Por
  • Aurelio Viñas Escuer

Jaque a la Justicia

El crimen se cometió en las puertas de esta vivienda de Movera.
El crimen se cometió en las puertas de esta vivienda de Movera.
Guillermo Mestre

De los miles de vocablos que forman nuestra lengua, una de las palabras más serias y respetadas tal vez sea ‘justicia’. Quizá por aquello que dejaron escrito los clásicos. Cicerón afirmó que "la justicia es reina y señora de todas las virtudes". Y Justiniano tuvo a bien aportar que "justicia es un firme y constante deseo de dar a cada uno lo que le es debido".

Con el mayor respeto para ambos autores, tengo que desechar momentáneamente sus opiniones y aceptar la reflexión de Sófocles de que "hay ocasiones en que la justicia misma produce entuertos". Es lo que acaba de ocurrir en la cárcel aragonesa de Zuera, de la que dos presuntos asesinos: el lituano Aivarás Savickas y el español Jesús Jiménez Morte, han salido a la calle por las buenas, tras llevar cuatro años de estar allí esperando el juicio condenatorio. Cuatro años y un día para ser más exactos, pues uno de los años transcurridos fue bisiesto. Cuatro años y un día comiendo la sopa boba. Que también eso cuesta dinero. Otro presunto asesino, el español Juan Echepares Omedes, seguirá de momento en prisión por tener otro asunto pendiente. Éste se encuentra recluido en la cárcel de Tarragona, donde fue trasladado hace algún tiempo. La razón aportada por la justicia es tan recta, tan torcida en este caso, que nadie puede estar en prisión más de cuatro años sin un juicio que lo determine.

El drama comenzó el 21 de noviembre de 2018. Los presuntos asesinos se desplazaron en coche desde Cambrils a Zaragoza. Sobre las 19:15 arribaron a una finca del barrio de Movera, accedieron a la propiedad rompiendo la valla perimetral y mataron de un disparo a María Marian, de 28 años de edad. De un modo u otro parece que intervinieron cinco sujetos más, entre ellos tres mujeres.

Por razones muy complejas, basadas en la estrategia dilatoria de las defensas, el Grupo de Homicidios tardó siete meses en detener a los presuntos autores o sea que se llegó con un sinfín de dudas al 20 de junio de 2019. Y es muy posible que la víctima tampoco fuera trigo limpio, pues vivía formando pareja con José N.T., alias Mistos, de 70 años de edad, en aquellas fechas en prisión por cultivar marihuana. O sea que el tráfico de drogas parece que andaba de por medio.

Y la ‘justicia’, lenta ella, ha permitido que pasaran estos cuatro años sin encontrar las razones para proceder al oportuno juicio, posiblemente condenatorio, escuchando a las defensas, que lo han recurrido prácticamente todo. Y parece bien que a los presuntos delincuentes se les dé la oportunidad de defenderse. La caridad y la vergüenza social así lo exigen. Pero en un tiempo razonable. No durante años y años, casi como si el delito no hubiera existido.

Además, con la puesta en libertad provisional se da la oportunidad a los delincuentes de poner los pies en polvorosa y darse a la fuga, lo que obligaría a celebrar finalmente el juicio a espaldas de los supuestos autores del crimen.

Ante hechos así, cabe preguntarse: ¿la justicia es algo tan sereno como imaginaron y dejaron escrito los clásicos o ha pasado a convertirse en un lamentable hazmerreir de los tiempos actuales?

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