Por
  • César Pérez Gracia

Calle Lucientes

Portada de la Basílica de Santa Engracia
Portada de la Basílica de Santa Engracia
HA

No tengo bola de cristal, ni creo que la tenga nadie, ni siquiera quienes presumen de tener información privilegiada, para adivinar el rumbo público en las próximas horas. El futuro nos lo cargamos con el virus chino. 

Esa bicoca retórica tardará mucho en recuperar sus fueros. Vivimos el día a día, y por eso se llenan las terrazas y se bebe cerveza helada a morro. Qué sucederá mañana, vaya usted a saber, qué sucederá en el curso de la semana, imposible resolver semejante enigma.

El otro día paseaba por La Bombarda y divisé el horizonte remoto, a veces se distingue la temblorosa nieve del Pirineo. Qué me pasó, enfrascado en la lejanía, pisé una caca de perro como una catedral. Creo recordar que cierto Diógenes de la astronomía se pegó una leche como un piano por mirar al cielo y no atender dónde pone uno los pies. Toda la vida se ha llamado a esta ciencia espacial, la perspectiva. Nunca hay que perder la perspectiva.

Hace un siglo o dos, y no exagero, publiqué en este diario, una columna sobre dos lumbreras de Zaragoza llamadas Pilar. La pianista Pilar Bayona y la soprano de la ópera de Berlín, Pilar Lorengar. Les puedo contar que en el censo de Zaragoza de comienzos del siglo XVIII no constaba ni una mujer llamada Pilar. El nombre favorito de esa época era Engracia o Gracia a secas. La madre del gran pintor de Zaragoza se llamaba Gracia Lucientes y el pintor murió en Burdeos el día de Santa Engracia, 16 de abril. Zaragozano hasta las cachas, o lo que es lo mismo, terco como una mula. Tenaz en su vocación hasta el último suspiro. El único genio español del Siglo de las Luces. El actual Paseo de los porches, se llamaba Paseo de Santa Engracia. Y les contaré algo más, Zurita, el gran cronista de nuestra historia, vivía en la calle del Pilar, pero fue enterrado en Santa Engracia. No en La Seo ni en el Pilar. Santa Engracia era el Escorial de Zaragoza.

La Diputación de Zaragoza lleva decenios empeñada en resucitar Fuendetodos, el falso pueblo del pintor del Coso. Toda su familia nació en Zaragoza. Y por si no me creen, vayan cuando quieran a ver la calle Fuendetodos de nuestra ciudad. Una calle enana y ridícula. A su lado el Paseo de Calanda, casi llega hasta el Bajo Aragón. Vivimos de mitos tontos y leyendas cerriles.

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