amplio de la población. Además, avisan de que podría tener efectos adversos por los falsos positivos y porque la prueba utilizada (un TAC de baja dosis) implica algún tipo de riesgo para la salud.

Consejo Interterritorial

El Ministerio de Sanidad ya ha recibido el documento, pero las reticencias del primer grupo de especialistas no implica, ni mucho menos, que el cribado de cáncer de pulmón no acabe incluido en las prestaciones sanitarias. Ahora le tocará el turno a la Comisión Pública de Salud, que evaluará el texto, y será un Consejo Interterritorial, en el que participan el Ministerio de Salud y las consejerías de las comunidades autónomas, el que tome la decisión final. Pese al informe, Sanidad ve con buenos ojos este cribado y no descarta añadir otros, como dijo el 31 de agosto el ministro José Miñones.

Mientras, varias sociedades científicas se han posicionado contra el documento y han comenzado a presionar al Ministerio para que tenga en cuenta otros análisis independientes, que sí avalan la viabilidad del cribado de cáncer de pulmón. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), la iniciativa internacional Lung Ambition Alliance, la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y The Ricky Rubio Foundation han pedido al departamento de Miñones que no descarte el cribado. Al texto se ha unido la Consejería de Salud de La Rioja, lo que muestra que dentro del Consejo Interterritorial la discusión está más que abierta.

"Otros países ya han incorporado este cribado y nosotros nos estamos quedando atrás, enfrascados en un informe coste/beneficio para el que se han utilizado datos de fuera, y no de España", analiza el cirujano torácico Juan Carlos Trujillo, coordinador del Proyecto Cassandra, una iniciativa en la que participan 38 hospitales de toda España y diversas sociedades científicas y que pretende aportar evidencias para una futura implantación a gran escala de esta medida preventiva. "Hay que dar un paso adelante en el uso de los cribados y de herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial", corrobora Lorenzo Armenteros, portavoz de la SEMG; "los diagnósticos precoces son básicos para el éxito de los tratamientos".

El cáncer de pulmón es el de mayor mortalidad. En España se diagnostican cada año 30.000 casos y mueren 23.000 personas. La supervivencia de los pacientes a cinco años es inferior al 15% y el principal factor para explicar esta bajísima cifra se encuentra en que el 70% de los diagnósticos se hace cuando la enfermedad está en una fase avanzada.

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