Por
  • Ricardo Díez Pellejero

Pasear en bicicleta

Pasear en bicicleta
Pasear en bicicleta
Olifante

A nadie que me conozca le sorprenderá que les hable de bicicletas, es más, la última vez que mi imagen quedó impresa en las páginas de este diario, mis manos se aferraban al manillar del que es mi vehículo habitual para rodar por el entramado zaragozano –foto que, por cierto, se tomó en el lado impar de Independencia, como si esperara la aparición de la escultura de Mauricio Aznar al otro lado del paseo, pocos meses después–. 

El caso es que ha caído en mis manos una obra que lleva por título ‘El Paseo en bicicleta’ y que, aunque ya había leído en su momento, me ha deleitado aún más en esta versión ilustrada, delicadísima, en que ahora se nos presenta la obra de Antón Castro, escritor, dramaturgo y periodista, según Wikipedia, a la que no nos debe importar enmendar añadiendo, como título tal vez mayor, el epígrafe de poeta.

Así, el texto de este paseo cicla por su universo sensible y, lanzándose a tumba abierta, nos declara "allá voy y a mí mismo me persigo", completando una escapada histórica, mano a mano con Josema Carrasco –relevando al texto el trazo y al dibujo la palabra–, para completar un Tour muy particular a través de 26 etapas que cruzan los campos de la memoria; en las que habrá ocasión, contra el viento, para los abanicos y sus fantasmas; en las que bajaremos a tumba abierta tras la estela de la pasión y la amistad; y que nos llevarán a escalar puertos puntuables para el maillot de la belleza y la sensualidad.

Josema Carrasco, maestro del cómic y uno de los pocos ilustradores capaces de traducir visualmente una obra poética, ha conseguido de forma hermosa y francamente emocionante iluminar con sus líneas magistrales los recuerdos emotivos y las palabras de Castro, pautando con el ritmo vital y sutil de sus viñetas el propio del pedaleo del autor de un texto ya de por si sugerente y delicado.

En fin, que como abril invita a sacar las bicis y disfrutar del buen tiempo, de la brisa aún refrescante –en verano, ya aliento de Hades– y para darse un banquete visual con el florecimiento de un paisaje propicio para el disfrute de la lectura bajo alguna sombra apacible, no quería dejar de exhortarles a que se den ustedes un buen ‘Paseo en bicicleta’.

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