Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Salud

Afirman que el perfeccionismo conduce directamente a la consulta del psicólogo

Según una profesora de la Universidad de La Rioja afecta a entre el 2,1% y el 7,9% de la población española.

El psicólogo Manuel Martínez, en consulta con un adolescente.
Foto de archivo de un psicólogo, en consulta con un adolescente.
ASapme

La personalidad perfeccionista es un "problema que afecta a entre el 2,1 por ciento y el 7,9 por ciento de la población española"; una "actitud creciente, hoy en día, que conduce a la consulta del psicólogo", tal y como ha indicado este jueves la psicóloga general sanitaria Esther Gimeno, docente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

En una masterclass que ha impartido Gimeno a los estudiantes de Psicología de la UNIR, ha relatado cómo vivimos en una cultura que exige y recompensa el perfeccionismo y que hace que "cada vez más personas con este perfil busquen ayuda psicológica tras verse frustrados e insatisfechos continuamente por unos estándares idealizados e irreales que nunca podrán alcanzar".

La experta ha añadido que "las personas con este perfil son las que más aceptación y refuerzo reciben por parte de una sociedad que sigue a 'ciegas' la moda de convertirse en una persona altamente productiva".

El perfil de personalidad perfeccionista "es el que más aceptación tiene en la sociedad actual", hasta el punto de que "muchas empresas lo buscan en los procesos de contratación y lo promocionan con cargos de responsabilidad".

Este tipo de personalidad tiene en su origen un componente hereditario y es muy frecuente encontrarlo en personas que durante su infancia tuvieron que asumir responsabilidades que no les correspondía por su edad.

La cultura tiene un papel importante en la aparición de un número cada vez mayor de perfeccionistas, al ensalzar el valor del esfuerzo como una virtud en sí misma, premiado y valorado en la vida personal y laboral.

Las consultas psicológicas de pacientes con personalidad perfeccionista se han visto incrementadas especialmente tras la pandemia, que ha agudizado rasgos obsesivos tras las medidas de protección frente al Covid.

"Durante la pandemia, lavarse las manos, vigilar la exposición social y revisar el estado de salud fueron recomendaciones sanitarias que muchos pacientes perfeccionistas recibieron con gusto no tanto por su carácter preventivo sino por la sensación de control que les proporcionaba", ha explicado.

A pesar de la progresiva retirada de esas medidas, muchas personas perfeccionistas han seguido manteniéndolas "hasta desarrollar Trastornos Obsesivos Compulsivos".

De acuerdo a la profesora Gimeno, los pacientes perfeccionistas tienen metas "demasiado idealizadas" y usualmente "se esfuerzan por ser moralmente intachables".

Tienen "un elevado sentido de la justicia y del deber, son respetuosos y escrupulosos, disciplinados, académicamente exitosos, impecables, e intentan ser los mejores en todos los ámbitos y relaciones personales", al punto de intentar ser "el mejor empleado, el mejor amigo, el mejor hermano, el mejor padre, el mejor hijo; impulsados por un motor interno que continuamente les dice "que no es suficiente, que deben mejorar". 

Sin embargo, la búsqueda del perfeccionismo no es gratuito y conlleva un sacrificio que normalmente está relacionado con la salud mental.

"Fatiga, síndrome de Burnout, cefalea, cansancio, problemas musculares y digestivos o trastornos del sueño" pueden ser algunas de las formas de somatizar el estrés y autoexigencia continua.

Es muy frecuente "que se sientan injustamente tratados por los demás, no valorados, defraudados, así como no merecedores de sus logros.

En los casos más graves, esto puede desembocar en problemas mayores como trastornos de conducta alimentaria, crisis depresivas o trastornos obsesivos compulsivos", ha añadido la experta del máster en Terapias de Tercera Generación de UNIR.

Además, las personas perfeccionistas se caracterizan por el miedo a cometer errores, el cual compensan con una dosis extra de planificación y control.

En esta línea Gimeno ha comentado que "suelen ser planificadores y rígidos. Sufren mucho si les cambian los planes, hasta el punto de que viven con mucho estrés cualquier cambio en su rutina".

"Por este motivo, es difícil que deleguen porque necesitan tener el control de sí mismos, del entorno y de los demás y la incertidumbre o la improvisación son sinónimos de descontrol", ha añadido.

Las personas con rasgos perfeccionistas suelen asociar su propia valía con el esfuerzo. En palabras de Gimeno, "los perfeccionistas han aprendido a sentirse valorados en función de lo mucho o poco que se esfuercen. Sienten que cuantas más horas dediquen a una tarea, mejor se sentirán. Por el contrario, si alcanzan un logro, pero consideran que no se han esforzado lo suficiente, no lo disfrutarán ni se sentirán merecedores de él".

Se pueden distinguir dos tipos de perfeccionistas. El primero es más resolutivo, se esfuerza continuamente por mejorar, pero tiene mayor riesgo de Burnout. El segundo se caracteriza por ser más evitador y prefiere no asumir riesgos para evitar el fracaso o rechazo, pero tiene el riesgo de terminar aislado.

Los perfeccionistas suelen ser vistos como personas seguras, exitosas y eficaces. Sin embargo, se sienten constantemente inseguros, con miedo al error y dudas sobre si son suficiente.

"Es curioso cómo proyectan una imagen de seguridad para ocultar lo vulnerables que se sienten. Piensan que mostrar sus emociones equivale a perder el control y eso es algo intolerable para ellos", ha añadido la psicóloga, "por eso, deben aprender a identificar y expresar sus emociones y comprobar que no pasa nada".

Como consecuencia, los perfeccionistas sienten culpa cada vez que comenten algún error, e ira por la frustración de que las cosas no salen como esperan.

Por otro lado, ha apuntado que las redes sociales nos muestran como 'sanas' conductas asociadas a un exceso de orden y perfección. Esther Gimeno ha señala, a este respecto, que "los videos e imágenes que nos muestran continuamente fomentan personalidades más obsesivas".

Por ejemplo, el método Marie Kondo surge con un objetivo práctico pero que, llevado a su extremo en el programa 'Get organized with The Home Edit', se promocionan conductas obsesivas, donde se pierde la practicidad.

Muchos de los libros sobre desarrollo personal más vendidos actualmente animan a desarrollar hábitos altamente efectivos como madrugar y planificar tareas antes de que comience el día, llevar una rutina de ejercicio y/o alimentación medida al milímetro o llevando listados de tareas pendientes.

Si hacer estas cosas es lo "correcto", es probable que si no las hacemos nos sintamos culpables. "Estamos promoviendo que las personas planifiquen y optimicen cada minuto de su vida intentando ser lo más productivas", ha aclarado.

Gimeno ha ofrecido una serie de consejos entre los que ha destacado: aprender a disfrutar del descanso y tiempo libre sin sentirse culpable, aprender a perdonarse y a perdonar los errores, delegar confiando en la capacidad de los demás y aceptar que existen otras formas de hacer las cosas sin imponer su propio punto de vista o aprender a valorarnos por lo que somos, no por lo que hacemos.

"Hay que aprender a ver el perfeccionismo como un medio, no como un fin en sí mismo. Aceptar los errores y entender que muchas veces forman parte del proceso de aprendizaje y son necesarios para avanzar. Es necesario conocer nuestras limitaciones y cambiar el diálogo interno con el que nos hablamos a nosotros mismos", ha puntualizado la experta. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión