Por
  • Vicente Pinilla

¿Afortunados?

Fachada del Congreso de los Diputados.
Fachada del Congreso de los Diputados.
Enrique Cidoncha / HERALDO

Según el último índice de democracias de la prestigiosa revista liberal ‘The Economist’, España es uno de los 24 países, que pueden considerarse como democracias plenas. 

Estos países solo representan un 7,8% de la población mundial, así que sin duda los bebés que nazcan aquí pueden sentirse muy afortunados, ya que estadísticamente tenían muy pocas posibilidades de hacerlo en una democracia. Es obvio que el sistema que tenemos no nos ha caído del cielo, especialmente si pensamos que hace menos de medio siglo vivíamos en una dictadura. Voluntad de la inmensa mayoría de la población de vivir en un régimen de libertades, participación en las instituciones y políticos, generalmente responsables y conscientes de lo delicada que es una democracia, están detrás de la construcción de lo que, sin duda, es un bien muy apreciado por todos. Satisfacción no debe ser sinónimo de autocomplacencia. Ocupamos el lugar 23, ‘ex aequo’ con Francia, de ese grupo privilegiado, así que hay un notable margen de mejora. Es una labor que conjuntamente deben desarrollar gobiernos, llevando a cabo su gestión de la mejor manera posible, y oposición, señalando los errores o defectos en la gestión de aquel, y desde luego los ciudadanos, exigiendo a ambos responsabilidad y acierto en sus tareas. Creo que nos merecemos más crítica constructiva, menos polarización, menos descalificación del adversario y menos anuncios apocalípticos. A la población no le interesan nada las querellas entre quienes nos representan, sino que aporten soluciones a los problemas reales a los que nos enfrentamos.

Vicente Pinilla es catedrático de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza

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