Por
  • Manuel Vilas

Defender la democracia

Un detalle de la fachada del Congreso de los Diputados.
Un detalle de la fachada del Congreso de los Diputados.
Enrique Cidoncha / HERALDO

Si el candidato Donald Trump gana las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el próximo mes de noviembre, lo primero que hará es autoamnistiarse, es decir, quitarse de encima al poder judicial dictando leyes a su medida.

El poder judicial es ese poder tan molesto que solo padecen los gobernantes mediocres, porque mira Vladimir Putin, ese sí que sabe despachar a los jueces sin que nadie le diga ni mu. Imagino la envidia que le tiene Trump al presidente ruso.

Todos envidian a Putin, que no tiene que dar explicaciones ante ningún otro poder del Estado. La gente vive y se muere sin saber que lo hace porque Putin se lo permite.

Los Estados sin una sólida independencia del poder judicial deterioran una democracia en cuatro días, y generan una desafección política en todos los ciudadanos.

A las democracias se las defiende a diario. Cada mañana hay que tener el valor de decir lo que piensas, sin insultar a nadie

Sin una justicia moderna, independiente, ágil, minuciosa, diligente, y con medios y recursos, las democracias son papel mojado. Lo vimos con el franquismo. Porque el franquismo fue eso: la anulación de la independencia del poder judicial. Lo vemos ahora, muy maquillado, eso sí, muy bien vendido, muy afilada su dialéctica posmoderna, en la España actual.

La cosa tiene su paso de comedia. Y la historia se repite. Lo que antes fue tragedia, ahora es comedia. Si tienes problemas legales, móntate un partido político.

La manera en que los fascismos de entreguerras solucionaron la monstruosidad de su ideología fue presentándose a las elecciones, eso hizo Adolf Hitler, que también se autoamnistió en la Alemania del año 1933.

Una vez alcanzado el poder, los jueces son un estorbo menor, poca cosa. Lo que tenemos delante en este mundo es un espectáculo siniestro de fagocitación de las democracias, de acorralamiento de la independencia de los poderes del Estado.

Cada mañana tienes que informarte de lo que pasa en tu país y pensar que el bien común te conviene más que el bien mezquino de tu interés particular

Los seres humanos no somos héroes. Y cuando vemos esto, la mayoría mira para otro lado, pensando que ya pasará, y que seguro que todo es una exageración de los intelectuales y de los periodistas.

Lo que no sabemos es darnos cuenta de que una verdadera democracia siempre está en peligro, porque siempre es molesto convivir con quien no piensa como tú, pero esa es la grandeza de la democracia. Cuánto más profunda es una democracia, más está en peligro de demolición.

A las democracias se las defiende a diario. Cada mañana hay que tener el enorme valor de decir lo que piensas, eso sí, sin insultar a nadie.

Cada mañana tienes que informarte de lo que pasa en tu país y pensar que el bien común te conviene más que el bien mezquino de tu interés particular. Pero la gente no es heroica. Lo que hacemos es no pensar mucho y acostarnos temprano.

Manuel Vilas es escritor

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