Por
  • Octavio Gómez Milián

Rubén ‘ZdO’

Rubén Scaramuzzino, cuando recibió en 2015 el premio de periodismo cultural del suplemento de HERALDO 'Artes & Letras'
Rubén Scaramuzzino, cuando recibió en 2015 el premio de periodismo cultural del suplemento de HERALDO 'Artes & Letras'
Maite Santonja/HA

Se marchó Rubén Scaramuzzino y dejó el misterio a medio terminar. Queríamos volver, como un tango mal enhebrado, con la resurrección de la tercera versión de la mítica ‘Zona de Obras’. No nos dio tiempo el tiempo, llegó con rabia la muerte, envidiosa como lo son todos los mediocres. 

Llegó en los noventa a Zaragoza, huyendo, como Rodrigo Fresán y Andrés Calamaro, del demoledor Plan Austral. Aquí, en Zaragoza, la ciudad pequeña, montó ‘Zona de Obras’ y la convirtió en la revista de cultura más leída de España en menos de una década. Dio el carnet de obrero a Félix Romeo y Sergio Algora, a los que seguía extrañando en nuestras últimas conversaciones, llenas de chispa y sapiencia. Mil horas antes de que nadie supiera qué era el Vive Latino, él ya tenía un corresponsal que cubría el evento. Recuerdan sus tributos a Rubén Darío, sus Días Nórdicos, la electrónica mexicana que trajo en el Zaragoza Latino. Me llamó Pablo, el último obrero verdadero, el más cercano. Pablo iba camino de San Sebastián para acudir al estreno de ‘La estrella azul’. Tenía la nota terminada, tenía el texto de la película de Mauricio Aznar listo. Todos teníamos siempre listas nuestras apuestas, nuestras noticias, las que él elegía, organizaba y pagaba con la elegancia de los grandes. Generoso en lo humano y en lo material, solo así uno puede construir su leyenda. Ayer me volvió a entrar la pena, como el veneno insípido que nos arrastra y del que solo se sale, como decía Rubén, haciendo el aguante. Qué suerte tengo de poder decirle a mi hijo que yo también fui una vez obrero.

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