Por
  • Octavio Gómez Milián

Descenso de categoría

Pilar Alegría, este miércoles en la sede del PSOE en Huesca.
Pilar Alegría en la sede del PSOE en Huesca.
Javier Navarro

Llevo varios cursos haciendo cálculos con mi presidente. Sumando y restando los escaños para buscar una validez científica a su mandato. Y una vez más lo ha conseguido. Una balanza que se inclina, democrática y parlamentaria. 

Pero, sin que suene a excusa de mal perdedor, deberíamos poner el foco en las consecuencias para Aragón: cuando a los diputados socialistas de nuestra región se les llena la boca con la tierra o a los nacionalistas insertados como vetas entre las mareas y las sumas, hablan de la Gran Arcadia Aragonesa, votan sin rebotarse, parece que no se den cuenta de que el reparto de las prebendas colocará a nuestra tierra en la categoría más baja y denostada de lo que hasta hoy hemos llamado España.

Mastiquen el chicle de la desigualdad autonómica hasta que pierda el sabor y luego, si lo desean, pueden escupirlo sobre la Constitución: recibiremos migajas, acabaremos dando en clase la Corona Catalanoaragonesa y, si nos descuidamos, habrá que devolver los bienes de la Franja o anular con retroactividad el gol de Rubén Sosa en la Copa del Rey -con perdón- de 1986. Atento, Don Luis Costa, que le toca volver al banquillo, que quedan algunos minutos de juego. Si tú le pides a una función que te calcule el coste mínimo de producción de vehículos te dirá que, lo mejor, es fabricar un número negativo de coches. Así son las matemáticas ciegas. Así nos convertiremos los aragoneses en comparsas asimétricas y confederales. Pero, por lo menos, no manda la derecha. 

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