Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Los adolescentes expuestos a contaminación durante su niñez sufren cambios cerebrales

El estudio también indica que los primeros años de vida son el período más sensible.

Imagen de archivo.
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Pixabay

Los adolescentes expuestos a altos niveles de contaminación atmosférica en sus primeros años de vida muestran cambios en la conectividad cerebral, según un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

El estudio, hecho en base a un seguimiento a más de 2.000 menores en los Países Bajos, ha explorado por primera vez la asociación entre contaminación atmosférica y ruido por tráfico durante el embarazo y la infancia, y la conectividad de todo el cerebro.

Los investigadores del ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa, han comprobado que una mayor exposición a la contaminación atmosférica se asocia con una mayor conectividad funcional entre varias regiones cerebrales en la etapa preadolescente, mientras que la exposición al ruido del tráfico no muestra asociación.

El estudio también indica que los primeros años de vida son el período más sensible de exposición a la contaminación atmosférica. "Ya sabemos que los niños son especialmente vulnerables al efecto de estas exposiciones, debido a su metabolismo inmaduro y a su cerebro en desarrollo", ha explicado la investigadora del ISGlobal Mónica Guxens.

En este estudio, los investigadores han utilizado imágenes de resonancia magnética (IRM) para explorar si una mayor exposición a la contaminación atmosférica o al ruido podía asociarse también a posibles alteraciones en la conectividad cerebral, es decir, la forma en que interactúan distintas regiones del cerebro.

"El uso de la IRM ha abierto nuevas posibilidades en el campo de la epidemiología, al permitir investigar la estructura y el funcionamiento del cerebro", ha apuntado Guxens.

Los investigadores analizaron datos de 2.197 niños del Estudio Generación R, nacidos entre abril de 2002 y enero de 2006 y residentes en Rotterdam (Países Bajos).

Utilizando modelos de uso del suelo, estimaron los niveles de óxidos de nitrógeno (NOx y NO2) y de partículas en suspensión (PM) en los hogares de los participantes en diferentes momentos: durante el embarazo, desde el nacimiento hasta los 3 años, desde los 3 hasta los 6 años y desde los 6 años hasta la edad en que se hizo la resonancia magnética.

Los niveles de ruido debidos al tráfico rodado se estimaron utilizando los mapas de ruido existentes.

Entre los 9 y los 12 años de edad, los participantes fueron invitados a someterse a una resonancia magnética en estado de reposo, sin estímulos externos.

Los resultados muestran que una mayor exposición al NO2 y a la absorbencia de las PM2.5 (un indicador de las partículas de carbono negro) desde el nacimiento hasta los 3 años, y al NOx desde los 3 hasta los 6 años de edad, se asoció con una mayor conectividad funcional entre varias regiones cerebrales.

El período comprendido entre el nacimiento y los 3 años fue el de mayor susceptibilidad a la contaminación atmosférica y el carbono negro fue el contaminante más asociado a los cambios en la conectividad cerebral.

Los autores del estudio han recordado que la principal fuente de carbono negro y gases de óxido de nitrógeno en las ciudades europeas son los vehículos diésel.

La exposición al ruido en el hogar no se asoció con diferencias en la conectividad cerebral, a pesar de que varios estudios muestran que el ruido afecta al desarrollo cognitivo infantil.

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