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  • Isabel Nerín

Pantallitis

Niño jugando en Internet con varias pantallas de ordenador.
Niño jugando en Internet con varias pantallas de ordenador.
Imagen de Bob en Pixabay

No existe el término, todavía. Según la OMS "las pantallas (móviles, tablets, ordenadores) representan en la actualidad una herramienta de comunicación ultrarrápida y universal por donde puede transmitirse material de contenido múltiple, de calidad variada y duración indeterminada". 

Desde diversos ámbitos educativos y sanitarios se advierte del riesgo que supone el uso de la tecnología y en particular del llamado ‘smartphone’ (teléfono inteligente). La obesidad, retrasos en el lenguaje y en el desarrollo cognitivo, trastornos de la conducta o malestar psicológico son algunos de los efectos descritos sobre la salud sobre todo en las personas más jóvenes. Paradójicamente, muchas de las voces que avisan sobre el posible daño son precisamente los grandes gurús que las han diseñado que reconocen en voz baja la prohibición de uso en sus hijos menores. Hoy sabemos que muchas de las aplicaciones utilizadas por amplios sectores de la población están diseñadas con un alto poder adictivo. Y una de las cosas que tienen en común todas las adicciones es que se entra fácilmente en ellas, pero es difícil salir. No se trata de estar en contra de las innovaciones tecnológicas sino de conocer realmente cómo funcionan. Ya al inicio de la entrada de internet en nuestras vidas, allá por los años noventa del siglo pasado, el sociólogo estadounidense Neil Postman (1931-2003) recomendaba actuar con los ojos bien abiertos para utilizar la tecnología en vez de que sea la tecnología la que nos utilice a nosotros.

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