Por
  • Carmen Herrando Cugota

La escuela del alma

La escuela del alma
La escuela del alma
Pixabay

El cambio al que asistimos, regido sobre todo por las nuevas tecnologías, está transformando a las personas: el modo de comunicar, las lecturas, la prensa, la educación, el pensamiento… Muchos aspectos de nuestro mundo han dado un vuelco; asistimos a una suerte de cambio que puede resultar serlo también a nivel antropológico.

Y es una constatación que en este mundo nuestro prolifera la confusión, no sabemos si debida al estado de cosas presente o promovida por esos llamados poderes fácticos, difíciles de identificar, que quieren evitar que los ciudadanos pensemos. La condición humana poco ha cambiado en siglos; nuestras inquietudes y nuestros miedos son los mismos que los de quienes vivieron hace mucho. Hemos mejorado en tecnología, pero los seres humanos siguen matándose entre ellos y son muchos los que pasan hambre…

En medio de este barullo, sobre todo en el orden de las ideas, vienen bien reflexiones orientadoras y serias: evitan más desconcierto. Desde este lugar privilegiado propongo a los lectores un libro de pensamiento crítico y firme, contundente y amable a la vez; el cuarto que el filósofo catalán Josep Maria Esquirol publica en la editorial Acantilado: ‘La escuela del alma’. El autor invita en él a cuidar el alma, porque puede perderse; insta a pensar, a cuidarnos y a cuidar a los demás, a recuperar el sentido común y a mirar la vida con ojos atentos. Aunque el título –‘La escuela del alma’– remite a la escuela, las reflexiones del libro vinculan de continuo la escuela con la vida porque la vida no deja de ser una gran maestra, quizás la mejor. Y a este mirar en hondura la vida real anima esta lectura. Empezando por recordar la porción de soledad que somos cada uno: "Ser alguien es estar solo, en cierto modo separado de cualquier totalidad"; afirmación fundamental, pero difícil de vivir porque solemos instalarnos en la ilusión de que los encuentros anulan la soledad, y nada puede anularla. Además, sólo en soledad se piensa y es ahí, en el propio hondón, donde nos topamos con esa esencia nuestra que Esquirol describe como "una hondura abierta y traspasada por experiencias infinitas".

Entre la confusión de los cambios que vienen aparejados con la tecnología, y que parece que quieren transformar también al ser humano, conviene buscar lecturas que nos orienten y nos hagan reflexionar sobre lo que ha sido y sigue siendo esencial

Estos apuntes dan idea de los alumbramientos del libro, destellos que son como fogonazos de realidad. Por ejemplo, el autor afirma: "Lo importante nos ha sido dado", e invita a volver sobre esta idea una y mil veces para redescubrir cuánto recibimos gratuitamente de la vida. Gratis, sí. Nada nos es debido, aunque proliferen esos tramposos ‘tú lo vales’, ‘tú lo mereces’… No solemos caer en ello por falta de hondura –todo arrastra hoy a la superficialidad– y porque nos parece que el sentido común y la experiencia son poca cosa para vivir. Esquirol, sin embargo, destaca la importancia del sentido común y la vuelta sobre lo vivido para lograr vivir mejor. Y anima ante todo a resistir –mejor, en buena compañía–, pues la "profundidad abierta al mundo" que es cada persona se perdería, si no, entre cachivaches y artilugios.

Vivir en la escuela de la vida; cultivar la escuela del alma. Para recuperar así alegría y esperanza.

Carmen Herrando Cugota es profesora de la Universidad San Jorge

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