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Entre osos y serpientes

El oso Emeterio, según Supermaño
El oso Emeterio, según Supermaño
Supermaño

La serpiente de verano ha llegado en forma de interrogante. Es el suspense sobre el desenlace de los acuerdos de gobierno central y autonómico. Esa inquietante duda sobre qué ocurrirá impide abrir como es debido el paréntesis de descanso en esta edición de agosto.

Otra serpiente veraniega llega disfrazada de oso. Y no solo por quienes vendieron su piel antes de cazarlo. En China se preguntan si habrá un hombre debajo del animal que aparece erguido sobre sus dos patas. El zoológico se ha visto obligado a aclarar que son de pelo y hueso, no personas disfrazadas. Hay quien recuerda un caso similar que ocurrió en Zaragoza, cuando dos osos salieron de compras y subieron las escaleras de El Corte Inglés como Pedro por su casa. Se trataba de Tima y Pavel Vyakin. Tima, de tres metros y 200 kilos de peso, se puso en pie y tocó la trompeta con sus zarpas ante el numeroso público que transitaba por los cañones de la Glorieta de Sagasta. Cuando las pancartas de los animalistas le recordaron en su morro que los osos no son payasos, el aludido en cuestión les respondió con un corte de mangas.  

Muchos dudaban de que fuera realmente un plantígrado. ¿Cómo iba a aprender un oso amoroso a hacer tales gestos? Aquella ‘atracción’ que promocionaba el Gran Circo Mundial en el recinto de Valdespartera era real como la vida misma. (Por suerte, se acabó: ya no está permitido explotar así a los animales).

Para la Pilara de Supermaño, el oso malayo es clavado a su tío el Emeterio. Tengo para mí que a esta serpiente de verano debemos darle la vuelta: hay que desenmascarar a los osos disfrazados de humanos que vagan por el mundo.

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