Por
  • Miguel Ybarra Otín

Diestras temeridades

Diestras temeridades
Diestras temeridades
Heraldo

Distintas voces desde el PP y Vox han repetido durante la recién terminada legislatura la idea de ‘gobierno ilegítimo’. Decían hablar en nombre de los españoles, esgrimían los pactos con Bildu como engaño al votante de izquierdas, esgrimían los indultos a los líderes del ‘procés’, denunciaban que Sánchez se agarraba al sillón a cualquier precio (mediado su mandato legal) y exigían un adelanto electoral. Hubo elecciones en julio y hoy la estrategia de la derecha ha dado un paso más en la escalada: ‘gobierno ilegal’.

Las acusaciones de ‘dictadura’ y ‘golpe a la democracia’ (repetidas hace más de un año) alientan la creciente tensión social y las manifestaciones, que han tenido en la amnistía el detonante pero obedecen a toda esa rabia acumulada durante años de acusaciones. Ahora, la idea de gobierno ilegal nos lleva a un peligrosísimo marco: la está manteniendo la derecha en pleno, sin la esperanza de nuevas elecciones cerca, y dando a entender que la batalla política, dialéctica, está agotada (ha comenzado una dictadura).

No venía la amnistía en el programa socialista, incluso se negaba. Es perfectamente argumentable una posición contra la misma, pero también lo es una a favor. Y aquí, un punto interesante en democracia es la cambiante popularidad o impopularidad de medidas que se anuncian o se callan, los juicios a priori y a posteriori: ¿habría ganado el PSOE las elecciones de 2019 incluyendo en su programa los indultos? Ya no lo sabremos; quizás no. Pero tras ellos, con unas consecuencias positivas para Cataluña, el PSOE creció un millón de votos en 2023.

Quizás pueda ocurrir lo mismo con la amnistía, o quizás la misma no genere hoy tanto rechazo en amplios sectores callados de la sociedad. Si los indultos fueron para los líderes del ‘procés’, la amnistía llegará para ciudadanos de a pie, policías y figuras políticas como Carles Puigdemont, la más controvertida y quien directamente con el Gobierno ha negociado a cambio de los 7 votos. Presumo que su amnistía gusta a Sánchez tan poco como a mí, pero es el precio en este momento histórico. En la negociación, Junts abandona la vía unilateral y –en la práctica– el referéndum.

Pero se leen en las manifestaciones estos días lemas por la unidad de España, que no está bajo ningún peligro. Repiten Feijóo y Abascal la ilegalidad de esta amnistía, pero no se ha pronunciado el Tribunal Constitucional, que sí en distintas sentencias durante la democracia ha validado su figura. Ahora Abascal deslegitima al Tribunal Constitucional, pero en la estrategia de Vox, desde su aparición, está la deslegitimación de todas las instituciones democráticas.

Desde aquí, el discurso de ‘traidor’, ‘ilegal’, ‘dictador’ llega al límite. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Hacia dónde nos lleva? A la cárcel –dijo Abascal– Sánchez o quienes protestan. En mi opinión, pudiendo ser criticables ciertas políticas del Gobierno, toda la temeraria escalada de la derecha no es por ninguna otra razón que la pura (i)lógica de su irresponsable estrategia: con los mismos gritos de la anterior legislatura no pueden seguir movilizando al electorado. Suben la tensión y las acusaciones, pues a mayor fracaso propio (ser el PP el más votado pero incapaz de formar gobierno), mayor ruido y acusaciones al contrario. Quisieron hablar con el PNV y Junts, y habrían podido hacerlo si no hubieran hecho antes crecer a Vox.

Hoy alientan los enfrentamientos con su discurso de traiciones, humillaciones y tiranos. Y por todo esto, pudiendo entender argumentos contra el Gobierno, me parece infinitamente más peligrosa la actuación de la oposición.

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