Por
  • Mariano Gállego Palacios

Fenómenos atmosféricos

Riada por la tormenta en la Z-40
Fenómenos atmosféricos
Heraldo.es

Los fenómenos atmosféricos se están expresando en sus distintas manifestaciones con inusitada intensidad en una sucesión que tan pronto precipita gruesas bolas de granizo, como alimenta violentas torrenteras que lo inundan todo en pocos minutos o castiga con severos y prolongados periodos de aplastante calor. 

Los picos de temperaturas extremas avivados por el fagüeño se intercalan entre furiosas tormentas de verano acompañadas de fuertes vientos. Y como ayer, el cierzo resopla al rescate en las asoleadas urbes asfálticas con pavimentos que escupen puro ardor. Episodios ante los que poco podemos hacer y que nutren como nunca las conversaciones de ascensor. El tiempo atmosférico nos coloca ante nuestra humana insignificancia porque simplemente no lo podemos modificar ni controlar.

Continúan impresionando las imágenes que dejaron las inundaciones en Zaragoza, Cuarte de Huerva, Alcañiz y otras localidades tras las furiosa tormenta que recorrió medio Aragón hace hoy justo una semana. E inquietan sus consecuencias en empresas, infraestructuras y servicios, con daños que se continúan valorando y cuya magnitud avanza cifras millonarias. No son habituales las supercélulas, como los científicos denominan ese fenómeno, pero tampoco excepcionales, pues se han repetido en distintos momentos históricos, aunque son muy difíciles de predecir y mucho menos precisar con suficiente antelación su intensidad, momento y localización.

Los propios meteorólogos admiten que las previsiones a siete días pueden ser fiables aproximadamente en el 80% de las veces. Y el 90% en las que se elaboran a cinco días. Respecto a las predicciones de 10 días o más, aciertan solamente en el 50% de las ocasiones. En cualquier caso, la ciencia es el único asidero al que agarrarse para elaborar los mapas de riesgos de las ciudades, que obviamente como consecuencia del insospechado impacto de la dichosa supercélula habrán de reelaborarse y ampliarse para estar listos ante la posible repetición de estas adversidades. 

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