Por
  • Manuel de Miguel

Odiados patinetes

Un patinete atropella a un menor en el Coso
Odiados patinetes
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La semana pasada fue mi primera vez. Un hecho insólito. La Policía Local multando a una chica en patinete. Infracciones he presenciado cientos y cientos (conducir por la acera, superar los 25 km/hora, ir montados dos y hasta tres, dejar tirados los de alquiler en cualquier sitio, portar auriculares…), sin embargo les prometo que jamás había visto sancionar a nadie en monopatín.

París, ciudad pionera en estos vehículos, ha reavivado el debate, pues antes de vencer la concesión de cinco años a las empresas que los alquilan, ha preguntado a sus ciudadanos si renovaba el contrato. La alcaldesa Anne Hidalgo fue la primera en anunciar su voto en contra y el resultado fue aplastante. Un 89% ha suprimido los patinetes de alquiler.

HERALDO organizó un sondeo a los pocos días y se convirtió en el de mayor participación hasta el momento, con parecidos resultados. Un 85% de los zaragozanos no quiere patinetes de alquiler, e incluso una clara mayoría se mostró a favor de la desaparición completa de nuestras calles de todos, también los privados.

Víctor Orcástegui reflexionaba en este periódico: "No deja de resultar curioso que hayan acabado provocando tanto rechazo unos vehículos de los que llevan lustros diciéndonos que iban a ser la solución para los desplazamientos y que harían que las ciudades fuesen más amables y la vida en ellas, más llevadera. Pues muchos ciudadanos sienten exactamente lo contrario". Sólo en Zaragoza se calculan unos 300 accidentes con patines en 2022.

Los juristas señalan que en España la normativa está en pañales. No soy partidario de prohibir casi nada, y de ningún modo estos vehículos, pero debe producirse un cambio radical, además de exigir matrícula, registro y seguro, y también casco, que no es obligatorio.

Los patinetes son tan odiados entre los adultos por su impunidad, aunque ya no podré decir que jamás he visto multarlos; porque son un foco de conflictos, porque crece la sensación de que han convertido la ciudad en una selva sin ley.

El invento en sí no es el culpable, pero ya urge reconducir su uso, regularlos y controlarlos con efectividad.

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