Por
  • Javier Lacruz

Manuel Viola

'La saeta', de Viola, en la colección De Pictura
'La saeta' de  Manuel Viola
Colección De Pictura

Recibo un correo electrónico del escritor Juan Manuel de Prada en el que dice estar muy interesado en adquirir mi monografía sobre el pintor Manuel Viola. La ha buscado, pero no puede conseguirla. Se la han recomendado como la obra esencial del pintor.

Creo que se refiere a Juan Manuel Bonet, la mejor pluma que ha escrito sobre Viola. El primero que supo ver que era un intelectual de talla, pero que no ejercía, porque Viola era alguien más arrimado a los gitanos, al cante flamenco, a los toros. A la fiesta y a los tragos. En suma: a la ‘joie de vivre’. En eso fue de los mejores. Pero unos no lo entendieron y otros lo despreciaron. Sobre todo, los intelectuales de izquierdas, los ‘gauchistes’ de salón del antifranquismo.

El libro está ‘hors commerce’, se lo regalo. Prada, generoso, me facilita los informes de los archivos de la prefectura de Policía de París sobre Manuel Adsuara Gil, uno de los pseudónimos de Viola durante su vida clandestina en Francia. Diez años. Una vida ejemplar y de novela. Empero, aquí los comisarios de arte lo tratan con desprecio. Basta acercarse por el Pablo Serrano y recorrer la exposición ‘Aragón y las artes’, para verificar lo que digo. Un solo cuadro de Viola está colgado, gracias a un préstamo de última hora. Nada de su etapa surrealista, nada de la ‘femme bandée’, nada de la abstracción lírica. Eso sí, mucho cuadro de desecho de tienta. Sobreros. En la segunda parte no estará ‘La saeta’, pintura clave en la iconografía de las artes en Aragón. ¡Qué tropa! De alfalfa.

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