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  • Ángel Garcés Sanagustín

ETA: Blanqueamiento imperceptible

Atentado de ETA en la casa cuartel de la avenida de Cataluña en el que murieron once personas el 11 de diciembre de 1987.
Atentado de ETA en la casa cuartel de la avenida de Cataluña en el que murieron once personas el 11 de diciembre de 1987.
Heraldo

Algunas veces, un pequeño dato sirve para explicar un momento histórico. En el municipio guipuzcoano de Orexa, EH Bildu ha obtenido el 100% de los votos. Bien es verdad que hubo dos papeletas en blanco. Supongo que ya habrá empezado la caza de brujas contra este par de disidentes. 

Esta unanimidad no se da en nuestro país ni cuando se vota a mano alzada en una reunión de un partido democrático. Quizás, en Corea del Norte, podamos encontrar algún ejemplo similar. Este municipio se llamó Oreja hasta 1987, año en el que se decidió descastellanizar su ancestral nombre. Lo curioso del caso es que el término vasco para referirse a la parte exterior del oído es ‘belarri’. Intuyo que la decisión se debió, en parte, al estupor que debía producirles que algunos políticos de origen vasco se llamaran Marcelino Oreja Aguirre o Jaime Mayor Oreja.

Me dicen desde esas tierras del norte, donde habité y sobreviví un bienio incluido en la década conocida como los ‘años de plomo’, que el discurso de EH Bildu responde a todos los paradigmas progresistas del momento, destacando por su ecologismo y por su feminismo.

Dicen que en el discurso de Bildu destaca el ecologismo y el feminismo

Vayamos por partes. Por el respeto que me merecen algunos amigos ecologistas, no voy a definir a la banda terrorista ETA como ‘organización ecologista’, pero sí debo recordar que atentó contra determinadas infraestructuras con la excusa de su afección al medio ambiente. No dudó en secuestrar o asesinar para evitar la puesta en marcha de la central nuclear de Lemóniz, lo que consiguió tras matar a nueve personas, entre directivos y trabajadores. ETA también perpetró acciones violentas contra la construcción de la autovía de Leizarán, con el resultado de tres personas muertas y más de mil millones de pesetas en daños. Por lo tanto, un supuesto ecologismo ha marcado siempre la agenda política de la izquierda abertzale.

En cuanto al feminismo, no voy a recordar a todas las mujeres asesinadas por la macabra organización terrorista, incluidas las niñas de la casa cuartel de Zaragoza, pero sí voy a hacer referencia a un caso concreto. El 4 de mayo de 1983, ETA asesinó en un garaje de Bilbao a tres personas: un teniente de la policía nacional, un cabo de dicho cuerpo y a su mujer embarazada. A ella la remataron a bocajarro. Su marido, que la acompañaba a una visita rutinaria al ginecólogo, murió agarrado a su chaqueta. Ni han pedido perdón ni lo pedirán nunca. María Dolores, que así se llamaba la mujer, no era más que una maketa casada con un policía. Merecía lo que le sucedió por inmiscuirse en los designios históricos de un pueblo superior.

Hay que recordar que ETA atentó para evitar algunas infraestructuras y hay que evocar a todas las mujeres asesinadas por la organización terrorista, incluidas las niñas de la casa cuartel de Zaragoza

En 1983 gobernaba el PSOE, pero estos hechos son ahora irrelevantes para el centenario partido. Es más, la mal llamada ley de memoria democrática pudo salir adelante tras el pacto entre socialistas y Bildu. En una de las enmiendas propuestas por la formación abertzale y admitida por el grupo socialista, se extiende la aplicación de dicha ley hasta finales de 1983. Así las cosas, no sería extraño que alguien interpretara que los asesinos etarras no eran más que valerosos gudaris que luchaban por la democracia, mientras que María Dolores sólo fue un daño colateral.

Hay otro dato sobrecogedor de las últimas elecciones vascas. En Ermua, la tierra de Miguel Ángel Blanco, Bildu ha doblado en votos al PP. Abandonad toda esperanza…

Ángel Garcés Sanagustín es doctor en Derecho

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