Uno de cada cuatro casos de epilepsia podrían evitarse

Esta enfermedad neurológica afecta a 400.000 españoles, el 25% de los cuales sufre discriminación, rechazo social y se siente estigmatizado.

Una mujer desmayada en el suelo, en una foto de archivo.
Una mujer desmayada en el suelo, en una foto de archivo.
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Uno de cada cuatro diagnósticos de epilepsia podrían evitarse si las administraciones sanitarias y los ciudadanos ponen en marcha estrategias y toman medidas para reducir al máximo los factores de riesgo que desencadenan esta enfermedad neurológica que padecen unos 400.000 españoles de todas las edades.

Esta patología, caracterizada por el mal funcionamiento de la actividad eléctrica en el cerebro, que provoca convulsiones, comportamientos inusuales o episodios de alteración de la conciencia, tiene su origen en muchas ocasiones en condicionantes genéticos y metabólicos, pero también en factores prevenibles.

Un mayor y mejor control sobre la salud materna y neonatal, de forma especial sobre enfermedades transmisibles como las meningitis bacterianas o las encefalitis víricas, y la evitación de traumatismos craneoencefálicos y de problemas circulatorios podría reducir de forma significativamente los casos. Pero sobre todo, según explica Juan José Poza, coordinador del Grupo de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el gran elemento preventivo es llevar una vida sana: dieta saludable, guerra al sedentarismo, buena calidad del sueño y actividad intelectual y social regular.

La aprobación de una estrategia que minimice los casos evitables es fundamental porque los 20.000 nuevos pacientes que se diagnostican en España cada año, si no se toman medidas adicionales, se multiplicarán en pocos años por el envejecimiento acelerado de la población, que puede llevar a que hasta el 3% de los españoles padezca esta patología en algún momento de su vida. La epilepsia puede aparecer a cualquier edad, pero el deterioro físico y psíquico que suele acompañar a la vejez la fomenta.

Notable incidencia

Dos tercios de los ciudadanos con epilepsia tienen la enfermedad habitualmente bajo control gracias a la medicación. El tercio restante, los denominados farmacorresistentes, tiene una patología de difícil control, que no obstante se está comenzando a encauzar por la combinación de cirugía, neuroestimulación y de la llegada de nuevos medicamentos, pero que no les libera de crisis ocasionales.

La segunda gran demanda de los expertos a las autoridades sanitarias, de hecho, es la necesidad de que la atención primaria, los servicios de emergencias y las puertas de urgencias hospitalarias se coordinen con un código específico de actuación prioritaria para atender las crisis epilépticas con la misma diligencia y eficacia que lo hacen con los ictus. Como ocurre con los accidentes cardiovasculares, cada segundo cuenta para evitar daños cerebrales e incluso la muerte en las crisis más graves.

Que los responsables sanitarios luchen contra esta patología de forma prioritaria debería ser algo obligado, argumenta la SEN, si se tiene en cuenta que se trata de la cuarta enfermedad neurológica más común, de la tercera si solo se tiene en cuenta a la población más mayor e, incluso, de la patología más frecuente del sistema nervioso si se mira a los más pequeños.

Mitos, bulos y desconocimiento

El lema del día internacional de la epilepsia, que se conmemora hoy, es 'Da un paso adelanta contra el estigma'. El motivo es que no solo es una patología con efectos incapacitantes que condiciona a quien la padece, como tantas otras, sino una fuente de discriminación para muchos. Uno de cada cuatro pacientes se siente discriminado y estigmatizado en su vida personal, social y laboral. Aún persisten mitos y bulos falsos, como que se trata de una dolencia contagiosa, pero sobre todo sufren un fuerte rechazo social, fruto del temor que genera por el notable desconocimiento de la realidad actual de la enfermedad.

Junto a la evitación de factores de riesgo conocidos, el otro punto en el que los expertos indican que hay que mejorar en que el diagnóstico de la enfermedad. Que no solo se haga lo antes posible sino también con precisión, para evitar errores y tratamientos inadecuados. La SEN denuncia que aún hay muchas autonomías en que el acceso a la técnica diagnóstica de más garantías, la que cuenta con los medios para la monitorización del paciente sospechoso durante uno o varios días, es muy limitado.

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