Director de HERALDO DE ARAGÓN

¿Quién se adueña del centro?

¿Quién se adueña del centro?
¿Quién se adueña del centro?
Pixabay

Será una campaña donde se peleará por la apropiación y ocupación del centro. Por la obtención y reivindicación de un espacio desde el que la teoría política asegura que se ganan las elecciones y al que los votantes, bajo el apellido de centroizquierda o centroderecha, se sienten mayoritariamente atraídos.

Las siglas que mejor se vinculen a la idea de la centralidad ganarán las elecciones, aunque la necesidad de encontrar los sumandos necesarios para gobernar obligará, a unos y a otros, a seguir mirando hacia los extremos. El resultado, en consecuencia, quedará preñado de una fuerte paradoja. Los discursos pronunciados durante la campaña y los del proceso de conformación de los diferentes gobiernos no casarán. Se votará pensando en el centro –hoy amenazado en Aragón por incomparecencia y autodestrucción de las bisagras–, aunque tanto PSOE como PP se mostrarán cautelosos ante un nuevo riesgo: un exceso de atracción del voto que, salvo un imprevisible salto a la mayoría absoluta, puede lograr un efecto indeseado. 

Las elecciones también decidirán, tras quedar huérfano el centro político aragonés y, por extensión, el asignado papel de bisagra, qué partido ocupa este espacio

Ante la enorme fragmentación del voto, la ley D’Hondt añade un punto perverso que puede significar que un importante porcentaje del sufragio termine sin lograr su objetivo de convertirse en un concejal o un diputado. Estas autonómicas y municipales se comprenden bajo el deseo de conocer quién suma y con quién se suma, una doble exigencia para la que previamente se hace necesario superar el porcentaje mínimo que da acceso a las Cortes de Aragón (tres por ciento de las papeletas) y a los ayuntamientos (cinco por ciento). Si PSOE y PP logran, respectivamente, muchos votos procedentes de Podemos y Vox puede que dejen a estas formaciones sin el pulmón necesario como para convertirse en el socio que necesitan. En un momento político en el que el bipartidismo no cuenta con la fortaleza del pasado y donde cobran peso los bloques ideológicos, adquiere especial importancia el oxígeno que se dé a los minoritarios que ayudan a completar una ecuación. Es así como se comprende, por ejemplo, el papel que el PSOE otorga, para las generales, a la alternativa que representa Yolanda Díaz con Sumar o a la relación que mantienen los populares con Vox, solo distanciados de estos últimos (como en el caso de Díaz Ayuso) cuando ha existido una certeza sobre la obtención de una mayoría absoluta. 

PSOE y PP aspiran a crecer ofreciendo centralidad mientras dejan hueco a los minoritarios

La demoscopia señala, al menos de momento y en Aragón, que la pulsión hacia el centro se está construyendo desde los mensajes que proyectan PSOE y PP (la decisión del alcalde socialista de Huesca, Luis Felipe, de no pactar con Podemos es el ejemplo más claro), no existiendo hoy una alta migración de votos (ya se ha producido) entre las dos formaciones más relevantes. Los movimientos en la intención de voto se siguen registrando entre partidos de un mismo bloque (Vox hacia PP o Podemos hacia PSOE), por lo que un crecimiento de los grandes implica una pérdida de los pequeños.

Mientras la campaña va adquiriendo forma, con un PAR dividido en tantos fragmentos que cuesta reconocerlos, adquiere fuerza la pregunta sobre qué formación se convertirá en la pieza que permitirá el gobierno. Todo apunta a Teruel Existe, que sin excluir por ahora de una hipotética negociación ni al PSOE ni al PP, aún no ha aclarado si su base de votantes está dispuesta a ocupar ese espacio de centralidad. Por el momento, donde no existe demasiado debate es en su casi segura condición de bisagra

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