Nuevas políticas agrícolas para Europa
Centenares de tractores han colapsado carreteras de todo Aragón y han llegado al corazón de Zaragoza para mostrar el descontento de un sector agrario que se confiesa "harto" de tanta burocracia y desbordado por la "competencia desleal" que supone la entrada de productos desde fuera de las fronteras comunitarias a bajos precios y sin las estrictas obligaciones sanitarias y medioambientales.
Los gobiernos europeos, incluido el español, deben movilizarse para proteger la agricultura, hacerla más competitiva y frenar la creciente brecha entre el mundo rural y el urbano. No obstante, las protestas, por justificadas que estén, no deben limitar el derecho a la libertad de movimiento de los ciudadanos y el transporte de mercancías.
Las protestas de los agricultores han ido creciendo y no solo en Aragón sino en todo el país. Además de bloquear decenas de vías de comunicación, muchas de ellas autovías, e intentar boicotear algunos centros logísticos, mantienen las marchas sin saber a ciencia cierta cuándo acabarán. Lo cierto es que los agricultores aragoneses, al igual que la mayoría de los agricultores del viejo Continente, se encuentran al límite de su resistencia económica por el importante aumento que han registrado sus costes y por la imposibilidad de trasladar totalmente ese incremento al precio de sus producciones. Este malestar del sector agrario está siendo capitalizado en algunos países por partidos de extrema derecha, en busca de votos para las próximas elecciones europeas de junio. En España debe evitarse que el campo caiga también en una estéril polarización política. Lo que los agricultores, ganaderos y pescadores necesitan son decisiones urgentes para revertir la tendencia de las últimas décadas de despreocuparse de la producción de alimentos porque han sido baratos por la globalización y la concentración de la distribución.
