Hay elecciones. Asunto importante: vayan ustedes a votar, no se les olvide. Pero creo que para muchos españoles de a partir de cierta edad la noticia de estos últimos días no ha estado en los debates ni en las idas y venidas de los esforzados candidatos. 

La noticia, mala noticia, que de verdad les ha conmovido ha sido la muerte de Ibáñez, Francisco Ibáñez Talavera, el grandísimo humorista y dibujante creador, entre otros personajes, de Mortadelo y Filemón. Nada menos. Encarna Samitier, en su columna, se recordaba a sí misma, como habrán hecho tantas personas, "entrando en la librería con la moneda de un duro que me ha dado mi abuela para comprar mi preciada ración semanal de historietas", porque efectivamente, tebeos como el ‘DDT’ o ‘Pulgarcito’ eran una indispensable ración alimenticia más para los niños de entonces, y las historias de Ibáñez son todavía un manjar de gurmets para muchos adultos de hoy. José Luis de Arce subrayaba el valor cultural de las creaciones de Ibáñez: "El eco que ha tenido la noticia de su fallecimiento (...) es una muestra de la gran importancia que ha tenido este hombre sencillo y trabajador en la cultura popular española", y ponía las historietas de Ibáñez junto a otras experiencias literarias de su infancia y adolescencia: "Aquellas lecturas imprescindibles que son el sustrato de una cultura: Verne, Dickens, Salgari, Twain, Stevenson, Homero…". Y Antón Castro nos decía que "como Mingote o Fraguas, este fabulador y animador de seres y paradojas vivientes nos dibujó como éramos sin perder la ironía y sin olvidar que el humor es tan necesario para sobrevivir como el amor, la chapuza y los buenos alimentos". A votar, pues, con una sonrisa.

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