Por
  • Ricardo Díez Pellejero

Erasmus Plus

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Pixabay

Ya hace veinte años que dejé de nadar como un indio y me monté en la piragua con Sarah. El viaje, remando juntos, nos ha llevado más lejos. Así que he hecho coincidir con su Erasmus+ la semana que necesitaba para cerrar un cuento que transcurre en el Pirineo y para ir quitando los hilvanes a mi libro sobre el Cipotegato –dando fin a un esfuerzo de cuatro años–. 

Mientras, el objeto de su exploración era el de traernos algún secreto, pero atendamos a la etimología de estas tres palabras clave. Explorar implica observar, examinar o practicar un reconocimiento. Por su parte, traer, del latín ‘trahere’, significaba tirar de algo y, de ello, aplicar una fuerza tractora. Por último ‘secretum’ nos habla de algo separado, aislado o remoto. Con todo esto, cobra sentido el viaje, la búsqueda exploratoria, para volver con conocimientos nuevos que, hasta entonces, nos eran remotos e inalcanzables y con los que poder traccionar y hacer avanzar la enseñanza en Aragón.

De lo que me contara en nuestros reencuentros vespertinos, también les destacaría tres cosas. La primera es la autonomía que –me relataba– demostraban sus estudiantes, quienes no sólo iban en su inmensa mayoría solos a clase desde los 10 años, sino que respondían con diligencia a la metodología de trabajo. Segundo, en algunas clases y tras diez minutos de explicación, se da al alumnado veinte minutos para trabajar el tema (individualmente o en grupos), para los que pueden abandonar el aula y buscar un lugar de su preferencia en el centro: salas de estudio, biblioteca, sala de ordenadores… regresando con germánica puntualidad para disponer los últimos 20 minutos de clase para la puesta en común del tema tratado. Creo que nuestros chicos no están preparados para esto.

También me sorprendió la clasificación a los 10 años en tres ramas de enseñanza. La primera encaminada a acceder a Formación Profesional, la segunda sería semejante al BUP, desde el que acceder al trabajo a tiempo parcial vía escuelas profesionales o a formación preuniversitaria, y la tercera vía segregaría al alumnado más académico hacia la universidad.

Viajar invita al cuestionamiento, a reafirmarnos y nos trae un aprendizaje transformador: salgamos.

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