Regalo de Reyes

Regalo de Reyes
Regalo de Reyes
Heraldo

Cuando era pequeño, en mi familia, los regalos de estas fiestas navideñas llegaban con la Nochebuena. No tenía nada que ver con Santa Claus, ni Papa Noel y menos con el trajín de consumo actual. Conectaba con la vieja costumbre ‘d’a toza de Nadal, o fogaril, as brasas, o ibierno’. 

Esto, obviamente, no se podía celebrar en un piso y aún estábamos lejos de la recuperación contemporánea de esta tradición. Además, se sumaba el pragmatismo de mis padres. Pensaban que los regalos eran más útiles al comienzo de las vacaciones escolares que al terminar. Así, que en mi infancia y adolescencia los Reyes Magos pintaron poco, no fueron importantes. Y mucho menos después de 1983.

Justo el día 6 de enero falleció mi padre de un infarto. Fue un día terrible e inolvidable. Por eso, cuando se acercaban estas fechas, nuestra casa se llenaba de tristeza y melancolía. Especialmente, para mi madre. Nos costó mucho digerir aquel ‘regalo’. Ni cuando llegaron sus nietos y nietas le hizo gracia el sexto día del primer mes del año. Después, con cierta resignación y adaptación, acabamos cambiando. Y más si ‘a choben’ (como se decía ‘en os lugars’) ‘ye d’a Tierra baxa’.

Dos libros, de muy diferente entidad, han sido la sorpresa que han traído los Reyes Magos

Mi esposa es desde siempre de los Reyes Magos. Así, que no hubo discusión. Hace veintiséis años llegan a casa cuando toca. La noche del cinco al seis es un sinvivir. Y en ello seguimos. Nuestro hijo pequeño es el fan número uno. Nos hace madrugar a todos. Es implacable. Antes de que salga el sol nos despierta, espera que estemos en pie para abrir la puerta del cuarto de estar y comienza el ritual. Nada del otro mundo. Mucho cariño, cosas previsibles y alguna sorpresa. Como en esta ocasión.

Me han regalado dos libros que no esperaba. Aunque, en realidad, son tres pues el primero es doble. Tiene dos tomos. Casi mil páginas: 406 ‘Por la Hoya de Huesca y La Jacetania’ y 555 ‘Por el Alto Gállego, Sobrarbe y el Somontano’. Ambos conforman ‘Pirineo y manta’, de Enrique Satué Oliván. He leído los tres primeros ‘empentones’ hasta la página 59 que con las fotos llegan hasta la 63. Me ha transportado a las tierras y gentes de mi infancia y de mi familia. Su reflexión inicial, titulada como el conjunto, ‘Pirineo y manta’ me lleva a sentir la voz de Enrique explicando qué ‘manteta’ elegir en el sofá de casa, antes de echar una cabezada. Después, en ‘Sobre el viaje’, hay algo más que una explicación de su peripecia, de su miedo escénico como aventurero y escritor. Destila sustancia, sentido, raíces para crecer y alas para volar. Es una dosis de filosofía encarnada y poesía rebelde, con la que me identifico y me conmuevo. Como cuando escribe: "Muchas veces siento formar parte de esta geografía extorsionada, de bandera invisible, mapa desdibujado, moneda de poco peso e himno que se tararea con un minuto de silencio" (p. 19). Y remata con su humor montañés no siendo menos que Herodoto, Marco Polo… "porque ya se sabe que, entre colegas, para qué vamos a crear clases".

Uno de ellos deja recuerdos y emociones intensas sobre una tierra muy ligada a nuestra identidad. El otro tiene que ver con la triste actualidad política española

El primer capítulo propiamente dicho, ‘Con el canto del autillo. De Huesca a Anzánigo’, ha removido recuerdos perdidos en mi memoria y emociones intensas. Son muchos detalles, personas, historias, conversaciones. En Caldearenas se casaron mis padres. Viví con mis abuelos. En Javierrelatre estuvo de maestro mi padre y, ahí al lado, en Estallo, murió jugando a frontón. Son muchos más guiños que tengo que conversar con Aurelio Viñas (27 de julio de 1929) a quien considera el cronista de Anzánigo con toda la razón. Seguro que disfrutará leyendo este capítulo y, anticipo, también el resto. Tendré que llegar al final pero, de momento, ‘Pirineo y manta’ de Enrique Satué Oliván ha sido una sorpresa inesperada y un acierto de los Reyes Magos. Es una obra impresionante, por lo que llevo leído, entretenida, fascinante, un imán. Apunta a que será de los que considero imprescindibles. Es mucho más que un junco, a años luz del otro regalo de estos ‘reyes’.

El segundo ha venido con retranca. Es el texto escrito por Irene Lozano, ‘Tierra firme’, publicado en Península, con la firma de Pedro Sánchez. Son 379 páginas que he revisado a vuelapluma. No sé cuándo seré capaz de tragar este ‘zapo’. De momento, dos preguntas: ¿Cómo es posible semejante impostura y narcisismo? ¿Cómo es posible que gente buena que conozco haya votado a semejante impostor? No sé si la escritora, Irene Lozano, responderá o sólo será otra mentira más del más mentiroso felón.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Chaime Marcuello)

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