"Alla prima"

José Manuel Broto ante uno de sus cuadros, que es color, ritmo, gesto y arabesco de felicidad.
José Manuel Broto ante uno de sus cuadros, que es color, ritmo, gesto y arabesco de felicidad.
José Miguel Marco.

Amanece muy tarde. Se me hacen largas esas horas en las que deambulo por las estancias y me asomo a la ventana para ver si ya clarea. La casa se va enfriando. A veces vuelvo a la cama a leer o a escuchar la radio. La realidad hace tiempo que se me impone con su lastre pesadísimo, casi insoportable. 

Evito los programas de actualidad que hablan de guerras que deberían estar prohibidas –canceladas- y de enfrentamientos cainitas en todos los ámbitos, y recurro a la música, al cine, al arte, a cualquier lenitivo a mi alcance. Trato de imaginar la obra de Secundino Hernández, un pintor de éxito al que entrevistan en ‘La radio tiene ojos’. Intenta no repetirse, no parecerse a sí mismo, y eso es algo que a mi entender requiere mucho esfuerzo. Dice que pasa muchas horas en su estudio para que sus cuadros parezcan pintados "alla prima" (a la primera, sin un boceto inicial). Picada por la curiosidad, acudo al ordenador y compruebo con mis propios ojos que ahí están Kandinsky, Miró, Gordillo, Barceló, y también Broto, cuya magnífica exposición vi hace unos días en el Paraninfo de la Universidad, uno de mis refugios. También las obras de Broto parecen creadas "alla prima", con una alegría inusual que le es propia.

Añoro la época en que yo escribía así mis cuentos, con alegría y sin ningún esfuerzo, como si se escribieran ellos solos. ¿Dónde encontrar ahora esa alegría, esa ligereza? Quizás salgan de sus refugios antiaéreos en un momento dado. Quién sabe. De momento hay que confiar en la belleza de un cuadro, de una sonata, o de un amanecer cualquiera.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Cristina Grande)

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