Por
  • Víctor Juan

Infancias rotas

Infancias rotas
Infancias rotas
Pixabay

La infancia está muy lejos de ser la arcadia que en algún momento hemos pensado que era. Algunos niños se enfrentan a problemas que nos asustarían a cualquiera de nosotros, pero además ellos lo hacen en un momento de su vida en el que no tienen estrategias para defenderse. 

Una muestra de los riesgos de la infancia son los protocolos diseñados por el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón sobre asuntos realmente terribles como el acoso escolar, la violencia de género, la violencia sexual, la pertenencia a grupos juveniles violentos o la mutilación genital femenina, que nos hablan de callejones sin salida donde apenas se puede respirar, de impotencia, de dolor y de miedo. Y, sobre todo, estos protocolos denuncian la incapacidad de los adultos para construir un mundo en el que los niños estén seguros y se sientan queridos. En Aragón, por ejemplo, el protocolo de ideación suicida se activó el curso pasado en 628 casos. Sí, son 628 niños que son nuestros vecinos, que a veces sonríen en mitad de sus tragedias y que en algún momento sienten que no quieren vivir, que la vida no tiene sentido y que la muerte es la única puerta para salir del laberinto en el que los han abandonado. No, la infancia no es un tiempo siempre feliz. Los niños no pueden construirse un mundo en el que crecer seguros y felices. Esa es la responsabilidad de los adultos que los acompañan. Paradójicamente, muchas veces esos mismos adultos destrozan la infancia de los niños a quienes deberían proteger y querer.

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