Por
  • Eva Cosculluela

Vehementes

Vehementes
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Dice el viejo dicho de los aficionados al fútbol que todos los españoles llevamos un seleccionador nacional dentro. Cada uno con nuestro criterio, señalamos los errores en la convocatoria, los jugadores que faltan, los que no deberían estar. La de discusiones por esto que habrán visto las barras de los bares. 

Pero el fútbol no es lo único en lo que tenemos opiniones contundentes que expresamos con vehemencia. Vamos por épocas: ¿se acuerdan de cuando todos éramos economistas y hablábamos con una soltura tremenda de la prima de riesgo? En el desayuno preguntábamos cuántos puntos había subido ese día y nos llevábamos las manos a la cabeza cuando en el telediario decían que pasaba de trescientos, exclamábamos el número con horror, como si dos semanas antes hubiéramos oído hablar de ella una sola vez.

Después llegó el coronavirus y nos convertimos todos en epidemiólogos. Con qué seguridad hablábamos del ARN mensajero, de vectores de contagio, de pacientes cero. También hemos sido politólogos, claro. Y ahora somos juristas expertos en derecho constitucional y citamos artículos de la Carta Magna como si todas las noches leyéramos un título antes de dormir: cinco minutos más, que esta disposición transitoria está apasionante. De todo tenemos que hablar y de todo pensamos que sabemos mucho. Leer buenos libros y prensa rigurosa es una forma magnífica de saber lo que se dice en una sociedad tan polarizada como la nuestra hoy, de no ser nosotros los ‘cuñaos’ de la mesa esta Nochebuena.

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